Esto marca un estratégico ajuste político-ideológico hacia el centro social para los dos años que restan de gobierno, lo que sería una respuesta tanto al remezón de Bagua cuanto a la oferta autoritaria del fujimorismo y el discurso antisistema del humalismo.

En un tono mucho más conciliador, que alienta la confianza y la autoestima, el mensaje ha sido bien estructurado trazando una hoja de ruta democrática no solo al 2011 sino al 2021 cuando se cumpla el bicentenario de la república. Democracia sólida con crecimiento del 6% al 2011, más inversión privada y pública, con seguridad, mejor educación sin analfabetos, un sistema de salud de calidad y englobante, son metas altamente deseables.

Sin embargo, bajo el gran paraguas doctrinal de la democracia con orden y participación ciudadana para superar la crisis económica, el primer mandatario ha acuñado nuevos términos como descentralización popular, que necesitan ser aún explicados en detalle para deslindar cualquier sesgo demagógico y saber cómo se ejecutarán. Falta explicar cómo concretar todas estas iniciativas.

Efectivamente, el presidente ha hecho un severo llamado de atención a los gobiernos regionales y locales, que concentran el 70% de la inversión y el gasto público, pero que por falta de voluntad política o de “ expertise” no los convierten en proyectos que beneficien a los ciudadanos. Esto no solo mantiene o ahonda la brecha de pobreza y subdesarrollo, sino que también es fuente primaria de conflictos sociales.

Al respecto, es positiva la convocatoria a los grupos juveniles y a las comunidades nativas a participar en proyectos que no puedan ser ejecutados por gobiernos regionales y locales, y otros que puedan involucrar la explotación de recursos comunales.

Pero, toda esta convocatoria a gastar más debe implicar también un alto grado de responsabilidad y eficiencia, a la par que el seguimiento puntual de mecanismos de fiscalización y control, que tienen que ser precisados en las semanas siguientes.

A propósito de ello, el tema de la corrupción ha tenido escasa mención en este mensaje, por lo que se espera un desarrollo y un deslinde más preciso y enfático en los próximos días, cuando se envíen los proyectos de ley anunciados al Congreso.

Tornando al tema del fortalecimiento de la legitimidad democrática, resulta imperativo que el Parlamento acoja y debata con urgencia las iniciativas para instaurar la renovación por mitades y la segunda vuelta para las elecciones regionales. Claro que habrá que vencer resistencia de los propios congresistas, que deben entender la necesidad de recuperar el prestigio de este poder del Estado, tan divorciado de la ciudadanía por errores y escándalos de sus propios miembros.

Otros puntos destacados del mensaje aluden al reforzamiento de la cultura del consumidor y a la defensa irrestricta de la libertad de expresión y de opinión, como elementos fundamentales de la democracia y del Estado de derecho.

Hoy, como ha dicho el presidente, cuando el gasto es la respuesta a la crisis y se diluyen las fronteras entre lo externo y lo interno, todos debemos permanecer alertas. Y si el Perú está en mejor posición que otros países de la región es porque ha sabido manejar sus reservas y resistir las tentaciones populistas y estatistas.

De allí la exigencia a la prensa y también a la sociedad civil para que mantengan una permanente actitud crítica y fiscalizadora, advirtiendo sobre cualquier irregularidad o derrape que nos aparte de la democracia o de la economía social de mercado, y se retorne a una democracia delegativa como sucedió en su primer gobierno.

En lo sustancial se advierte una tendencia hacia el centro democrático social donde se prioriza la participación popular y la inclusión, conceptos centrales en toda democracia moderna.