En primer lugar están los humalistas aterrados de que disminuya la pobreza y con ello su potencial electoral, por lo que intentan con una demanda constitucional, que es una evidente tinterillada, declarar nulo el tratado. El caso podría ser descartado como pintoresco si no fuera por el nada confiable Poder Judicial que tenemos y los antecedentes de fallos absurdos que se han dado en el Tribunal Constitucional, por lo que cualquier demanda, por más ridícula que sea, siempre puede sorprender con una sentencia.

De otro lado, en la rala manifestación organizada por la CGTP existieron más demandas que participantes. Es posible que los organizadores hayan preparado una plataforma de lucha sin norte ni limitaciones que incluía cualquier tema que se les ocurría a fin de atraer a perro, pericote y gato a la marcha. Pero la estrategia no les dio resultado, lo que quedó confirmado por la baja participación y el poco interés demostrado por la población. Sin embargo, estuvieron a punto de seducir a la dirigencia de la SNI que, desesperada por no perder el margen adicional de utilidad que le da la protección, llegó al colmo de discutir en su Comité Ejecutivo la absurda posibilidad de plegarse a una marcha antisistema que iba en contra de todos los principios de libertad empresarial que supuestamente ese gremio siempre ha predicado.

Pero la dirigencia sindical tiene más que perder que el mercantilismo empresarial o la demagogia electoral si se introducen conceptos de competencia y eficiencia al mercado laboral. Incluso, su principal sostén, el Sutep, es el culpable de que el Perú sea el último país en el mundo por la mala calidad de la educación pública en primaria. Felizmente, en secundaria, nos dio una mano Mozambique, por lo que logramos la honrosa mención de salir solo en penúltimo lugar.

El desastre de la educación pública no puede seguir siendo justificada por bajos sueldos o falta de presupuesto, el tema no es de recursos, infraestructura o cobertura --92% de los niños va a la escuela--, sino de una pésima calidad en la enseñanza. El problema sin lugar a dudas son los profesores, los cuales, luego de 35 años de protección y complacencia --es decir de estabilidad laboral absoluta-- nunca han tenido incentivo alguno para capacitarse o preocuparse en aprender a enseñar. A estos supuestos maestros, que arrojan a la calle a jóvenes como virtuales analfabetos luego de 12 años de colegio, se les dobló el sueldo los últimos cinco años sin exigirles nada a cambio y hoy están dando incluso peores resultados.

Para que el TLC sea verdaderamente el inicio del despegue tenemos que eliminar cuellos de botella al crecimiento, como es, entre otros, la pésima educación. Por ello, se debe acelerar una reforma que inevitablemente llevará al despido y reemplazo de la gran mayoría del actual magisterio, ojalá el Gobierno lo haga con convicción y no siga priorizando la base sindical-electoral de una congresista. Consideración que también mantiene lamentablemente con un congresista portuario quien con gran dedicación personal --obstaculizando e impidiendo la participación privada y tejiendo una maraña sindical-- ha logrado llevar a los puertos peruanos al puesto 122 entre 130 países, gracias al alto costo e ineficiencia con la que operan y su absoluta falta de inversión.