También en los años sesenta, se vivió el trágico episodio de la guerrilla y la represión, pero los gobiernos venezolanos no han participado desde hace más de un siglo en conflictos armados con los vecinos.

Mientras América Latina vivía episodios absurdos o sangrientos como la guerra del fútbol entre El Salvador y Honduras, las Malvinas entre los militares argentinos y la Sra. Thatcher, la guerra del Cóndor entre Perú y Ecuador, nuestro país promovía iniciativas de paz como Contadora, ayudaba a los (muy malagradecidos) demócratas españoles y chilenos, contribuía al esfuerzo de Cascos Azules de la ONU. Esta vocación pacífica, aunque no aislacionista, de Venezuela se debe en parte al tan criticado ingreso petrolero que ayudó a limar muchas asperezas y a la sensatez de la política exterior venezolana. Por muy mediocres que fueran los gobernantes siempre tuvieron como visión externa los valores democráticos, el respeto de los Derechos Humanos y la promoción de la paz en nuestra región.

Ahora por el contrario tenemos un Presidente que se encarga de crear y atizar disturbios en donde quiera que fija su mirada. Un mandamás que promueve en forma irresponsable la carrera armamentista. Un "Comandante" que anuncia con el mayor desparpajo, oler vientos de guerra en el continente. Un militar que nunca ha peleado una guerra pero usa continuamente términos de combate aun en contra de su propia población. Ahora tenemos un régimen militar en vez de tener un gobierno civil y eso siempre ha resultado peligroso en todas partes del mundo.

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