En diciembre 2010 FAO estimaba que 33 países estaban con crisis de alimentos severas o moderadas. En 17 de ellos eran peores que las que llevaron a revueltas sociales en el 2008.
Creció a más de 1.000 millones el número de hambrientos. Robert Fox de Oxfam, Canadá, explica "no hay un problema de falta de alimentos en el mundo. Los precios están fuera del alcance de los más pobres. El hambre no es un problema de producción de alimentos, sino de ingresos".
Ya la FAO había advertido que "los recientes episodios de extrema volatilidad de precios en los mercados agropecuarios internacionales anuncian riesgos crecientes y más frecuentes para la seguridad alimentaria del mundo".
Junto a los daños causados por el calentamiento global, la sustitución de cultivos por los agrocombustibles, y la concentración de la propiedad de la tierra, y los aumentos en la demanda de China y la India, está la especulación.
Se está produciendo una burbuja en los precios debido a operaciones especulativas que replican lo sucedido en las burbujas hipotecaria, y de los derivativos, que generaron la gran crisis económica mundial iniciada en el 2008.
El Relator de la ONU para el derecho a la alimentación Olivier De Schutter refiere como opera (
El País, 19/3/11): "Los especuladores activos en este sector apuestan por precios altos (a futuro). Los operadores de los mercados reales reaccionan y los siguen: primero retrasan la ventas de los alimentos al mismo tiempo que pujan por comprar. Esto siempre en un marco de temor por precios más altos, lleva a crear una escasez artificial de los productos y a anticipar precios altos. Se convierte en una profecía autocumplida". Los más perjudicados son los consumidores, y los pequeños agricultores.
Propone soluciones concretas: regulaciones de los mercados de futuros, transparencia en los mercados, incentivos para los agricultores, precios estables para ellos.
Coincide con Oxfam, "producimos suficiente para alimentar el mundo, si los mercados funcionasen bien y la gente tuviera la capacidad adquisitiva para comprar los alimentos disponibles, no habría hambre". Afirma "el hambre es un problema político, de justicia social".
Esta injusticia radical, causa más de miles de muertes de niños por día, y agotó la paciencia de los pueblos. Hay coincidencia en que un factor central en la explosión social democratizante que sacude al mundo árabe, fue la suba del precio de los alimentos. Dictaduras autoritarias y cleptocráticas, de décadas, que crearon sociedades con altísima exclusión social sumidas en la desnutrición, y la desocupación, encontraron allí su límite histórico.
Se imponen cambios urgentes que aseguren a cada ser humano, el más elemental de los derechos, el de alimentarse.
*Termina de publicarse una nueva obra del autor "Escándalos éticos" (temas, 2011).kliksberg@aol.com