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22/06/2011 | Negociación con ETA: 2006-2011

Oscar Elía Mañú

En los análisis sobre los pactos de Zapatero con ETA en la anterior legislatura suele haber un malentendido que arrastramos hasta hoy. Lo que habitualmente solemos denominar el “proceso de paz” de 2006 era en verdad la última parte de un proceso que comenzó años antes. A partir de 2002 -algunas fuentes hablan de antes-, socialistas y etarras habían celebrado ya múltiples reuniones, pactando una hoja de ruta con contenidos políticos, policiales y penitenciarios, que debían llevarse a cabo a partir de 2006. Se trata así de dos fases distintas que conviene no confundir: en la primera –secreta- se habló de lo que se iba y debía hacerse; en la segunda -pública y lo que limitadamente llamamos “proceso de paz”-, se debía hacer lo pactado.

 

La distinción es fundamental también para hoy, porque a mediados de 2011 estamos en otra primera fase, la que precederá a la parte pública del proceso que aún sólo intuimos. La entrada de Bildu en las instituciones es uno de los requisitos para que podamos entrar en ella, al igual que los últimos comunicados etarras.

¿Se trata de una segunda parte de la negociación o de una negociación nueva? Dependiendo donde prefiramos mirar, responderemos una cosa u otra. Atendiendo a los medios, a la forma de actuar de las dos partes, la primera sensación es que lo que ocurre en 2011 y lo ocurrido entre 2006 y 2007, muestra que no hay proceso alguno; el error está en comparar dos fases distintas del proceso. La comparación pertinente en junio de 2011 es con el año 2005, cuando ETA y PSOE pactaban en secreto la “resolución del conflicto”, cuando los rumores eran ensordecedores, y cuando el Gobierno calificaba de infamias y mentiras los comentarios sobre unos pactos que, efectivamente, llevaba avanzados. Como entonces, gobierno, socialistas y etarras están enfrascados en una negociación donde utilizan todas las armas -desde la opinión pública a las fuerzas de seguridad, desde las treguas hasta los beneficios penitenciarios, desde la kale borroka a las entrevistas-, para obligar al otro a ceder y sacar partido con vistas al pacto, que será lo que inaugurará la fase pública de la negociación. Respecto a ésta se pueden señalar algunas diferencias[i] que harán la segunda fase de la negociación distinta a la de la anterior legislatura.

1. El papel de Zapatero: quién no parece negociar

En primer lugar, en 2006, Zapatero encabezó personalmente el proceso de negociación en su fase final. Aunque las fuentes no se ponen de acuerdo sobre el inicio –algunas hablan de 2000, otras de 2002 como los años en los que los contactos entre socialistas y etarras se intensifican-, la parte pública del proceso, en la que ambas partes debían cumplir lo pactado a lo largo de 2005, se inició con la declaración etarra del 22 de marzo de 2006. Dos semanas antes, Zapatero había anunciado ya que el fin del terrorismo estaba cerca. Y desde ese momento, se convirtió en protagonista de ella. Tanto respecto al comienzo, con la famosa declaración del Congreso de junio[ii]; como rspecto al final, con la famosa declaración del 30 de diciembre de 2006, con el “dentro de un año estaremos mejor que hoy” mientras los terroristas colocaban la bomba en la T4 de Barajas. Entre medias, el presidente del Gobierno utilizó ampliamente el discurso del “ansia infinita de paz”. Tras el fracaso de la negociación, convertida en su apuesta personal y política, el resultado fue nefasto: se le hizo responsable único y directo de las cesiones a la banda y del fracaso de su intento. Y por parte de los entusiastas de la negociación, se le acusó además de dar a las conversaciones una visibilidad mediática suicida.

