Para ello, la cerveza está en su punto. El pico de gallo fresco.

Aperitivo: sopa de frijol negro con especias
Se pudiese pensar que atrás de las decisiones de los gobiernos, hay un cúmulo de sesudos estudios y profunda planeación. Sorprendería a más de uno dar cuenta del grado de improvisación y circunstancia en las que luego se toman las decisiones de la gobernanza.

Dicen que los niveles de soberbia han ido a la alza, allá en Palacio de Miraflores, en Caracas. A tal grado, que fue la arrogancia bolivariana la que acabó en la expropiación del Hotel Hilton de la Isla Margarita, Venezuela.

Cuentan que el gobierno venezolano encontró muchos trámites que realizar para usar el Hilton Margarita como sede de la reciente Cumbre América del Sur-África.

Frente a los permisos y dificultades (sobre todo en el rubro de la seguridad), que tuvo que pasar el gobierno para llevarla a cabo, ocasionaron la molestia del presidente venezolano Hugo Chávez, quién optó por… expropiarlo (¡!).

No fue un asunto de especulaciones. El propio presidente lo dio a conocer. “Para hacer una cumbre como la de África, tuvimos que pedir permisos, y la seguridad y todo aquello… Ellos (el Hilton) quieren ponerle condiciones al Estado Revolucionario y eso no lo vamos a admitir”, explicó el comandante para justificar la “adquisición forzada”.

Desde luego, nadie resultó ruborizado en la República Bolivariana. Incluso Chávez aseguró que “ahora que está expropiado, le voy a cambiar el nombre. Un nombre criollito, le voy a poner”.

Delirios Revolucionarios del siglo XXI.

Piatto forte: tacos de pescado al pastor
Semana electrizante, sobre todo en materia político-laboral-vial.

Después de realizar implacable operación de tomar pacíficamente las instalaciones de Luz y Fuerza del Centro, negar previamente la toma de nota a la cuestionada dirigencia sindical, emitir decreto de liquidación, cuidando al milímetro aspectos legales y laborales, el gobierno de Felipe Calderón tomó la decisión trascendente de eliminar una fuente inmensa de corrupción, derroche e ineficiencia como LyFC.

No obstante, el jueves, después de una multitudinaria marcha del SME y organizaciones afines, la Secretaría de Gobernación decidió sentarse a negociar.

En este punto, se abren varias interrogantes a saber: ¿Qué será lo que se pretende negociar?

El gobierno no va transitar por todo el camino andado, para acabar revirtiendo el decreto de liquidación, que es la pretensión de Martín Esparza y la dirigencia del SME.

Ellos tampoco van a sacar a las calles a los electricistas, sus familias, a sus aliados sindicales y políticos, sólo para platicar sobre su desaparición y conseguir liquidaciones más altas de lo que ya están.

Lo más curioso es que la administración federal está negociando con un interlocutor que el mismo gobierno no reconoce.

Mientras tanto, la izquierda trata de explicar cómo se mantiene una empresa que gana dos y cuesta cuatro, incapaces de criticar a un sindicalismo cuyas dirigencias son rapaces, en detrimento de los mismos trabajadores, y en la cresta misma de la corrupción que el mismo progresismo ha criticado por años.