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25/05/2014 | Qué permanece de Pablo VI, próximo beato

Sandro Magister

Fue el Papa que guió los primeros pasos de la Conferencia Episcopal Italiana, también en la infatigable defensa del matrimonio indisoluble. Hoy Francisco toma el mando de la CEI. Con monseñor Galantino como copiloto

 

En la tarde de hoy el papa Francisco iniciará, con un discurso, los trabajos de la asamblea plenaria anual de la Conferencia Episcopal Italiana.

Será la primera vez que un pontífice realizará un acto de tal importancia y significado, anteponiéndose al presidente a cargo de la CEI, quien tomará la palabra sólo al día siguiente.

Esto es ya un acontecimiento fuera de lo común. Pero en estos mismos días sucedieron otros dos hechos que rozan también lo profundo de la vida de la Iglesia italiana, en su pasado, en su presente y quizás en su futuro próximo.

El primero es el anuncio que Pablo VI – el Papa que "creó" la actual CEI – será beatificado pronto.

El 10 de mayo el papa Francisco autorizó a la Congregación de las Causas de los Santos a promulgar el decreto que certifica canónicamente un milagro atribuido a la intercesión de Pablo VI y en el mismo día oficializó que el rito de beatificación del papa Giovanni Battista Montini será celebrado en el Vaticano el próximo 19 de octubre.

El segundo hecho es la proyección del cuadragésimo aniversario del referéndum del 12 de mayo de 1974 que sancionó definitivamente la introducción del divorcio en Italia.

La ley que permitía el divorcio había sido votada por el Parlamento italiano el 23 de noviembre de 1970, mientras Pablo VI hacía una parada en Filipinas durante su largo viaje a Extremo Oriente y a Oceanía. Un grupo de acreditados laicos católicos, entre ellos Gabrio Lombardi, Gabrio Lombardi, Sergio Cotta, Augusto Del Noce y Giorgio La Pira promovió un referéndum popular con la finalidad de abrogarla. El referéndum se celebró casi cuatro años después. Pero el propósito de anular el divorcio fue rechazado con el “no” de casi el 60% de los votantes.

La Iglesia italiana y Pablo VI vivieron por primera vez como un giro dramático ese cambio de época.

Aquí se incluye texto de los dos discursos que el papa Montini dirigió al episcopado italiano inmediatamente antes y poco después de ese memorable 12 de mayo de 1974.

*

El primer discurso, del 9 de mayo de ese año, fue pronunciado con ocasión de la inauguración de la nueve sede de la Conferencia Episcopal:

> "Noi siamo lieti…"

Al dirigirse al consejo permanente del episcopado italiano, Pablo VI dijo:

"En este momento no podemos callar nuestra plena adhesión a la posición tomada – por fidelidad al Evangelio y al permanente magisterio de la Iglesia universal – por el episcopado italiano en las presentes circunstancias por la defensa y por la promoción religiosa, moral, civil, social y jurídica de la familia".

Y agregó con su densa y elegante prosa, en una época web fuera de moda pero no por eso menos clara y eficaz:

"La afirmación, hecha por ustedes, pastores sabios y responsables de toda la comunidad eclesial italiana, respecto a la indisolubilidad del matrimonio, fundada sobre la palabra de Cristo y sobre la esencia misma de la sociedad conyugal, exige también de nosotros, y de nosotros en primer lugar, abierta confirmación, la cual no es sugerida por una consideración unilateral de la cuestión, ni quiere tener ninguna resonancia polémica, sino que quiere reconocer públicamente la autoridad de vuestra notificación pastoral, y quiere volver a proponer junto con ustedes y con confiado respeto a cuantos tienen en el corazón la plenitud incondicionada del amor entre los cónyuges, la firmeza de la institución familiar, el deber de protección y la educación amorosa de la prole por parte de los progenitores, un tema que es muy grave".

*

El posterior discurso de Pablo VI a los obispos italianos respecto a la entonces confirmada ley del divorcio remite al 8 de junio de 1974, en la homilía de la Misa que el papa Montini concelebró durante la asamblea general de la CEI de ese año:

> "Eccoci ancora una volta uniti…"

En ella Pablo VI lamentó de este modo el resultado del referéndum:

"Esto nos ha procurado a nosotros la dolorosa confirmación de ver documentado cuántos ciudadanos de este siempre muy querido país no han sido solidarios en un experimento relativo a un tema – la indisolubilidad del matrimonio -, que habría debido encontrarlos mucho más concordes y más comprensivos, por indiscutibles razones civiles y religiosas".

