La reestructura del equipo de seguridad nacional que ha emprendido Obama está concebida para ayudar a reacomodar el enfoque del demócrata sobre la cada vez más impopular guerra en Afganistán, que el próximo 7 de noviembre cumplirá diez años —junto a los atentados terroristas del 11-S—, cuyo desmonte incluye la retirada progresiva de 100 mil tropas, así como la salida de las fuerzas que aún quedan en Irak.
Para comandar esta misión, Obama ha elegido al frente del Pentágono a un civil —en reemplazo de Robert Gates— cuyo principal mérito, se dice, es ser un gran conocedor de los pasillos de Washington: Leon Panetta, hijo de inmigrantes italianos, nacido hace 72 años en California, nombrado en 2009 al frente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de donde parece salir con aplausos después del tremendo fiasco de seguridad que supusieron los atentados del 11-S y sus 3 mil muertos. Pero Panetta es también experto en el manejo de los números, como ex jefe de la Comisión de Presupuesto de la Cámara baja y del Tribunal de Cuentas Estadunidense con Bill Clinton. De ahí su segunda pero prioritaria misión: reducir el profundo agujero presupuestario del Pentágono, que casi triplicó sus gastos de 2001 a 2011, equivalentes a 40% de los gastos militares mundiales.
La oficina de Panetta será ocupada por el general de cuatro estrellas, David Petraeus, otro hijo de inmigrantes (holandeses), nacido en Nueva York hace 58 años, apodado King David por sus detractores; una forma de reconocer, sin embargo, sus altas dotes de estratega. De hecho, se dice de él que sus aspiraciones “van más allá de la milicia” y no se descarta una futura pugna por la Casa Blanca.
Nombrado en 2010 jefe de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) en Afganistán tras 20 meses como jefe del Mando Central de EU, la Casa Blanca confiaba en que repitiera en Afganistán su éxito en Irak, donde en 2007-2008, como máximo responsable militar de EU en la Fuerza Multinacional, logró reducir la violencia involucrando a suníes en milicias paramilitares. Considerado un “soldado intelectual”, “increíblemente inteligente”, este paracaidista, doctort en relaciones internacionales en Princeton, es al menos uno de los pocos militares de EU empeñados en aprender de los errores, en primer lugar el estruendoso fracaso de EU en Vietnam en la década 1965-1975.
