El presidente Manuel Zelaya abrió un foco de conflicto, al señalar que propietarios de medios de su país forman un “oligopolio”.
En grabaciones divulgadas por la Internet, se oye al mandatario indicar cuáles son los informativos que tiene a su servicio. Las relaciones Prensa-Gobierno, por lo general conflictivas desde que Manuel Zelaya asumiera la Presidencia de Honduras, entraron en una fase de grave deterioro, como resultado de ciertos señalamientos expresados por el mandatario contra los propietarios de medios de comunicación, en el seno de la asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
Todo empezó cuando el jefe del Ejecutivo del vecino país afirmó en Miami, sede del encuentro periodístico, que ha recibido presiones para favorecer con negocios en el ámbito estatal a un grupo de empresarios vinculados con medios de información, a quienes señaló de formar un “oligopolio”.
Por su parte, la Asociación de Medios de Comunicación de Honduras (AMC) manifestó su preocupación ante tales declaraciones, las cuales calificó de atentarias contra la libertad empresarial y el derecho universal de libre expresión. Sin embargo, este cruce inicial de acusaciones fue aprovechado por terceros en discordia, para publicar en la Internet unas grabaciones en las que se escucha al presidente Zelaya indicarle al gerente de la empresa de telecomunicaciones Hondutel, cuáles son los medios informativos que divulgan lo positivo de su administración.
Aunque se desconoce el origen de las cintas, ningún funcionario negó su autenticidad y, antes bien, han asegurado que las mismas fueron filtradas por el crimen organizado, lo cual demuestra la extrema vulnerabilidad del Gobierno y, a la vez, la extraordinaria capacidad de las mafias para intervenir conversaciones telefónicas, un lujo que la ley no le permite ejercer al Estado hondureño.
En este desafortunado intercambio de dimes y diretes, en el que también se ha puesto sobre el tapete la moralidad o inmoralidad de realizar grabaciones que comprometen al Presidente, ha salido perdiendo la población, al comprobarse que si las autoridades no están exentas de este riesgo, menos lo pueden estar los ciudadanos comunes.
El origen de la crisis pone en evidencia que la clase política, independientemente del lugar, aún no logra asimilar el rol de la Prensa en las sociedades del siglo XXI. Ningún medio informativo tiene por qué asumir las funciones de relacionista público de gobierno alguno. Eso es asunto del pasado.
En la era moderna los periodistas tienen la soberana obligación de cuestionar las acciones de quienes gobiernan. Es la única forma, tal como se ha ido demostrando, de ejercer una auténtica auditoría social. Ojalá que este conflicto hondureño pueda ser superado con madurez y sin violencia.