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08/06/2005 | Liberia inicia el difícil camino hacia las elecciones (I)

Nicolás Aikin Araluce

"Bajo auspicios de Naciones Unidas y en un entorno turbulento, la república independiente más antigua de África irá a las urnas en octubre.Grandes extensiones de Liberia - en especial sus fronteras - continúan bajo el control de excombatientes, mafias y empresas clandestinas involucradas en el comercio ilegal de sus recursos naturales, el tráfico de armas y la extorsión a viajeros."

 

El 6 de diciembre de 2004 Global Witness – una ONG con sede en Londres, cuyo objetivo primordial es revelar vínculos entre la explotación de recursos naturales, conflictos bélicos y violaciones de derechos humanos – sometió un interesante documento al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre Liberia. 1

El escrito muestra un detallado conocimiento de la coyuntura política, económica y social del país, y manifiesta que a pesar del progreso hacia la paz logrado por el gobierno nacional liberiano de transición (NTGL), establecido hace año y medio tras el exilio del presidente Taylor, la situación global sigue siendo precaria. Y todo ello aunque la misión de las Naciones Unidas, UNIMIL, presente en Liberia desde el final de la guerra, cuente con un contingente de 15.000 soldados – uno de sus mayores despliegues  actuales – y un presupuesto de $864 millones.

Grandes extensiones de Liberia - en especial sus fronteras - continúan bajo el control de excombatientes, mafias y empresas clandestinas involucradas en el comercio ilegal de sus recursos naturales, el tráfico de armas y la extorsión a viajeros. Además, el NTGL ha sido incapaz de implementar reformas de buen gobierno e imponer su autoridad mucho más allá de la capital, Monrovia.


Aunque parte de la anarquía obedece a falta de fondos para pagar sueldos atrasados a funcionarios, reclutar a personal adicional y desarrollar infraestructuras mínimas, la carencia de transparencia financiera del gobierno interino, así como su reticencia hacia las auditorías externas han minado su credibilidad ante un pueblo hastiado de corrupción, y la comunidad internacional donante.

Demoras en el diseño, financiación e implementación de planes de rehabilitación (aunque oficialmente el programa DDRR de desarme y desmovilización haya concluido), así como el insuficiente despliegue de policías y militares en algunas zonas fronterizas o del interior, y las lamentables condiciones en campamentos de excombatientes, han dado lugar también a serios disturbios e incluso a presuntos reclutamientos para  nuevas luchas armadas en Costa de Marfil.

Los recursos naturales han jugado un papel crítico alimentando 14 años de conflicto tanto en Liberia como en los estados vecinos de Sierra Leona, Guinea y Costa de Marfil. Es por ello que tanto Global Witness como un consorcio de 13 ONGS liberianas proponían a la ONU mantener los embargos existentes a las exportaciones y transportes de madera y diamantes liberianos, así como las sanciones contenidas en las resoluciones 1478, 1521 y 1532 del Consejo de Seguridad hasta que dichos recursos pudieran ser controlados legalmente, fuera del alcance de  entidades ilícitas y facciones bélicas.

Es significativo que instituciones nativas e incluso innumerables ciudadanos – según diversas encuestas - aprueben estas sanciones y exijan al gobierno de transición  mayor transparencia  y responsabilidad de cara a las próximas elecciones generales previstas para finales del presente año. Semejante madurez política es reflejo de 25 años de combates que supusieron  más de 200.000 muertos y millón y medio de gentes desarraigadas (de una población total cercana a los tres millones) en una nación que durante los 60 llegó a considerarse modelo de desarrollo en África occidental.

¿Qué sucedió para que este país, rico en recursos hidráulicos, minerales, forestales y   agrícolas, el cual durante décadas fuera un importante exportador de madera, caucho, hierro y diamantes, así como un principal pabellón de conveniencia para buques, se viera reducido a tal lamentable condición?

Evaluación  retrospectiva de un país en crisis

En 1820 un barco cargado de negros americanos, nacidos libres, zarpó desde Nueva York hacia la costa occidental africana, en pos de una nueva patria donde pudieran reencontrar sus raíces. El éxodo era, en gran medida, fruto de las acciones de la American Colonisation Society – una extraña alianza entre filántropos antiesclavistas norteamericanos y propietarios de esclavos sureños, quienes consideraban que los negros liberados constituían una perjudicial influencia para los de sus propias plantaciones.

