En aquella ocasión, la ira de millares de angelinos (negros, latinos) se vio retroalimentada, no mediante las redes sociales que aún no existían, sino a través de las mismas cadenas de tv que con el recurso a helicópteros y unidades móviles garantizaron una amplia cobertura de los seis días de destrozos, saqueos e incendios que dejaron 60 muertos, 2 mil heridos, 3,600 edificios incendiados, 1,100 de ellos destruidos y mil millones de dólares en daños.

Si en el Londres también multirracial de David Cameron el detonante para el estallido de hace una semana fue el asesinato en el barrio norte de Tottenham, de un solo disparo policial en el pecho, de Mark Duggan, 29 años, en Los Ángeles el detonante fue el veredicto de un jurado mayormente blanco —diferente al nombrado en un inicio— que ese 29 de abril exoneró de todos los cargos menos uno a cuatro policías que un año antes, el 31 de marzo de 1991, habían golpeado casi hasta la muerte, al borde de una autopista, al delincuente negro bajo libertad condicional por robo, Rodney King. Éste había recibido un alto pero no quiso detenerse en su moto por temor a los agentes. Quiso la mala suerte para los uniformados que un videoaficionado, George Holliday, grabara la brutal golpiza, que por supuesto dio la vuelta al mundo. Las protestas, menores, se extendieran a Las Vegas, Atlanta, San Francisco, Oakland, Nueva York, Chicago, incluso hasta Toronto.

Más allá del trasfondo social, racial y económico de ambos estallidos, es de destacar que pese a que la así llamada doctrina de la Tolerancia Cero (Zero Tolerance) ya existía bajo la doble administración neoconservadora de Ronald Reagan (1981-89), el supuesto “gurú” de ese método, William Bratton, hoy convertido en exitoso consultor internacional y cuyos servicios ya han sido solicitados por Cameron, nunca recurrió al mismo. Así lo dice al menos el propio Bratton cuando se disponía a viajar a Chile como consultor: “Nueva York nunca aplicó la tolerancia cero, lo que aplicó fue una policía comunitaria” (El Mercurio, 11-04-1999). Aún más: “Decir que la estrategia policial de tolerancia cero cambió fundamentalmente a Nueva York, como si deshaciéndose de los que lavan parabrisas y los mendigos pudiera en sí reducir los índices de robos armados y robos de moradas, es una simplificación exagerada y crasa”. Para más información recomendamos el excelente ensayo sobre Bratton del experto Juan Albornoz, “Tolerancia cero: un mito peligroso” (Revista Criterio, 1999, http://www.revistacriterio.com.ar).