La Presidente Cristina Elisabet Fernández Wilhelm decapitó sin miramientos a un aquelarre opositor carente de brújulas, ideas y referentes potables, en un comicio que lícitamente es calificado, por estos momentos, de "Cristinazo". Cabe, sin embargo, echar un vistazo al futuro inmediato de la Argentina. Un panorama que comienza a cobrar forma tras la macabra sonrisa del verdugo.
Barrió
Cristina, viuda de Kirchner, en unas Presidenciales cuyo resultado era
conocido, en la previa, incluso por ciegos, sordos y mudos.
El cristinismo -valga la ironía- ha sepultado al kirchnerismo por
partida doble, no solo a la oposición. Cumple el nucleamiento ideológico del
poder oficialista con una prerrogativa fundamental para aterrizar
satisfactoriamente en la psiquis del votante, sea del color que sea:
condimentar el "más de lo mismo" con alguna dosis de falsa pero reciclada
esperanza. Porque, como es bien sabido, la obsolescencia planificada de las
plataformas políticas es condición sine qua non para aspirar a nuevas
etapas. Cualquier otro partido hace tiempo que hubiera ya sucumbido ante las
portadas de Clarín, el ahorcamiento de los mercados o, simplemente, la nerviosa
movilidad de los ahorros escondidos bajo el colchón.
No
obstante, el nudo del problema reside en el perception management de
la supuesta esperanza. De esta manera, así como los guerrilleros colombianos de
las FARC trocan conceptos como "secuestro extorsivo" por
"retención", el oficialismo local también se ha encargado de
reinterpretar el diccionario y, con él, la realidad: "inflación"
equivale a "tensión derivada del crecimiento"; "subsidio"
se ha reemplazado por "justicia social" o "asignación universal
por hijo", y así sucesivamente. Hace algunos años, fue Hebe María Pastor
de Bonafini quien confesó que George Orwell era su autor favorito...
En esta
hábilmente pulida celada han caído no solo aspirantes de la vereda de enfrente,
sino también los medios, siendo el Grupo Clarín el mayor damnificado. Sin
importar lo desprolijo de la operatoria que el Gobierno Nacional montara para
clavarle las uñas a Papel Prensa, debe anticiparse que el plan continuará su
marcha. Finalmente, los motivos para garantizarlo no se explican solamente a
partir de la reinterpretación de la realidad que propugna el poder: el alto
mando del multimedio es, peor que nadie, prisionero de su propio pasado. A don
Magnetto ya no le queda tiempo ni salud para negar que sus operaciones
mediáticas ocultaban fines que, a la postre, eran políticos. Para peor de las
desgracias, este hombre carga con el infortunio de identificarse tal como el
villano de la saga X-Men, film que observa buena llegada entre los jóvenes Ks e
independientes. Aquello de las "cinco tapas de Clarín que derriban
cualquier gobierno" no corre más. Sin importar que en la poltrona del
otrora diario más leído del país reposen notables periodistas, furiosos
"guardianes de la libertad de prensa". El conglomerado periodístico
de marras será cortado en pedacitos, de tal suerte que ninguno de ellos pueda
ya perturbar a nadie. Si lo que hace el gobierno federal es bueno o malo, no
interesa. Lo que se impone en la Argentina de hoy es aferrarse a Nitzche, o
bien a Darwin. "Las cosas no son buenas ni malas; simplemente,
son". Para redondearlo mejor: si Usted se registra en una competencia,
pero desconoce las más fundamentales reglas del juego, lo mejor es que no
participe.
En
rigor, nadie podrá negar que resulta francamente imposible vencer a un
nucleamiento político cuyos máximos arquitectos se suben a una avioneta para,
en forma casi literal, arrojar billetes de cien pesos, en lugar de panfletos
con propaganda. La faena se torna más compleja aún cuando los interesados en
presentarse como alternativa visitan asentamientos y barrios precarios para
promocionar el fin de los subsidios y la urbanización de tales zonas.
Propuestas que, en los hechos, llevan implícito el pago futuro de electricidad
y de todos aquellos servicios que hoy se obtienen gratuitamente. A la primera
fase de suicidio intelectual suelen seguirle la autoflagelación del opositor y,
algo más tarde -pero no tanto-, la autofulminación colectiva de la sociedad. Lo
acontecido el domingo 23 de octubre equivale, para muchos, a un Gran Suicidio
Nacional. Intitular el presente escrito como "Ruleta Rusa Para
Todos" transmigra en una suerte de eufemismo. Y solo resta tirar del
gatillo para rematar el esfuerzo.
Cuales
primates dotados de botón nuclear, muchos argentinos han votado -consciente o
inconscientemente- por la prostibulización de la Justicia, una corrupción digna
para elGuiness (no hablamos de la cerveza, vale aclarar), un dólar más
caro, la ampliación de la libertad de la delincuencia y el narcotráfico a gran
escala, y otras yerbas humanamente imposibles de contabilizar y
cuantificar. No habrá libro de quejas para el sufrido trabajador que,
próximamente, se sorprenda con un boleto mínimo de colectivo a valor de $2,50.
De poco servirá derramar lágrimas por el pariente torturado y rematado en el
suelo de la cocina por los "pobres muchachos sin recursos" que
ingresaron violentamente al hogar para "pedir prestado" lo que no les
pertenece. Emprenderla contra la tatarabuela de la alta gerencia de MetroGas o
Edenor/Edesur a partir de las facturas que comiencen a aterrizar próximamente
sin el sello de "Subsidiado por el Estado Nacional" representará un
derroche de energía sobradamente innecesario. Si Ud. pertenece al empresariado
y, camino a la Aduana, se topa con William Moreno
o Rick Echegaray, no se escandalice. Antes bien, intente quedar bien
con ellos. No vaya a ser que luego deba batallar ásperamente contra el
empleadito que ha decidido hacerse millonario rápidamente y sin pausas para el
café, cobrando altos sobornos para liberarle los containers con
mercadería.
Somos
-los argentinos- los invitados que se han apersonado en la lujosa casona del
anfitrión de la fiesta más envidiada del barrio para atragantarnos con su
festín y embriagarnos con sus promesas y fantasías. Pero, llegado el momento,
serán los almidonados mozos de ese convite los que nos "invitarán" a
abonar la cuenta. Es que la categorización de los votantes del Frente Para la
Victoria se desdobla en dos grandes grupos: primero están aquellos que le
obsequiaron el voto al tándem CFK-Aimé en virtud del "agradecimiento
por los subsidios y/o servicios prestados"; en segundo término -y en menor
proporción-, se subieron al carro los ciudadanos que pretenden que sea la
propia Presidente quien se haga cargo de la fiesta. De lo que puede
extrapolarse preventivamente que el FPV carece de seguidores convencidos: en la
Argentina, nada es gratis.
Ingenuo
sería presuponer que Cristina desparrama carisma, bondad y aptitud para el
liderazgo. Tal vez, su único punto a favor reside en que no había nadie más
para encarnar la personificación del "Modelo". En estas tierras -y
particularmente en el terreno político-, la sobreabundancia suele representar
una debilidad tan grande como la carencia.
Aunque
corresponde reconocer que nuestra Presidente conoce mucho del arte del buen
vestir. Se encuentra también altamente instruída en las virtudes del buen
comprar... y delbuen vender.
**Matías E. Ruiz, Editor.
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