El pasado fin de semana y en la plenaria de la XVII Cumbre Iberoamericana se produjo un encontronazo entre el Rey de España y el Presidente venezolano. Siguiendo con su creciente práctica de envilecer la política, Chávez se desbocó contra España, los EEUU e incluso la Unión Europea.
¡Todos malditos neoliberales! Chávez parloteó durante dos horas, cosa que no hizo ninguno de los presidentes y jefes de gobierno asistentes a la Cumbre porque lo prohíbe el reglamento de sesiones. Cuando el orador de plazuela estaba en lo más agresivo de sus interrupciones al discurso del presidente del Gobierno español, Rodríguez Zapatero, el Rey de España le espetó esta contundente admonición: ´¿Por qué no te callas?´.
Esta es la segunda vez que el monarca constitucional da la cara en defensa de la democracia, como ha sido su comportamiento desde que asumió la jefatura del Estado. La primera fue el 23 de febrero del 81 cuando detuvo personalmente un intento de golpe de Estado urdido por algunos militares nostálgicos del franquismo.
Vestido con su uniforme de capitán general de las FFAA, envió un mensaje a todo el país por medio de la televisión, desautorizando a los rebeldes quienes, luego del correspondiente juicio, tuvieron que cumplir varios años de cárcel. En una democracia consolidada, no hay impunidad para los sediciosos, como en las repúblicas banano-petroleras.
El incidente ocurrido en la Cumbre de Santiago de Chile me lleva a diversas conclusiones. La primera, ya adelantada, de que el Rey es un firme defensor de la democracia, en donde quiera que se trate de atropellar. Y Hugo Chávez, con sus insultos y calumnias, pisoteó grose- ramente todas las normas de un debate democrático y civilizado. Sólo la voz enérgica del monarca español fue capaz de llamar la atención al desmadrado bolivariano.
La segunda comprobación es el progresivo envilecimiento de la política a la que nos están conduciendo caudillos como Hugo Chávez y sus serviles imitadores en América Latina. ´Envilecimiento´, repito, porque los hechos van demostrando que, detrás del telón de un populismo de opereta, se esconde un tirano.
Todavía intentaré llegar a una tercera conclusión: que los cinco jinetes del populismo, inspirados desde la enfermedad terminal de Fidel Castro, organizados activamente por Hugo Chávez y seguidos por Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega, hayan coincidido con el megalómano venezolano es un dato más que se suma a las pretensiones de Chávez de arrebatar como sea el papel hegemónico en América Latina. Este propósito lleva lógicamente consigo el distanciamiento de los Estados Unidos e incluso de la Unión Europea.
Lo afirmó el propio Chávez en su actuación en la Cumbre Iberoamericana. Este corte del cordón umbilical es más factible ahora que Rusia, China, Irán y la India han tomado un fuerte impulso en la economía y en la política mundial.
En otras palabras, el propósito del quinteto populista fue dinamitar la Cumbre Iberoamericana, cuyo programa de este año era la ´Cohesión Social´. Pero, ¿qué tipo de cohesión puede alcanzarse en países sometidos al envilecimiento del pensamiento único del ´Socialismo del Siglo XXI, ideado por el calenturiento genio caribeño de Hugo Chávez?