A diferencia de anteriores excarcelaciones como en 1963 o 1979, cuando unos 4,500 cubanos anticastristas fueron liberados a cambio de que EEUU los recibiera, los disidentes del Grupo de los 75 han podido elegir si se van o se quedan. Según la prensa en La Habana, de los primeros 23 excarcelados 11 se han quedado en Cuba (en su mayoría militando en la disidencia) y 12 prefirieron irse. Sería éste también el caso de los cinco presos que podrían salir de inmediato.

Cinco aspectos se pueden destacar del acuerdo: 1) que, desde el 19 de mayo, el interlocutor más idóneo del gobierno ha resultado ser otra instancia cubana, la Iglesia católica local, en el pasado confrontada a la revolución, que sin embargo mantuvo buenas relaciones con el Vaticano, en especial con el papa Juan Pablo II. 2) Esto satisface el reclamo del liderazgo cubano en contra de las intromisiones externas, en el entendido de que “se nos deje a los cubanos resolver nosotros mismos nuestros problemas”. 3) No sólo el liderazgo católico o la disidencia quieren una apertura; también figuras relevantes del arte y la cultura como Pablo Milanés o Silvio Rodríguez, quien en diciembre dijo que Cuba “pide a gritos” la “revisión de muchas cosas” y que se pueda “decir, criticar, opinar, discutir”. 4) Tanto Raúl Castro como Barack Obama están avanzando hacia un nuevo estatus bilateral, lo que sin duda beneficia el diálogo interno. 5) Ante el grave deterioro económico de la isla, que preocupa por igual al gobierno cubano y al liderazgo católico, un acuerdo como el de ayer, con los oficios del canciller Moratinos, puede ayudar a reactivar el comercio con la Unión Europea, condicionado a las libertades internas; máxime ahora que el Comité de Agricultura del Congreso de EEUU aprobó un proyecto de ley que levanta las restricciones a las exportaciones agrícolas, junto a otras medidas que en los hechos están aliviando el bloqueo de cinco décadas.