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16/12/2012 | Argentina - Lo que se esconde en el Chaco

Luis Gasulla

Es una de las provincias en donde las contradicciones entre el relato de los derechos humanos choca con la realidad. Es la única provincia en donde el kirchnerismo se asocia con el machismo, abiertamente, para ganar elecciones y hacer negocios. Es el distrito donde todas las organizaciones sociales hacen viviendas populares, pero en el que más de la mitad de su población no cuenta con un techo digno. En Resistencia, la construcción del Museo de la Memoria fue una obra faraónica y en donde el negocio de los derechos humanos, cobró forma y sentido. Un libro maldito, en tierra de Capitanich.

 

Corría el 2011. Junio se hacía lugar en el calendario, era un jueves pesado, brumoso, cuando partimos pasadas las 19 horas rumbo a Resistencia, Chaco, desde el barrio de Chacarita rumbo al acceso norte. Casualmente, en la Avenida Triunvirato, junto con la colega Karina Arce, vimos bajar de un taxi a Sergio Schoklender y dirigirse al departamento, que todavía no estaba en venta, de su confidente, amiga, mano derecha, amante: Patricia Alonso. Su nombre se repetiría en las próximas 96 horas.

La ruta hacia Rosario estaba repleta de pozos, arreglos o falta de ellos. La noche caía rápidamente y la medianoche nos encontró buscando algún negocio abierto de Santa Fe que nos permitiese calmar el ruido de nuestros estómagos. Unas frías empanadas fueron el consuelo, el sueño se demoró algunas horas más y la niebla se apoderó de la ruta hacia el norte. El viaje resultó interminable. Era una locura en la que el deseo periodístico de encontrar la brújula a un libro, que había nacido con el testimonio maldito de una mujer despedida por dar a luz de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, se apoderaba de mi conciencia. “Estás loco, manejar toda la noche, te vas a matar, ¿para qué?”, me dijo un familiar muy cercano cuando se enteró de parte de mi acompañante la odisea de aquel jueves.

A Resistencia había llegado de niño y la recordaba por su intenso calor y sus mosquitos. Había cambiado mucho, se había modernizado en sus calles céntricas, pero parecía un inmenso “Once” con negocios clandestinos a toda hora, en sus veredas. Sin dormir, conocí a Rolando Nuñez, un hombre sabio, extremadamente informado y una calcadora viviente. Al frente de una organización, Centro Mandela, me aportó pruebas, números, datos, nombres de un proceso de investigación que cobraba forma. En la plaza de la ciudad, dos periodistas locales contaron sus historias de aprietes, engaños y estafas de un sistema político cómplice de líderes sociales que extorsionaban a dirigentes y dirigentes que hacían su propio negocio del sufrimiento ajeno.

“Acá hasta el disidente vota al Coqui, no hay opciones”, me confesó un colega. Resistencia podía ser el futuro de la Argentina. ¿O ya lo era? Ese fin de semana, Cristina estaba por anunciar quién sería su vice en la fórmula presidencial que, tantas veces, entre llantos y recuerdos de “Él”, había dicho que, tal vez, no integraría: “No se hagan los rulos”. El luto, la paciencia ciudadana, una oposición cobarde y una economía que andaba, cada vez más lenta, pero seguía su camino, le posibilitaron un aplastante 54% ese octubre. Pero aún faltaba la elección del vice y Coqui parecía figurita puesta.

 

Coqui

 

Luego del encuentro con los periodistas y con Nuñez, recorrí los obradores de la Fundación Madres de Plaza de Mayo en Resistencia. En Chaco se invirtieron más de 425 millones de pesos en la construcción de centros de salud, viviendas y un inmenso hospital en la ciudad satélite de la capital, en Fontana. El abogado Alejandro Armoa me presentó a su clienta, Marcela Leiva, una ex trabajadora que había denunciado por explotación laboral al puntero Emerenciano Sena, con quien también conversé. En el 2009, Sena terminó casi a los tiros con Sergio Schoklender porque había desaparecido una importante suma de dinero. El ex apoderado acusaba al “Milagro Sala chaqueño” de quedarse con un vuelto, y Sena salió a escarcharlo mediáticamente al ex hijo putativo de Hebe de Bonafini. Las advertencias de Raúl Castells, quien afirmaba que era una guerra de chorros, no fueron escuchadas por nadie.

