Desde un índice de inflación que no se condice con la realidad hasta la gira “seudo-presidencial” de la Primera Dama en Francia “candidata” a nada y sin representación válida o acaso la ola delictiva que sigue siendo una sensación de la población argentina… Desde las muertes en la ruta sepultadas en estadísticas hasta el recambio turístico que obra como termómetro de la economía junto a candidaturas casi indefinidas y, siempre, los mismos protagonistas… así transcurrió el primer mes del año en la Argentina.

Sucesión interminable de historias sin final y sin ilación siquiera, nadie que entienda. Amenazas de funcionarios y otras de sindicalistas, el campo enojado pero nunca demasiado... Decretos de necesidad y urgencia y algunas medidas oficiales más tácticas que estratégicas, y la historia que puede sacar conejos de la galera... La soberbia en el poder se evidencia en todos los aspectos.

Los militares llegaron en el 76 pero hubo quienes no pudieron darles “bienvenida”. Víctimas tempranas de una guerra que, el actual gobierno dispone que no se termina. El objetivo de reivindicar el 73 acarreó resultados complicados. La ceguera de la acumulación del poder, la política de distracción y la necesidad de llegar a Octubre con temáticas de intrascendencia se trabó en definiciones concretas. Los delitos de lesa humanidad abarcan a todo tipo de terrorismo por igual. Si se aplicara como es debido el Estatuto de Roma, a la hora de juzgar, al banquillo deben ir participantes de ambos lados. Montoneros y ERP no quedan afuera del juego. Hete aquí un leitmotiv de algunos puntos sueltos que ni la Justicia ni el Gobierno logra traducir para tinteros. En el medio, el sindicalismo nuevamente alborota el avispero. Con Perón no. No es un discurso nuevo. Tras la asunción de Raúl Alfonsín  se había establecido un pacto para evitar investigar la violencia previa al Golpe de Estado. 

El asesinato de José Rucci, líder sindical marcó un punto de inflexión en los setenta. El sindicalismo se conmocionó. Hoy vuelve a hacerlo. La campaña oficial en busca del juicio al General generó malestar en los gremios. En época de negociación, de paritarias y suba de salarios acorde al aumento de precios (evitemos hablar de “inflación” que gracias a la manipulación del Gobierno terminó siendo un eufemismo más afín con las novelas de ficción que con lo vivido hoy) resultó por demás inoportuna. Ahora hay que dar marcha atrás o mantener las cosas en un status quo capaz de escapar a la frágil memoria ciudadana. ¿Si ya nos olvidamos de López por qué no habríamos de olvidarnos en unos días más de Isabel o la Triple A? Es la lógica del Gobierno y en el trance de sincerarnos es la lógica de la sociedad. Podemos ver una novela y perdernos el final sin que ello altere demasiado nuestro ánimo.

Lo que resulta más complicado de explicar es el para qué de tanto armado cuando, a juzgar por lo que se muestra en TV, la Argentina está en una etapa de progreso y prosperidad: las playas repletas, patentamientos récord de automóviles, aumento de ventas en shoppings y supermercados... Es complejo dilucidar qué es lo que anda mal si las noticias o la realidad. No, no siempre compatibilizan. Es la Argentina... Los números de la economía parecen redituar más al gobierno que a la sociedad. Se recauda más pero vuelve menos. Este mes sumaron $ 1.300 millones de la producción de soja gracias al aumento de la retención.

Las provincias están cada vez más lejos de la esencial federal. Los subsidios del gobierno no llegan por igual. Mendoza resultó en los últimos días la más beneficiada pese a ser Salta y Tucumán las más damnificadas por las lluvias. Mientras, el déficit  provincial aumenta en forma descarada. Habrá que ver cómo hace Daniel Scioli para hacer frente a un conurbano con $ 1.600 millones en rojo.

La oposición se organiza a duras penas. Roberto Lavagna quedó posicionado en un lugar neutral. No está signado por los 90 y tampoco se paró al lado de la “derecha tradicional”. Bien cubierto en el centro, es difícil encontrar con qué atacarlo aunque es sabido que los “carpetazos” que sorprendieron en el 2006 serán una herramienta de uso y abuso también este año. Las alianzas no gozan de buena prensa pero a 9 meses de los comicios nada puede darse por sellado. Recién empieza el embarazo.

La remoción de la directora del INDEC, organismo autónomo, confirma que el Gobierno necesita pese a la supuesta bonanza de la economía, algunas otras herramientas amén de poner de manifiesto su soberbia. Durante el 2006, las presiones para controlar los precios fueron la estrategia, en año electoral esos “acuerdos” se pueden negociar. Un aporte a la campaña podría estirar el número puesto. En ese caso lo que hay que dibujar es el índice oficial. Si lo hace Felisa Micelli o lo hace Guillermo Moreno es discusión de café. No es la armonía lo que caracteriza a los integrantes del Gobierno, por otra parte está visto que cada cual atiende su juego. Mientras algunos buscan negocios redituables en el extranjero, otros accionan para que los fondos de campaña no vacíen demasiado la caja y dejen el gasto público al descubierto.

De todas formas se recauda con éxito y la posibilidad de traspasar jubilados del sistema privado al sector estatal redituará favorablemente para accionar a gusto sin tener en cuenta que se hipoteca el futuro. ¿En qué deriva una política económica basada en el dibujo, los subsidios y los “acuerdos”? En nada nuevo. Las crisis son a la economía nacional lo que la inseguridad es para León Arslanian: sensaciones que vienen y van... Lo que no vuelve es el tiempo. Pero el tiempo no es una variable que se mida con estadísticas y censos. Queda fuera del tablero. Todo lo demás, sube y baja según las necesidades del momento. Las imágenes de los candidatos oscilan entre presupuestos y minutos de aire. Sergio Massa acumuló bastantes esta semana, deberá hacer un esfuerzo Graciela Ocaña para empatar, al menos, ante las cámaras.

De ese modo, y siguiendo el ritmo del humor presidencial, se definirá la dupla para la provincia de Buenos Aires. Siguen los rumores de la candidatura de la Primera Dama aún cuando entre parecer y ser hay un largo trecho. Nadie sabe, sin embargo, cómo se ha de definir la fórmula del lavagnismo. La UCR puede ser una suma o un salvavidas de plomo en medio del océano. En rigor de verdad, cabe admitir que en materia política estamos todos huérfanos. Hasta el peronismo está vacío. Sólo parece quedar Isabelita y Eduardo Duhalde preguntándose en silencio por qué no votarla si no fue tan malo su gobierno...

GABRIELA POUSA

(*) Analista Política. Lic. en Comunicación Social (Universidad del Salvador) Master en Economía y Ciencias Políticas (ESEADE) Queda prohibida su reproducción total o parcial sin mención de la fuente.