El juego de la oca, aplicado al periodo de George Bush, arroja un balance desolador para el presidente que los neoconservadores estadounidenses arroparon al frente de la Casa Blanca. Ya no está Bush, o no estará pronto, y todos los proyectos, y los personajes que le ayudaron a llevarlos a cabo, han caído o están cayendo en el pozo de la historia. Éste es el resumen de La oca del señor Bush, de Lluís Bassets, y es también el tono que tuvo anoche la presentación de la obra del director adjunto de EL PAÍS, responsable de opinión de este periódico.

Ayudaron a Bassets a consolidar las tesis del libro, editado por Península, Basilio Baltasar, escritor y editor, director de relaciones institucionales del Grupo PRISA, Julián Casanova, historiador, y Fernando Vallespín, politólogo.

El libro fue surgiendo, como consecuencia de un trabajo cotidiano que hizo Bassets en su blog de elpais.com, animado por Baltasar y estimulado por Javier Pradera, que le convencieron de convertir en libro sus trabajos sobre la era Bush.

Ha sido, con Truman, el peor presidente de la historia. Sus proyectos han terminado naufragando. No se entiende su ascensión al poder si no se tiene en cuenta que forma parte de la dinastía Bush, un nombre sin historia. Su mediocridad y falta de grandeza le han conducido a tener un reflejo popular similar al de la presidencia de Truman. Bush quiere pasar ahora a la historia como el presidente que discriminó entre los buenos y los malos y se enfrentó a los malos. Su pretensión ha sido vana, pues antes de abandonar el poder todos sus objetivos se han mostrado fracasados.