El gobernador negoció con ambos, en un momento en que los piquetes y las protestas sociales, fogoneadas por el hambre y la figura del caudillo radical, Ángel Rozas, amenazaba por voltear a su gobierno. Para colmo de males, su mujer, Sandra Mendoza, dejaba el Ministerio de Salud y pedía el divorcio luego de estrellar su auto en el estacionamiento de la gobernación en medio de un ataque de nervios. Esa noche, en la gobernación, hablé con una decena de empleados administrativos y todos reivindicaron la honestidad de la ex del Coqui: “Con la Sandra no se jodía, si veía algo raro, era capaz de venirse directo para acá y putearlo delante de todos”. El Coqui no aguantaba más a esa mujer, madre de sus hijas y que lo había llevado a un lugar preponderante de la política argentina. Pero Capitanich sabía sobrevivir a todo, a su pasada duhaldista, a sus incursiones poco felices al frente del Banco Provincial de Formosa y hasta los incontables rumores de amistad y algo más con la mujer del ex presidente. ¿Mito o realidad? En Resistencia, su círculo más cercano se reía del rumor como también aseguraban que el hombre llegaría, tarde o temprano, a ocupar el Sillón de Rivadavia.

Pasadas las 23 horas, una bella secretaria nos dio vía libre para entrevistar al hombre fuerte del Chaco, alguien que manejaba, a través de terceros, empresas constructoras concesionarias del Estado y un club de fútbol que había levantado un imponente estadio para recibir a Boca y a River. Un año y medio después sería escenario del papelón de un corte de luz cuando se aprestaban a disputar una promocionada revancha las selecciones de Argentina y de Brasil.

Coqui se recostó sobre su cómodo sillón y nos dedicó una larga hora de su tiempo. No le importó que el viernes se hacía sábado y que la noche volvía a caer inexorablemente. “Es un jugador compulsivo, no podía parar, por eso viajaba a otras ciudades, a jugar”… dijo de Sergio Schoklender y sus viajes relámpago a Paraguay y Bolivia. Se río del mito del narcotráfico y avizoró el escándalo de los próximos 12 meses: “Si ella no elige por la razón, lo hace por una calentura, se va a mandar una cagada”. Hablaba de Boudou. Dijo que prefería seguir al frente de la gobernación y que, obviamente, deseaba ser presidente de la Nación, pero no ahora. También se rió socarronamente del luto de Cristina: “Siempre, siempre supimos que sería candidata, ¿el llanto?” El hombre me miró con gracia, con mirada cómplice. Ya había dado a entender más de lo esperado, había dicho lo que no debía decir. Sobre el encuentro de Sena y Schoklender afirmó que “eran dos locos” y que en su provincia, “no se discrimina a nadie” para construir viviendas, “incluso está Castells”.

La semana pasada, Capitanich fue el padrino de boda de Sena (ampliaremos, pero vean este video)

 

Repercute

 

Al día siguiente, presencié una fuerte discusión de la seguridad del hospital sin terminar de Fontana con el arquitecto a cargo. “¿Cuándo vamos a cobrar? ¡¿Qué pasó con Sergio?! ¿Las viejas van a dar la cara?”, eran algunas de las preguntas que le hacían a un hombre que acababa de inaugurar su casita en el barrio residencial de la ciudad y subió a mi auto para recorrer la obra abandonada a 15 kilómetros de la capital.

El tiempo pasó. Las obras del Chaco fueron las primeras que pasaron al ámbito privado manejadas por empresas constructoras “amigas” del poder. Un intendente desapareció dos noches mencionado por quedarse con “un vuelto”, un sereno fue asesinado de un cuchillazo en uno de los obradores y los Schoklender regresaron para coordinar “ciertos asuntos”. En Barranqueras, según denunció Pablo Schoklender a la Justicia, estaba un inmenso terreno que Bonafini ofreció para silenciar y contentar a su hermano mayor tras el escándalo. El motivo de la pelea permanecía oculto. El fantasma del narcotráfico sobrevolaba sobre la provincia y, tras la publicación de “El negocio de los derechos humanos”, se produjeron detenciones y la reapertura de una causa por los extraños movimientos del avión CESNA. Aerochaco era la palabra maldita, la extraña aerolínea que vinculaba al gobernador con Macri, que había costado una fortuna mantenerla y en donde se habían producido vuelos poco transparentes.

Hoy el libro desapareció, se esfumó: ¿qué temen? En el Chaco, en un diálogo surrealista, el funcionario más importante de una de las secretarías cuestionadas del gobierno provincial, me dijo que “iban mita y mita” y que “la tasa de retorno claro que existía”. “Acá la hubo, pero el Coqui está para cosas más importantes”. El contexto era el Museo de la Memoria chaqueña con sus bellas paredes, su estructura faraónica y la venta de cuadros artísticos para los militantes.

El negocio seguía andando. Sigue. Como si nada hubiese pasado.

 

PeriodicoTribuna de Periodistas (Argentina)

 


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