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26/02/2014 | Sochi, Kiev y Putin

Guillermo Descalzi

Se esperaba algo como ‘El rey ha muerto. ¡Viva el rey!’ En Rusia debió ser ‘La Olimpiada ha concluido. ¡Viva Putin!’ Hubiese ido con lo que él parece creer de su destino. Pasa por corregir los ‘errores’ de Gorbachov, que ‘perdió’ Ucrania, Georgia y Azerbaiyán.

 

Habrán terminado los juegos en Sochi pero la jugada sigue en Kiev. Allí se juega la ambición de Putin. Por ahora guarda las apariencias de demócrata, pero el autoritarismo ancestral en Rusia está más que asomando su cabeza en él. El gol suyo es recrear la gloria de la Rusia que fue, y ningún kievano o ucraniano se va a interponer entre él y su ambición. Cualquier acomodo en Ucrania necesita incluirlo. Un arreglo que no lo tome en cuenta será un arreglo muy fugaz.

A Putin hay que tomarlo con pinzas y mucho cuidado. Su selección de la venia olímpica invernal no fue casual. Rusia tiene miles de lugares garantizadamente fríos. Eligió Sochi, con temperaturas encima de 50 Fahrenheit y mínimas que no llegaron a 40 durante la Olimpiada. Llevó 500 máquinas de nieve y trajo del Cáucaso, en una demostración de su poder, decenas de miles de toneladas de nieve por tren y camión, y las guardó en montañitas bajo insulación refrigerada para palearla sobre las pistas olímpicas. Fue una acción imperial que debe hacernos abrir los ojos a todos, no solo a Obama.

Obama ha trazado una nueva raya para no cruzar en Kiev. No ha aprendido. Anunció lo mismo en Siria y tuvo que retroceder. Si no pudo hacer nada allá, menos podrá hacer en Kiev cuando Putin cruce la raya que trazó.

Las olimpiadas en Sochi fueron para maravillar. Putin empaquetó su fobia a los gays, liberó a las Pussy Riot, fue duro con el separatismo checheno-islámico, y a pesar de todo le salió un evento en el que la atención se desvió a Kiev. Sochi mostró la imagen de orden, high- tech y sofisticación que quiso proyectar. En Kiev salió la imagen que no pudo evitar, de una Rusia progresivamente represiva. El contraste fue notorio. NBC, con su millonaria inversión en Sochi, tuvo que darle titulares a Kiev. En todo caso, Putin inaugurando y clausurando los juegos de Sochi quiso el rol de hombre efectivo y sereno, pero perdió bastante de la gloria que debió ser suya. Kiev se la robó.

‘Las Puertas de Kiev’, la pieza musical de Modesto Mussorgsky, transmite la maravilla que hizo de esa ciudad la base formativa de Rusia. Rusia sale de los Rus de Kiev hacia el siglo VIII. Suya fue la Rusia Kievana, agrícola y mercantil.

El sometimiento de Ucrania fue brutal en la era soviética. Stalin castigó su anticomunismo llevándose sus cosechas de 1932 y 33, causando la muerte de 8 millones de personas, 20% de su población. En 1935 todavía morían de hambre unas 25,000 personas al día en Ucrania. Liquidó su élite intelectual y purgó los oficiales de su ejército. Otra hambruna provocada entre 1946 y 47 mató dos millones más. Luego está la central nuclear de Chernóbil, planeada y construida cerca de Kiev bajo Breshnev, Andropov y Chernenko. La edificaron con tal ausencia de sistemas de seguridad que la explicación debe buscarse en el disgusto del Kremlin con el anticomunismo ucraniano. El desastre soltó radiación equivalente la de 100 bombas como las explotadas sobre Hiroshima y Nagasaki.

El Kremlin hoy busca asegurar la ‘ amistad’ de su ex-república, con Putin aparentemente determinado a ir más allá. Busca avasallarla. ¿Por qué? Porque Putin no solo es el primer estalinista de Rusia post soviética, también es su primer neonazi. Autoritario, se alza sobre una red de monopolios industriales y comerciales como las del nacional socialismo del antiguo enemigo de Rusia, Hitler . El de Putin es un nacional-socialismo disfrazado de democracia. Las habrán liberado, pero miren como les dieron latigazos a las Pussy Riot en Sochi. Augura mal para Ucrania. Obama, mientras tanto, parece vivir con la ilusión de la supremacía de Estados Unidos en un mundo unipolar, pero en ojos de Putin no es capaz de cosas tan ‘ elementales’ como una ‘ simple’ operación en Siria. Obama necesita despertar del sueño que entretiene, de un mundo sujeto a la Pax Americana. China, mientras tanto, se ha convertido en la indiscutida primera potencia industrial. Su esquema, también nacional socialista, está disfrazado allí de comunismo, y con ellos hacemos negocios.

Quien controle Ucrania controlará los gasoductos a Europa. Al noroeste de Sochi, sobre el mar Negro, están los puertos de Odessa y Sebastopol. Quien los posea podrá controlar el Mediterráneo.

Lo que ocurra en Ucrania va a repercutir en los campos petroleros alrededor de Tiflis, en Georgia, donde nació Stalin. ¿Estará alzando su cabeza un nuevo imperio, neo-nazi-estalinista? Quizás la combinación suene absurda, pero parecería que algo así está ocurriendo.

El Nuevo Herald (Estados Unidos)

 



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