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27/07/2012 | El sueño truncado

Roland Behar

La llamada “primavera árabe” ha sido el sueño truncado por lograr una sociedad sin sectarismos, donde musulmanes y cristianos pudieran vivir en paz en democracias pluralistas.

 

Especifico cristianos y musulmanes puesto que los judíos, quienes habían vivido por más de dos mil años en algunos de estos países, fueron expulsados en los 50 y los 60 como resultado de las revoluciones nacionalistas que acaecieron en esos años contra las metrópolis europeas o los monarcas que los gobernaban. Solo las sortearon Arabia Saudita, Jordania y los Emiratos, los cuales aún hoy se encuentran bajo un sistema monárquico.


De esta reyerta han salido ganadores y perdedores como en cualquier contienda humana. Los más connotados son los altos estamentos de la Hermandad Musulmana hasta ayer perseguidos, acorralados y encarcelados por las dictaduras Baathsistas y siempre bajo el ojo atento de los aparatos de inteligencia occidentales, dada su historia y esencia extremista e islamista, además de ser cantera ideológica y de militantes de cuanto grupo terrorista árabe ha campeado por aquellos lares y otras geografías desde siempre: léase Hamas, Yihad Islámica y otros.


El escudo de la hermandad musulmana explica claramente su naturaleza bélica: las espadas fortalecen la militancia del grupo que como armas tradicionales, simbolizan el islam histórico. A la vez confirman el compromiso de la Yihad contra los infieles. El Corán demuestra la base espiritual. El lema, “estar preparado”, es una referencia a un verso del Corán acerca de la preparación para combatir a los enemigos de Dios que, por supuesto, son los “infieles”, no musulmanes. Estos caballeros son quienes hoy detentan el poder en Egipto, Libia, Túnez, pronto en Siria y, como consecuencia, el Líbano. Estos son los ganadores.


Entre los perdedores están en primera fila los sectores árabes y occidentales que soñaron con la posibilidad de que la primavera árabe deviniera en un fructífero verano, cuya cosecha, por primera vez en toda la historia, fuera el triunfo de la democracia en esos parajes, la formación de estados de derecho, en los territorios otrora divididos caprichosamente por las metrópolis europeas, a partir de la primera guerra mundial.
Otros perdedores que ya pagan con vidas y hacienda son los cristianos árabes, entre ellos los coptos egipcios, cuya vida aceptable cuando Mubarak se ha convertido en un infierno bajo los nuevos jerarcas de la Hermandad Musulmana. Algo parecido –aunque en menor medida– les ha sucedido a los cristianos palestinos que malvivían en las áreas autónomas y en Gaza, cuya población ha disminuido considerablemente ante el éxodo de los mismos.


Pero los mayores perdedores son los palestinos en general y, específicamente, la Autoridad Palestina presidida por Mahmud Abbas. Su protagonismo se ha visto disminuido en el panorama del Medio Oriente ante eventos de muchísima mayor trascendencia para Occidente. Los países árabes, que, por supuesto, jamás concedieron a los palestinos su ciudadanía, les han mantenido durante décadas hacinados en horribles campos de refugiados bajo pavorosas condiciones sanitarias, están mucho más preocupados por el resultado de la “primavera” que, como siempre, por la suerte de los palestinos a quienes han utilizado como mascarón de proa para sus maniobras políticas domésticas y foráneas, para demostrar su independencia post colonial y la “defensa de la dignidad de los árabes”.


Bajo la égida de la Hermandad Musulmana en Egipto, Libia y Túnez, donde ya se habla del sexto Califato, se escucha con mucho más énfasis las diatribas antiisraelíes, y se observa un acercamiento por parte de las masas hacia las posiciones extremistas de Hamas y un alejamiento de la Autoridad Palestina por ser considerada por los islamistas como una entidad compuesta por débiles y semitraidores que negocian con el enemigo sionista. Esto incide tremendamente en la cooperación económica y estratégica por parte de sus paisanos de la que la Autoridad Palestina ha gozado para sostener su perfil internacional así como los enormes gastos y lujos de su nomenclatura.


Los recientes acercamientos de la Autoridad Palestina con Hamas han provocado la interrupción del proceso de paz y las negociaciones con Israel dado el carácter terrorista de Hamas, criterio compartido por Estados Unidos y los países occidentales, lo cual también incide no sólo en el apoyo a su causa, sino en el abastecimiento de sus arcas.
Ante la inminencia del peligro que constituye la posibilidad de un Irán con arsenal nuclear y la matanza diaria en Siria, el conflicto árabe-israelí ha pasado a un segundo plano. Irán y Siria acaparan la atención de sus vecinos y de Occidente. Lo demás, por el momento, es escenografía. Ya veremos.


beharro@gmail.com

Miami Herald (Estados Unidos)

 


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