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20/02/2010 | El Mossad en Dubai, misión cumplida

Laura L. Caro

¿Logró el Mossad su objetivo de asesinar en Dubai a Mahmud al Mabhouh?, la respuesta es sí. ¿Fueron sus ejecutores atrapados por el enemigo?, la respuesta es no. Por lo tanto, misión cumplida.

 

Una semana después de que el jefe de la Policía del Emirato, Dhafi Khalnaf, revelara al mundo entero las fotos de los agentes que supuestamente cometieran el crimen, abriera la espita de los pasaportes falsos y apuntara a los Servicios secretos israelíes, muchos en este país se preguntan…¿y qué?.

La tormenta diplomática amaina. La reacción inicial del primer ministro del Reino Unido, Gordon Brown, reclamando una “investigación a fondo”, y el espanto de Londres, Dublín y París pidiendo con urgencia explicaciones a los respectivos embajadores de Israel parece haberse quedado en nada. Israel no sabe nada. Sus embajadores tampoco. No hay evidencias, y en Jerusalén, la gente aborda esta historia con una sonrisa y un guiño de condescendencia triunfal.

Papeles cocinados

Sobre todo ahora que empieza a saberse que, al menos la documentación británica, -y según desvelaba ayer el Der Spieguel berlinés, también la alemana-, son genuinas. Nada de papeles cocinados en una sofisticada imprenta clandestina. Pasaportes auténticos, extendidos a nombre de judíos reales de esas nacionalidades que luego viven en Israel… pero que se hicieron incorporando fotos de otros. ¿Saben los indignados países occidentales más de lo que reconocerán nunca? Se ha descubierto también que los verdugos utilizaron móviles austriacos, y Viena no ha abierto la boca. Que los pagaron gastos de hotel con tarjetas de crédito de un banco norteamericano, pero EE.UU. también calla.

¿Estaban todos al tanto? Los indicios parecen sugerir que sí. Y que si los señores de Europa, -por cierto, todos aliados de Israel- han puesto el grito en el cielo, ha sido solo para mantener el tipo, vista la audacia dubaití de ventilar urbi et orbe semejantes asuntos sucios en mitad de una rueda de prensa. Una cosa es colaborar en las sombras con los excesos del Mossad, y otra que lo sepa todo el planeta.
 
La clave está en el muerto. Que la identidad de Mahmud al Mabhouh no fuera familiar para la opinión pública hasta hace ocho días, no quiere decir que fuera un extraño. Su hoja de servicios en nombre de la yihad incluye el mérito de haber cofundado en el pasado las Brigadas de Azzedin Al-Qassam, el brazo armado de Hamás responsable de más de la mitad de los asesinatos cometidos en Israel en la última década.
 
Pero en el presente, su currículum le acreditaba, en esencia, como la figura crucial de la red de tráfico de armas en Oriente Próximo. De hecho, se cree que estaba en Dubai para cerrar el envío de un arsenal procedente de Irán y destinado a los islamistas Gaza. Eso se llama terrorismo, y la guerra para combatirlo es global. Aquello de la legalidad internacional es otra cosa. Lo importante es que ahora, Mabhouh descansa en paz, Israel un poco más que antes. Y Europa, sin duda, también.
 
Objetivo cumplido
 
Porque la lección de Dubai va más allá de la eliminación del palestino. Cuando el ruido termine, por encima de la ambigüedad de Tel Aviv y de los respingos occidentales, habrá calado la disuasión. Ahora está claro que el Mossad consiguió infiltrarse a fondo en el emirato. Y ganar mercenarios entre las filas de Al Fatah, si al final se demuestra que los dos palestinos apresados en Jordania en relación al complot trabajaban para esa organización. Meses atrás, Líbano ya detuvo a decenas de sus ciudadanos acusándoles de servir hace décadas a Israel.
 
A estas horas, Hizbulá, Hamas, o Siria pueden estar escrutando sus filas, temerosos de topos, dobles agentes, o de ser golpeados otra vez en cualquier momento. En cualquier lugar. Por no hablar de Irán. Porque, según el reputado analista Aluf Benn, lo que Dubai ha destapado no es más que otro paso en la “guerra fría” encubierta de Israel contra Irán, la lucha por impedir que los ayatolás consigan la bomba, y que pasa por pelear palmo a palmo “la influencia y el peso” de cada uno de ellos en Oriente Próximo.
 
El misterioso asesinato del jefe militar de Hizbulá, Imad Mughniye, en Damasco; el del científico Masud Ali Mohmmadi en Teherán, los bombardeos de un reactor nuclear en Siria, de un cargamento de armas en Sudán, o Mahbouh, figuran como los restos de esa batalla que luego nadie reivindica, pero que se atribuye en solitario a Israel. Aunque, como sugiere el ex general judío Uzi Eilam, “al lado de aquellos que en realidad cometen los actos, hay otros elementos que están interesados en ello”.
 
El precio de lo ocurrido en Dubai para Israel puede ser pronto un atentado. Hamas ha anunciado venganza, que su líder “duro” Mahmmud Al Zahar ha advertido que recaerá en Occidente si se demuestra que asistió al “enemigo sionista”. Pero la misión ya está cumplida.

ABC (España)

 


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