Un imponente y sereno busto gigante de Ho Chi Minh, el padre de la patria y héroe de la independencia de Vietnam, preside la celebración del XI congreso que el Partido Comunista de Vietnam (PCV) celebra en Hanói. Desde su privilegiada situación parece observar con dilatado aplomo la guerra de clanes y las transacciones a las que se libran los dirigentes del país para repartirse los puestos claves del poder para los próximos cinco años y definir la estrategia económica para sacar al país que baña el río Mekong de la crisis que atraviesa y convertirlo en una potencia regional.
Los 1.400 representantes de un partido que cuenta con más de tres millones y medio de afiliados votarán hoy las grandes líneas que marcarán el nuevo modelo económico de Vietnam para los próximos años y a los líderes que deberán aplicarlo.
Es la hora de la verdad para este país del Sudeste Asiático que mira de reojo los avances de su poderoso vecino del norte, China, y sin decirlo quiere seguir sus pasos. Pero no lo tiene fácil. Más bien lo tiene muy complicado.
La política de renovación económica o Doi Moi lanzada en 1986 está en crisis. Detrás del escaparate de un alto ritmo de crecimiento económico a lo largo de veinte años, subyace una situación descontrolada. La corrupción es endémica, la moneda - el dong-se devaluó tres veces en el 2010. La inflación se ha disparado al 11,8% "y será difícil contenerla en el 7% este año", dice el economista Le Dang Doanh al diario Thanh Nien."El déficit de la balanza comercial - que alcanzó los 12.000 millones de dólares en el 2010-es una enfermedad crónica", comenta el analista Nguyen Quang A, que lo atribuye a la ineficacia del sector público.
Las empresas estatales producen el 26% de la riqueza vietnamita, pero utilizan hasta el 40% de los recursos del país y crecen la mitad de lo que lo hace el sector privado. El conglomerado naval Vinashin, al borde de la quiebra, con unas pérdidas de 4.400 millones de dólares, es el ejemplo más claro de esta situación.
Esta coyuntura es la que impulsó a la agencia de calificación financiera Standard & Poor´s, a rebajar por dos veces en ocho días el valor de la deuda vietnamita en diciembre. Un toque de atención para la ambición de los líderes de Vietnam de convertir a su país en una potencia regional.
No resulta extraño, pues, que el secretario general saliente del Partido, Nong Duc Manh, planteara la necesidad de renovar el modelo económico a fondo en su discurso inaugural. A los futuros líderes les puso como deberes convertir Vietnam en "un país desarrollado moderno en el 2020 y que su renta per cápita se eleve a 3.000 dólares".
Este será el reto que espera a la troika dirigente que saldrá elegida en este congreso. La lucha por el poder enfrenta al actual premier Nguyen Tan Dung con Truong Tan Sang, miembro del Politburo y viejo rival. Ambos son originarios del sur, la región más rica del país y la que tradicionalmente impone su candidato al puesto de primer ministro.
"Lo más probable es que Dung haya pactado con Sang para mantenerse como premier a cambio de la presidencia de la República", dice Benoîtde Tréglodé, director del Instituto de Investigación Contemporánea sobre el Sudeste Asiático (Irasec).
El tercero en discordia es el discreto y prochino Nguyen Phu Trong, próximo al primer ministro. Este sería recompensado con la secretaria general del Partido.
"Este nuevo triunvirato, Sang-Dung-Trong, significaría una victoria política del actual primer primer ministro y confirmaría la evolución del sistema político vietnamita hacia una personificación del régimen de tipo occidental", apunta el director de Irasec. De Tréglodé añade que "se va a producir un reparto de tareas. El secretario general de Partido gestionará las relaciones con China, a través del contacto entre los partidos, y el primer ministro trabajará para la internacionalización de Vietnam y estrechar las relaciones con Occidente".
Pero al margen de este reparto de funciones, esta reunión del PCV es particularmente importante, porque marca un cambio de tendencia en el liderazgo del país. "Confirma la evolución hacia una personalización del poder en un país donde lo importante hasta ahora era cultivar la discreción", dice De Tréglodé.