En 1821 compraron tierras en la entonces llamada Tierra del Grano a caciques locales  y se llamó al asentamiento Monrovia (en homenaje al presidente J. Monroe) y a la colonia Liberia.

26 años más tarde, ésta se proclamó república independiente, adoptó una constitución inspirada en la americana con el liberoamericano Roberts como primer presidente, y ensanchó su territorio mediante compras adicionales o por la fuerza.

Hacia el año 1860, Liberia contaba ya con unos 20.000 emigrantes afroamericanos, mas desde el comienzo se produjeron conflictos con los nativos, quienes nunca simpatizaron  con unos colonos de su mismo color pero de habla y costumbres europeas, que además se consideraban superiores. Éstos pronto constituyeron la clase dominante, estrechamente ligada a los capitales transnacionales que llegaron a asociarse con el caucho, el hierro y los diamantes mediante concesiones, el respaldo politico-militar estadounidense y la adopción del dólar americano en 1943 como moneda nacional.

Al descubrimiento de recursos naturales se unió el uso del pabellón liberiano para el abanderamiento de buques y todo ello conllevó un crecimiento económico que llegaría a calificarse de "milagroso". Pero el desarrollo favoreció principalmente a los descendientes de los esclavos americanos (un mero 5% de la población) que ostentaban el poder y no a los africanos, que a su vez estaban divididos en unas 30 etnias (Kpelle, Bassa, Gio, Kru, Krahn, Mandingo, Grebo, y Belle, entre otras).

En 1944 William Tubman fue elegido presidente. Pero su longevo gobierno se tornó más represivo en años subsiguientes con motivo de las crecientes exigencias de las tribus indígenas que se consideraban excluidas económica y políticamente – dentro de un sistema de partido único, clasista y de explotación de nativos que alimentaba los odios étnicos. Y la situación empeoró durante la recesión económica que coincidió con el mandato de su sucesor Tolbert (elegido en 1971), quien provocó graves disturbios generales en 1979 al intentar aumentar el precio del arroz importado – alimento de subsistencia para muchos.

Un año después, el sargento Samuel Doe – liberiano nativo de la etnia Krahn - derrocó a Tolbert en un sangriento golpe de estado durante el cual éste y otros componentes del gobierno fueron brutalmente ejecutados. Sin embargo, el entusiasmo inicial derivado del hecho de que el primer africano "genuino" arrebatara el poder supremo a los omnipresentes afroamericanos, pronto se vio enturbiado por su conducta tiránica y el favoritismo hacia los miembros de su propia tribu. La prohibición de partidos políticos y suspensión de la constitución, la corrupción, la decadente coyuntura económica y fuga de capitales, así como los abusos del ejército hacia civiles  de otras etnias agravaron la situación.

No obstante, Doe contaba con el respaldo de los EE-UU que disponía de bases militares y otras infraestructuras de inteligencia en Liberia - durante una época en la cual los americanos consideraban imperativo contrarrestar la influencia de la URSS y Cuba en Angola y otros estados africanos.

Las acciones barbáricas del dictador obligaron a multitudes a refugiarse en Costa de Marfil, donde Charles Taylor - un exfuncionario afroamericano expulsado de Liberia por corrupción y que junto con su aliado, Foday Sankoh, habría sido entrenado en campamentos libios desde los cuales en los 80 Gadafi exportaba sus ideas de revolución - preparaba un ejército de invasión.

Entre 1980 y 1989, Doe aplastó nueve intentonas golpistas y ya en 1985 – para darle forma legal a su régimen - convocó elecciones presidenciales asociadas  no obstante con denuncias de fraude y encarcelamiento de líderes opositores. El descontento general continuó y cuando en 1990 Charles Taylor (dirigente del llamado Frente Patriótico Nacional) invadió el país, muchos liberianos pasaron a engrosar sus filas.

Tras meses de duros combates, se inició la batalla por Monrovia durante la cual el contingente rebelde se dividió, surgiendo un frente independiente dirigido por Prince Johnson, cuyas tropas mataron a Doe en septiembre de aquel año después de ser salvajemente torturado. En la confusa situación posterior se proclamaron simultáneamente presidentes interinos: Taylor, Johnson, Sawyer y Seekie (este último ex jefe de la guardia presidencial de Doe), lo cual desencadenó una terrible guerra civil que desplazó a centenares de miles de personas de sus hogares y de la que, años más tarde, Taylor saldría vencedor.

