El candidato presidencial por el Partido Republicano, Mitt Romney, así como otros candidatos presidenciales de su partido, tan recientemente como la pasada semana, en su discurso ante la convención, han repetido, al referirse al tema, que “Obama ha sacrificado a un amigo por egoísmo y conveniencia personal”.

La manera en que el electorado perciba el enfoque del presidente Obama con respecto a Israel tendrá serias implicaciones en nuestra política doméstica y foránea, más allá de esta elección. De acuerdo a cómo intuyan este fenómeno, así votarán árabes, judíos, cristianos evangélicos, musulmanes, liberales y conservadores. Hoy en día la posición con respecto a Israel define tanto las diferencias entre los partidos como sus perspectivas en asuntos políticos, económicos y culturales. Además, en concordancia con el punto de vista de cada cual con respecto a Israel, estarán sus criterios en cuanto a energía, las guerras de Irak y Afganistán, la amenaza islamita, el proyecto nuclear iraní, la política hacia Cuba y Venezuela, el conflicto sirio, la intervención en la guerra de Libia y lo que puede esperarse del presidente “hermano musulmán” de Egipto, Mohamed Morsi.

Sorprendentemente hoy en América (Sur y Norte) son los conservadores y la centro derecha los que más apoyo y comprensión tienen para el estado judío, en tanto que la izquierda y los más liberales tienden a defender las causas de sus enemigos, tal como lo refleja la prensa europea y latinoamericana, quizás por vestigios de la vieja lucha contra el imperialismo yanqui. De acuerdo a encuestas recientes se ha comprobado que son los conservadores republicanos los que encabezan el apoyo a Israel seguido por republicanos en general, demócratas de centro, y centro izquierda y, al final, los demócratas liberales.
Israel ha logrado conseguir durante la mayor parte de su existencia el apoyo bipartidista en Estados Unidos. Este hecho ha marcado un hito en las relaciones exteriores de USA; pero el distanciamiento en general del discurso entre demócratas y republicanos, además de la polarización en que ésta y otras campañas han sumergido al país, podría cambiar esta situación tan conveniente para ambos estados. Aunque el gobierno norteamericano es presidencial, tanto el Congreso como el Senado tienen mucho peso en la política internacional de USA. Aun así, muchos piensan que en el caso de salir Romney electo, estas relaciones serían las más cordiales y cálidas de la historia, en tanto de que si Obama es reelecto poco bueno debe esperar Israel de su gobierno en este segundo mandato.

Esta teoría está basada en los hechos. Si analizamos cuál ha sido la postura de Obama con respecto a los dos temas más álgidos de la política del Medio Oriente –los palestinos e Irán– en ambos casos el presidente ha estado lejos de beneficiar los intereses de Israel. En el caso palestino, específicamente, ha tratado de hacer ver que los asentamientos israelíes son los responsables de que el proceso de paz no continúe y no la negativa de los palestinos a reconocer a Israel como un estado judío y a detener la violencia proveniente de Gaza. Asimismo instó al estado israelí a que regrese a las fronteras de 1967, lo cual sería suicida. Con respecto a Irán, no ha hecho nada por detener el desarrollo de armas nucleares ni ha apoyado el incremento de las sanciones para conseguirlo. No me extrañaría que en un segundo periodo tratara de iniciar conversaciones con Irán, como prometió hace tiempo y restableciera relaciones diplomáticas, tal cual las sostienen los europeos, latinoamericanos y asiáticos, quienes, de facto, con su actitud, apoyan las declaraciones de Mahmoud Ahmadinejad de borrar a Israel de la faz de la tierra.

Por lo demás son plenamente conocidas las afiliaciones y simpatías de Obama, su admiración y respeto por personajes antiamericanos y anti israelíes como Ali Abunimah, el profesor Edward Said y Rashid Khalidi. Creo que será difícil olvidar la excesiva genuflexión ofrecida ante el monarca saudí y el erróneo mensaje que envió. Ya veremos qué pasa en noviembre.