Los sectores políticos que se oponen a Chirac han aprovechado este referendo nacional como una oportunidad para castigar al Gobierno de Jean Pierre Raffarin, pero olvidan, como recordó Lionel Jospin, que con su voto del "no", no castigarán al poder sino que castigarán a Francia y a Europa.

"Si tenemos un problema político en Francia debemos resolverlo aquí, y no hay que tomar a Europa como testigo o rehén de estas discusiones necesarias", dijo el ex primer ministro Jospin, quien se encuentra enfrentado con su adversario de siempre en el Partido Socialista, el también ex primer ministro Laurent Fabius.

Así todo, el panorama del "sí" ha mejorado notablemente con respecto a las últimas tres semanas, y fue significativo que, tras un comienzo tímido, Chirac haya decidido implicarse de lleno en la campaña. Chirac aprovechó estos últimos eventos para hacer de cada evento una baza a favor del "sí" como quedó demostrado en el seminario ministerial conjunto con Alemania, la inauguración del Airbus A380 o la visita a una base militar de helicópteros en el sur de Francia.

Pero no caben dudas de que las razones del "no" tienen su motivo en la caída en los sondeos de la popularidad de Chirac y de Raffarin. Sólo un 32% de los ciudadanos galos dice confiar en el presidente, mientras que un 66% no creen en el mensaje del jefe de Estado, según un sondeo de "Le Figaro". La situación de su primer ministro es todavía peor. Jean Pierre Raffarin toca fondo y su cota de popularidad se estrella en el 22%, una de las más bajas recabadas por cualquier jefe de Gobierno francés en los últimos 20 años.

A esto hay que sumarle el arrastre de votos de la izquierda. Además de la oposición socialista, se agrega el rechazo del "sí" del líder del soberanista Movimiento por Francia, Philippe de Villiers, -quien denuncia una "propaganda" digna de "una república bananera"- y del Partido Comunista (PCF) que pide el "no de izquierdas" a una Constitución "ultra-liberal".

Cabe esperar que el referendo no se decida hasta horas después de las elecciones, y sin dudas toda Europa estará pendiente de lo que digan los franceses porque será un barómetro para medir la sensación de unidad en torno a un proyecto en común que tenía Europa y que hoy parece estar desmoronándose.