Además, Pablo VI criticó en forma muy firme a esos consistentes sectores del mundo católico que se habían rehusado a apoyar el referéndum contra el divorcio, y también se habían pronunciado públicamente a favor del “no” a la abrogación de la ley:

"Hacemos un paterno llamado a los eclesiásticos y religiosos, a los hombres de cultura y de acción, y a tantos queridísimos fieles y laicos de educación católica, los cuales no han tenido en cuenta, en esta ocasión, la fidelidad debida a un explícito mandamiento evangélico, a un claro principio de derecho natural, a un respetuoso reclamo de disciplina y comunión eclesial, tan sabiamente enunciado por esta Conferencia Episcopal y por nosotros mismos convalidado: los exhortamos a todos a dar testimonio de su declarado amor a la Iglesia y de su retorno a la plena comunión eclesial, comprometiéndose con todos los hermanos en la fe al verdadero servicio del hombre y de sus instituciones, a fin que estén internamente cada vez más animados por un auténtico espíritu cristiano".

*

Hoy, estas palabras de hace cuarenta años de Pablo VI podrían provocar no pocas sonrisas de conmiseración también en el interior de esa Iglesia que se apresta a elevarlo a la gloria de los altares.

Pero permanecen esculpidas para siempre esas frases suyas en apoyo de la "indisolubilidad del matrimonio fundada sobre la palabra de Cristo y sobre la esencia misma de la sociedad conyugal", para defender y promover por la "fidelidad debida a un explícito mandamiento evangélico".

Sigue manteniéndose grabado su llamado a la "promoción" de la familia como realidad no sólo "religiosa" y "moral", sino también "civil, social y jurídica".

También sigue conservándose intacta su referencia al "magisterio constante de la Iglesia universal".

Son frases y referencias que no pertenecen, entonces, sólo a un Juan Pablo II obsesivamente fijado sobre la vida y la familia – como les gusta pensar a muchos – sino también a ese Pablo VI que hoy, en la imaginación de muchos, es retratado como un Papa más abierto a la modernidad que su sucesor polaco y menos inclinado a intervenir personal y públicamente en el campo político. En síntesis, como un precursor del papa Francisco.

El 19 de octubre, cuando Pablo VI sea proclamado beato por el papa Francisco, concluirá también la primera sesión del próximo sínodo de los obispos, convocado precisamente para reflexionar sobre el tema de la familia.

Es fácil prever que la cuestión de la introducción del divorcio en las legislaciones civiles no estará esta vez en el centro de la discusión sinodal, porque el tema principal de disputa ha pasado a ser más bien – con tonos particularmente brillantes - el de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar.

Ésta es ya una variación no menor. Es como si de la disputa en el ágora pública sobre la disolución del matrimonio como institución "natural" – autorizada casi en todas partes por las leyes del divorcio – se hubiera pasado ahora a la disputa absolutamente interna a la Iglesia sobre la disolución del matrimonio "sacramental", presupuesta de hecho por quien quiere dar la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar.

Disolución abiertamente admitida ahora – como "valiente reformulación de la doctrina de la indisolubilidad" una vez constatada por los cónyuges "la muerte del vínculo" – por un teólogo como Andrea Grillo, profesor en el Pontificio Ateneo de San Anselmo, en Roma, en una entrevista publicada en "il Foglio" el 13 de mayo pasado y en un libro puesto a la venta en estos días en Italia:

A. Grillo, "Indissolubile? Contributo al dibattito sui fedeli divorziati risposati", Cittadella Editrice, Assisi, 2014.

Pero en un futuro no lejano podrá ser también candente el debate sobre la actitud pastoral que se llevará a cabo respecto a los "matrimonios" o uniones entre las personas del mismo sexo. Basta ver la guerra sin cuartel que en este sentido enfurece desde hace años a la comunión anglicana.

En este contexto será interesante ver si y cómo serán recordadas y actualizadas las palabras claras y nítidas pronunciadas por Pablo VI hace cuarenta años. Mañana en el sínodo, y hoy entre los obispos italianos.

Entre ellos, entre tanto, han suscitado asombro y han impresionado las declaraciones del secretario general impuesto por el papa Francisco a la CEI, el obispo Nunzio Galantino, en una entrevista publicada hace pocos días:

"En el pasado nos hemos concentrados exclusivamente en el no al aborto y a la eutanasia. No puede ser así, en el medio está la existencia que se desarrolla. No me identifico con los rostros inexpresivos de quienes recitan el Rosario fuera de las clínicas que practican la interrupción del embarazo, sino con esos jóvenes que son contrarios a esta práctica y luchan por la calidad de las personas, por su derecho a la salud y al trabajo".

Y también en respuesta a la pregunta "¿Cuál es su augurio para la Iglesia italiana?":

"Que se pueda hablar de cualquier tema: de los sacerdotes casados, de la Eucaristía a los divorciados, de la homosexualidad, sin tabúes, partiendo del Evangelio y dando razón de las propias posiciones".

__________


Respecto a la consideración que el papa Francisco tiene de Pablo VI, véase el juicio extraordinariamente positivo que ha dado de la más discutida encíclica de ese Papa que próximamente será beato:

> Francisco, el Papa de la "Humanae vitae"

__________


Traducción en español de José Arturo Quarracino, Buenos Aires, Argentina.

Chiesa (Italia)

 



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