Los analistas internacionales del momento – y el propio Doe antes de su trágico fin – pensaban que los EE-UU acudirían en rescate del régimen, pero la administración Bush ya tenía sus miras puestas en Irak, así como en otros escenarios y se limitó a desalojar al personal de su embajada. Así las cosas, los esfuerzos subsiguientes por finalizar la guerra correrían  por cuenta de ECOMOG, las fuerzas pacificadoras de ECOWAS (la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental) que se desplegaron en la zona.

Los  tímidos acuerdos de paz de Abuja (agosto de 1995) en la práctica, reconocieron a Taylor como presidente no electo y cuando se celebraron elecciones en 1997 (calificadas por algunos de engañosas pese a contar observadores de la ONU)  éste obtuvo el 75% del voto. Pero desde entonces, además de cometer barbaridades similares a las del régimen anterior, Taylor se dedicó a financiar a movimientos guerrilleros de Sierra Leona, Guinea y Costa de Marfil, empleando para ello los recursos naturales nacionales con el fin de  controlar toda la región. A esa conclusión llegaron los EE-UU y la ONU por lo que, al embargo de armas que ya se decretara en 1992, se añadieron posteriormente sanciones sobre el comercio de diamantes en marzo del 2001 (resolución 1343) para estrangular las finanzas de Taylor y otras medidas incluyendo una sobre la madera, la cual también constituía una principal fuente de ingresos (resoluciones 1478 y 1521 de 2003).

La efectividad de las sanciones es limitada en situaciones de beligerancia y en escenarios como éste pero su aplicación, así como la presión progresiva ejercida por EE-UU, la UE, la comunidad internacional, y la posterior transformación del mapa político regional se encargarían de desembarazarse de Taylor más adelante. Este último factor sería determinante cuando los gobiernos de los estados limítrofes finalmente emplearan sus mismas técnicas.

En el interim, Sakoh, había dirigido su atención a Sierra Leona donde un gobierno corrupto apoyado por los militares se mantenía en el poder. Tras fundar el Frente Unido Revolucionario (RUF), reclutó a soldados y en 1991 – con ayuda de Taylor – provocó una guerra civil que degeneró en una lucha por el control de los yacimientos de diamantes del país. Con el tiempo, el RUF cayó bajo el dominio de jóvenes milicianos – muchos de ellos niños-guerreros reclutados a la fuerza - sin disciplina alguna y adictos a las drogas, mientras que la conducta de Sakoh se tornaba más brutal.

En 1997, un golpe de estado que derrocó al presidente Kabbak de Sierra Leona fue apoyado por el RUF, pero posteriormente este último dirigió una cruel campaña contra todos aquellos sospechosos de ser partidarios del depuesto presidente, con saqueos, mutilaciones, violaciones y asesinatos a gran escala que escandalizaron a la comunidad internacional, hasta que en 1998 Kabbak recuperó el poder con ayuda de ECOMOC.

Los hechos provocaron éxodos masivos de rebeldes partidarios del RUF y de refugiados a rebosantes campos de acogida ubicados más allá de las fronteras, en Liberia y Guinea. No obstante, tales movimientos de guerrillas, aterrorizados civiles y tropas gubernamentales en pos de éstos, se producían en diversas direcciones con el transcurso del tiempo entre los tres países - según dictaban  los acontecimientos - dentro del contexto de un descontrolado tablero de ajedrez.

Así pues, en 1999 Liberia y Guinea – cuyos gobiernos presididos por Charles Taylor y Lasana Conté respectivamente estaban en beligerancia – enviaron simultáneamente tropas al territorio contrario en supuesta persecución de rebeldes, que ambos alegaban recibir apoyo del otro. Y un año más tarde, efectivos de Sierra Leona y Liberia atacaban a 400.000 refugiados liberianos y sierraleoneses, que se hallaban atrapados en la parte de Guinea próxima a Liberia y Sierra leona con el ejército Guineano a sus espaldas. Las Naciones Unidas y la comunidad internacional no podían permanecer al margen de una situación que amenazaba  con hacer temblar los cimientos del África Occidental. 

Diario Exterior (España)

 


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