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16/12/2005 | Final abierto entre el continuismo y la alternancia en el poder

Pia Greene

El domingo pasado se realizaron elecciones en Chile. Cuatro aspirantes a ocupar la presidencia de la República se enfrentaron en una votación directa: Michelle Bachelet (representante de la actual coalición de gobierno, la Concertación), Joaquín Lavín y Sebastián Piñera (ambos del bloque opositor, aunque de diferentes partidos) y Tomás Hirsch (del pacto de izquierda Junto Podemos Más).

 

Además, se renovó la totalidad de la Cámara de Diputados (que cuenta con 120 escaños) y 20 de los 38 senadores por medio de una elección basada en el sistema electoral binominal, que fuerza a los partidos a unirse en dos grandes coaliciones para obtener representación en el Congreso.

Hace un año, nadie hubiera predecido un resultado como el del pasado domingo. Tampoco hace siete meses, cuando Sebastián Piñera decide lanzar su candidatura y, por primera vez en décadas, dividir a la alianza opositora. Así, la incertidumbre fue generalizada y quizás recién hace unas semanas la gente tomó su opción definitiva.

En una elección libre, universal, democrática y transparente, los chilenos decidieron que la candidata de la Concertación, Michelle Bachelet y el candidato de Renovación Nacional, Sebastián Piñera, obtuvieran las dos primeras mayorías y se enfrenten en una segunda vuelta el próximo 15 de enero. Esto, ya que ningún candidato obtuvo el 50% más uno de los votos para instalarse en La Moneda (casa de gobierno de Chile).

Los análisis serán variados. Cada coalición declarará su triunfo en los medios de comunicación, pero lo cierto es que nunca hay dos ganadores cuando existe competencia total. Aquí hubo sólo un ganador y éste fue Sebastián Piñera, junto a la coalición que representa, la Alianza por Chile.

Se criticó mucho a la Alianza (coalición opositora que incluye los partidos de la Unión Demócrata Independiente y Renovación Nacional) por no realizar primarias. Sin embargo, la fórmula aplicada parece haber sido la correcta. Si suman los votos, ambos candidatos de la oposición superaron a la candidata oficialista. De esa forma, se puede esperar que en la segunda vuelta, el bloque opositor tenga una importante opción de llegar a La Moneda, todo esto suponiendo que los votos de Lavín se traspasen a Piñera en su totalidad. Según los resultados, Piñera habría logrado captar parte de los votos moderados del Partido Demócrata Cristiano (PDC), mientras los votantes duros de la derecha chilena habrían optado por la opción de la Unión Demócrata Independiente.

Sin embargo, un no despreciable 5,4% de votos obtenidos por el candidato de la coalición de izquierda, Juntos Podemos Más, Tomás Hirsch, se traspasarían a Bachelet, lo que le daría un triunfo moderado, pero triunfo al fin y al cabo.

La Concertación (alianza oficialista compuesta por los partidos de centro izquierda PDC, PPD, PRSD y PS) no tuvo los resultados esperados: no lograron ganar en primera vuelta, no lograron la votación de Ricardo Lagos el año 1999, no consiguieron traspasar la enorme popularidad del actual presidente a Michelle Bachelet, candidata que él mismo apoyó abiertamente, en perjuicio de la precandidata del PDC, Soledad Alvear.

Sin duda dentro de este conglomerado, el gran perdedor fue la Democracia Cristiana (DC), quien aparte de perder destacadas figuras, redujo su bancada senatorial a la mitad, ya que de los trece puestos que hoy tiene, pasará en marzo próximo a ocupar tan solo seis.

¿Qué sucedió en las urnas este domingo? Existen varias teorías al respecto:

1. Luego del retorno a la democracia en 1990, se ve un giro en el electorado chileno. En 1999, por primera vez un candidato opositor (Lavín) tuvo reales opciones de llegar La Moneda y forzó una segunda vuelta con el actual presidente Ricardo Lagos. Sin embargo, lo que en ese momento se llamó "el fenómeno Lavín", caracterizado por la empatía con la gente y la solución de los problemas reales, sufrió un desgaste propio de años de campaña. Piñera, en cambio, gozó del beneficio de una candidatura novedosa, con no más de 7 meses de antigüedad.

2.A los chilenos no les gusta que critiquen a su gobernante, independientemente de si pertenece a la coalición que apoyan o no. El tono frontal de Lavín –en comparación con el conciliador de Piñera– sería una razón por la que los chilenos prefirieron al segundo. La gente buscaría cerrar heridas del pasado y no continuar con las discusiones pequeñas, por lo que el empresario sería la mejor opción para culminar la transición.

3.Tras las elecciones presidenciales de 1999, el candidato de la UDI, Joaquín Lavín, es elegido alcalde de la comuna más emblemática de la capital, Santiago Centro. Esto lo hace estar siempre como blanco de las críticas del gobierno tanto en su gestión como en su figura, lo que provoca un desgaste del que era el candidato único de la Alianza por Chile. Esta habría sido la principal razón de la baja de las encuestas y de la sorpresiva irrupción de Piñera en la carrera presidencial.

Habrá que esperar al 15 de enero para ver quién será el próximo Primer Mandatario de Chile, sin embargo, ya está definido el Parlamento que acompañará a éste. La UDI mantuvo su condición de ser el partido con mayor votación en la Cámara de Diputados, con un 22,34%. Sin embargo, la coalición oficialista consiguió la mayoría. La legislación chilena especifica diferentes quórum para aprobar distintos tipos de leyes, por lo que un gobierno continuista de la Concertación igualmente tendría que pactar en ciertos casos con la oposición. En efecto y no obstante el crecimiento nominal de la Concertación, ésta sigue con la capacidad de aprobar por si sola idéntico tipo de leyes (las de mayoría simple y quórum calificado) que antes de la elecciones, y del mismo modo, tampoco pueden aprobar leyes que antes no podían aprobar (Leyes Orgánicas Constitucionales, y Reformas Constitucionales, con 4/7, 3/5 y 2/3 respectivamente).

En definitiva, en los seis años de gobierno de Ricardo Lagos, las tendencias no parecen haber cambiado.

Mientras en el oficialismo se aprecia un giro hacia la izquierda, que ya era previsto por algunos actores políticos, en la oposición aún quedan esperanzas para alcanzar la primera Magistratura de la Nación.

Frente a este acercamiento a la izquierda por parte del Senado y de la Cámara de Diputados, parece conveniente un balance a favor de las posturas de centro derecha. De esta forma, la segunda vuelta presidencial se ve como una gran opción para ello. Para esto, la clave de la estrategia de la segunda vuelta deberá ser fortalecer a la Alianza por Chile, para que la coalición permanezca unida y, con un trabajo intenso, logren situar a su candidato en la presidencia.

En este sentido, el rol de Joaquín Lavín será tanto o más importante que antes de los resultados del domingo: Lavín se ha comprometido a trabajar junto a Piñera, y ha aceptado ser el responsable político de la campaña y recorrer el país junto al candidato. Esta parece ser la única opción de traspasar la totalidad de los votos a Piñera y conquistar otros más, a fin de obtener un triunfo el próximo 15 de enero.

Diario Exterior (España)

 


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Título
18/01/2006|

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