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25/11/2008 | La próxima guerra india

M.A. Gallo Macias

La organización pro Derechos Humanos Human Rights Watch ha publicado un informe en el que acusa al Gobierno indio de repartir armas entre la población civil para combatir a la guerrilla naxalita, de inspiración maoísta, que desde hace cuarenta años opera en las zonas más pobres del país.

 

En el documento 'Permanecer neutrales es nuestro mayor crimen', la organización arremete contra el 'Salwa Judum' (Ejército del Pueblo), una contraguerrilla compuesta por civiles a los que la policía y el Gobierno indios entrenan y proporcionan armas. Según HRW, "este ejército popular carece de disciplina, practica el pillaje, la violencia indiscriminada, violaciones y son responsables del desplazamiento forzoso de unas 100.000 personas".

Según el estudio, cuando la población es hostigada por una de las facciones se ven obligados a apoyarles, pero cuando es el otro bando quien controla el territorio sufren represalias por haberlo hecho; finalmente, los que viven en la tierra de nadie infestada de campamentos guerrilleros y cuarteles del ejército, se convierten en víctimas de los abusos y el pillaje de ambos. El Gobierno, al abdicar su responsabilidad y armando a civiles, renuncia a protegerles y les pide que se auto protejan.

Un alto cargo policial de Hyderabad, cerca de las zonas afectadas por la violencia, me aseguraba hace tiempo que "antes la consigna era ir a los pueblos donde se apoyaba a los naxalitas y propinar palizas y castigos ejemplares a los hombres para asustar a la población; pero nos hemos dado cuenta de que no es un buen método, se vuelve contra nosotros. Ahora somos más sutiles e intentamos premiar a la gente con instalaciones públicas en su aldea o con trabajos en el Gobierno si colaboran dando información. He recomendado a otros cuerpos de seguridad del país que hagan lo mismo".

La guerrilla naxalita toma su nombre de una aldea de Bengala llamada Naxalbari, donde en 1967 se produjo un levantamiento armado contra la expropiación de tierras. En la actualidad cuentan con unos 10.000 efectivos armados y con más de 2.000 víctimas mortales a sus espaldas se han convertido en "la mayor amenaza interna a la seguridad", según el Primer Ministro Singh. Controlan amplias zonas rurales en 22 de las 28 regiones de la India y reconocen abiertamente el reclutamiento forzoso de niños y el "rescate de las garras del capitalismo" de la población que cae bajo su control. Mediante extorsiones, saqueos y secuestros consiguen manejar un presupuesto anual estimado en ocho millones de euros con el que adquieren armas ligeras y lanzacohetes en el mercado negro internacional.

Por su parte, el Gobierno indio se ha visto incapaz hasta ahora de contener el avance de esta guerrilla en regiones como Chattisgar u Orissa, donde incluso altos cargos políticos declaran abiertamente su apoyo a la insurgencia y a cambio tienen garantizada la protección de sus distritos. Métodos como repartir armas entre la población rural para que se defiendan de los maoístas han fracasado estrepitosamente y han degenerado en peleas tribales y luchas entre aldeas, así como represalias entre campesinos. Es una guerra civil de bolsillo.

Varios jefes de gobierno regionales se reunieron en Nueva Delhi para coordinar sus esfuerzos en la lucha contra los naxalitas y anunciaron la creación de varios centros de entrenamiento para unidades especializadas llamadas Greyhounds ('galgos' en inglés). Este cuerpo de elite intenta lavar el desprestigio de las fuerzas de seguridad del Gobierno usando tácticas de comando y espionaje que intentan dejar a la población civil al margen de los enfrentamientos.

En pocos meses los 'galgos' han sufrido casi un centenar de bajas.

Desde que comenzó a actuar, la guerrilla ha ido incrementando cualitativamente sus ataques y ya emplean minas, atacan barcos pequeños y amenazan con extender sus actividades a sabotajes y atentados en ciudades importantes como Bangalore.

En las zonas controladas permanentemente por este grupo armado no se aceptan rupias –la moneda india- sino pagarés revolucionarios extendidos por los naxalitas, o bien se usa el trueque.

Según el periodista indio Sudeep Chakravarti "los maoístas son patriotas según su manera de entender las cosas, y no quieren otro país independiente porque ya tienen uno: la India; lo que pasa es que no están de acuerdo con cómo es este país".

Por su parte, el ex Primer Ministro indio Vishwanath Pratap Singh declaró a un semanario: "si lo que estamos viendo hoy día es el modelo de desarrollo del futuro, quisiera unirme a los naxalitas inmediatamente; lástima que sea demasiado viejo".

El Mundo (España)

 


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