El anuncio conocido ayer mismo de un principio de acuerdo entre los dos principales partidos checos para fijar la celebración de las elecciones anticipadas en octubre próximo ha aliviado la presión que los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea estaban sintiendo en la reunión informal que se celebra en Bohemia del Sur.
Al Príncipe Karel Schwarzemberg, actual ministro de Asuntos Exteriores checo, le ha servicio como el mejor final posible después de haber podido enseñar a sus colegas europeos los secretos del castillo de Hluboka, que perteneció a su familia y fue confiscado por los nazis primero y el régimen comunista después y hoy es propiedad del Estado.
En efecto, el primer ministro Mirek Topolanek,democristiano, y el líder de la oposición socialdemócrata, Jiri Paroubek, anunciaron ayer a mediodía que se comprometen a una tregua hasta las elecciones de octubre, de manera que la República Checa podrá terminar el semestre de presidencia sin más sobresaltos.
Aunque no se ha decidido cómo se formará el gobierno, se interpreta que lo más importante es que ello permitirá que el actual Senado ratifique el Tratado de Lisboa y que se mantenga el calendario previsto por los Veintisiete.
Un mensaje para Klaus
Schwarzemberg dijo que la ratificación «es uno de los asuntos de mayor interés para nosotros». Cuando le preguntaron al secretario general del Consejo, Javier Solana, sobre cuál debería ser el papel del presidente checo, Vaclav Klaus, conocido por sus posiciones euroescépticas, respondió no sin cierta sorna: «El presidente Klaus sabe perfectamente qué es lo que tiene que hacer».
A falta de gobierno en Praga y con la perspectiva de un nuevo aplazamiento de la ratificación, los ministros de Exteriores volvieron a enzarzarse sobre la posibilidad de seguir hablando de la ampliación de la UE a nuevos países o no, dependiendo de si se consigue o no poner en marcha el Tratado de Lisboa. El ministro francés, Bernard Kouchner, lo dijo en todas las lenguas que conoce: «Esto es un asunto en el que se requiere la unanimidad y con que haya un país que no esté de acuerdo, no hay ampliación».
Las novedades políticas en Praga han aliviado también a los ministros de los países de los Balcanes que se sumaron ayer a la reunión (incluyendo al de Kosovo, aunque bajo la representación de la misión de la ONU en el territorio), excepto al de Croacia, cuyo ministro de Exteriores, Gordan Jandrokovic, se ha vuelto a encontrar con la intransigencia de Eslovenia, decidida a no ceder en su reclamación de una salida a mar abierto.
