Contagiados por las mareas humanas que llevaron a la caída del presidente de Túnez, Zine el Abidine Ben Ali, la revolución árabe sigue con la mecha encendida y ayer Jordania se sumó a la oleada de protestas en el norte de África en donde países vecinos como Argelia, Egipto y Yemen viven jornadas convulsas en las que la población exige reformas amplias y mejores formas de gobierno.
Ayer miles de jordanos salieron a las calles para exigir al rey Abdalá II la destitución del primer ministro, Samir Rifai, y la adopción de reformas económicas y políticas en el país.
Los ciudadanos se manifestaron por tercera semana consecutiva en las calles de la capital, Ammán, encabezados por partidos islámicos de oposición, sindicatos y activistas.
Por otra parte, en Túnez, la policía reprimió con gases lacrimógenos a miles de personas que se concentran diariamente desde el pasado domingo en la plaza donde tiene la sede la oficina del primer ministro, Mohamed Ghanuchi, exigiendo su dimisión.