Doce días después de haber dejado atrás su hogar en Mitzpe Hila, los padres del soldado Gilad Shalit llegan esta tarde a Jerusalén acompañados de cientos de miles de personas para dirigirse junto a la residencia oficial del primer ministro, Benjamin Netanyahu. El mandatario no estará allí para verlo porque se encuentra de viaje en EE. UU.. Pero tendrá tiempo, porque la familia del joven militar capturado en Gaza en 2006 ha dicho que no se moverá del sitio, ni de día ni de de noche, hasta que su hijo sea liberado.
La marcha, que ya invade las calles dentro el recorrido previsto protegida desde el aire por helicópteros, es una marea humana y de banderas de Israel con la silueta de Gilad impresa en azul. Las primeras estimaciones apuntan a que en ella participan más de 200.000 personas, -buena parte de ellos adolescentes y jóvenes-, a las que se espera se unan todavía más cuando la protesta se concentre en el céntrico Parque de la Independencia.
De momento, quienes se han sumado ya a la movilización han sido el ministro de Servicios Religiosos, Yaakov Margi, y el del Interior, Eli Yishai, del partido ultrarreligioso Shas, para quien esta iniciativa es, sobre todo, una forma de apoyar y dar fuerza a la familia Shalit. Pero Yishai, como tantas veces, no ha perdido oportunidad de intentar comprometer a Netanyahu cuando ha dicho hoy que “el hecho de que Gilad no esté aquí significa que no hemos hecho lo suficiente”. El jueves, en declaraciones a la Radio Israel, señalaba que personalmente estaría dispuesto a reunirse “en cualquier parte del mundo con cualquiera, incluido alguien de Hamas”, para conseguir devolver al soldado cautivo a su casa. Las intenciones del primer ministro, por supuesto, no van por ahí.
Decisiones difíciles
Obligado por la creciente presión popular, Benjamin Netanyahu comparecía el pasado viernes para ofrecer explicaciones a la nación acerca de los esfuerzos que ha desarrollado para intentar recuperar al soldado y para dar cuenta de hasta donde está dispuesto a llegar. Sobre lo primero, reconoció
haber aceptado liberar 1.000 prisioneros palestinos. En cuanto a lo segundo, reiteró que hay límites que no va a cruzar, y que ninguna excarcelación incluirá a condenados por atentados terroristas.
La sociedad israelí reclama el regreso de Gilad Shalit, aún a costa de que haya que adoptar decisiones difíciles. No obstante, el sector de población que está en contra de que el canje beneficie a destacados presos con las manos manchadas de sangre en grandes atentados es importante. Entre ellos, destaca la asociación Three Fathers, que integra a familiares de víctimas de los ataques de la Intifada, y que también tienen previsto protagonizar sus propias movilizaciones en Jerusalén para hacer oír su voz.