El pasado 14 de junio dos fantasmas centroasiáticos recorrieron internet. Por un lado la noticia, reproducida hasta la saciedad, de los abundantes recursos mineros que, presuntamente, habrían sido descubiertos en Afganistán (The New York Timesse atrevió a valorarlos en, aproximadamente, un billón de dólares). Por otra parte, los violentos disturbios étnicos acaecidos en Kirguistán, un pequeño país ex soviético cercano a Afganistán, fronterizo con China y que alberga, en su territorio, una base militar rusa y otra, estadunidense.
Ambas circunstancias tienen trasfondo: por sí mismas y globalmente, ya que están conectadas. La clave del asunto radica en un viejo precepto geopolítico formulado -hace más de cien años- por Halford Mackinder: Asia Central sería la “isla-mundo” y quien la controle -al ser la parte del planeta más alejada del mar- “dominará el Globo”. En eso está Washington desde finales de la década de los 1970. Talibanes al margen, Afganistán no es casualidad.
El problema actual es que, allá, no solo la guerra de desgaste prosigue su curso mientras se acerca 2011 (fecha prometida por Obama, para retirar sus tropas) sino que, como consecuencia de la misma –y de la inseguridad que el conflicto acarrea- las empresas occidentales no están postulando a los concursos de explotación minera convocados por Kabul, que están empezando a ser copados por otros dos grandes actores regionales: India y China.
Por si eso fuera poco, la semana pasada, dos publicaciones –de la talla del Asia Times y de The Atlantic- insinuaron que la información de la riqueza minera afgana es, en realidad, vieja e imprecisa…
¿Y qué hay de Kirguistán? Pues, de hecho, algo muy parecido a lo que hubo, hace un año, con el Xinjiang chino (región más occidental del país, de religión musulmana, fronteriza con Kirguistán): nunca antes, allá, había habido disturbios étnicos ¿Por qué ahora sí? ¿Quizás porque el Pentágono necesita justificar su presencia en Asia Central y resulta más sencillo evocar ricos yacimientos mineros o un impreciso islamismo radical, que reconocer que los movimientos estratégicos son de largo aliento e implican a potencias como Rusia, China o India? De lo que en el fondo se trata, es de la hegemonía mundial; la información, es solo una trinchera más…
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