En el presente proceso negociador, para evitar este riesgo, Rodríguez Zapatero está quedando en un discreto segundo plano: su discurso pacifista más atenuado y abstracto, sin referencia a los acontecimientos concretos, y sin referencias a ningún acuerdo más allá de la idea de que se acerca el fin del terrorismo que no de la banda. Con su caída en desgracia, ha sido Pérez Rubalcaba el que protagoniza discursos ambiguos y cargados de doble significado.

Pese a que conforme el proceso avanza el discurso de Zapatero y Rubalcaba va volviendo poco a poco al tema del fin de la violencia, por lo menos hasta que no exista posibilidad de marcha atrás, ambos permanecerán al margen: lo cual ocurrirá con Bildu ya en las instituciones, con los presos en cómoda situación y con las perspectivas de cambio político del 22M, que animan por fin a ETA a cambiar de estrategia. Los periodistas especializados en temas de interior hablan de un comunicado etarra más pronto que tarde, que refuerce la apuesta del Gobierno. Por ahora, Zapatero y Rubalcaba van consiguiendo la discreción y el secreto. No sólo ellos: el éxito de la actual negociación exige mantenerlo en secreto el máximo tiempo posible. Tanto los representantes del Gobierno como los de ETA achacaron en su día el fracaso a la enorme presión mediática, que se convirtió en social. Ahora se trata de evitarla al máximo. Y por ahora lo van consiguiendo.

2. Los mediadores: quienes negocian

En segundo lugar, otra diferencia afecta a los sujetos de la negociación: las conversaciones anteriores las llevaron a cabo directamente miembros del PSOE y del PSE con miembros de la banda terrorista, con el consiguiente escándalo público y el deterioro de la imagen de los socialistas. Primero, estaban tan involucrados algunos miembros del PSE desde hacía tanto tiempo, y de tal manera[iii], que hubo que ocultar los tratos: y segundo, la opinión pública fue conociendo poco a poco la existencia de reuniones secretas, lo que obligó a los socialistas a mentir durante meses, engordando el escándalo a cada momento. Entraron en una espiral de escándalo tras escándalo.El punto máximo llegó con el conocimiento del contenido de las negociaciones, gracias a las actas intervenidas a ETA con la detención de “Thierry”[iv]. El resultado fue un PSOE asociado a los pactos políticos con ETA y a la mentira y la ocultación a la sociedad española.

Para evitarlo, en la actual fase de la negociación se han introducido la figura de los mediadores internacionales, que facilitan las cosas[v]. Primero, porque ETA se fía más de ellos, dado que la banda parece considerarse engañada por Rodríguez Zapatero, al que acusó de alargar inadmisiblemente sus compromisos en 2006; porque su presencia le otorga un objetivo que lleva décadas buscando, el reconocimiento internacional; y porque se trata de personas con reconocidas simpatías por la izquierda abertzale[vi]. Y segundo, porque a diferencia de 2006, la intermediación permite al Gobierno afirmar que no negocia con la banda, lo cual aunque es cierto sólo a medias, le permite no ser sorprendido en las reuniones que otros protagonizan por él; y porque dirigidos los detalles desde el extranjero, permite mantener el proceso en un grado de opacidad mayor.

Desde este punto de vista, sólo cuando ambas partes se pongan de acuerdo y la negociación quede legitimada internacionalmente, los mediadores dejarán paso a los verdaderos protagonistas: algunas fuentes hablan de otoño-invierno de 2011, con Bildu ya asentada en las instituciones, y favoreciendo un clima de normalización, expresión en la que coinciden tanto etarras como socialistas. Mientras esto ocurra y el proceso pueda presentarse con apariencia de éxito, los socialistas consiguen evitar el escándalo de verse sorprendidos en sus tratos con los terroristas. También esto lo están consiguiendo sin problemas.

3. Política o sociedad: qué se negocia

En tercer lugar, en la negociación de la anterior legislatura, etarras y socialistas dialogaron directamente sobre política, aunque también sobre presos, reinserciones y cuestiones secundarias. El documento más elaborado, el que PSE, PNV y ETA pactan en el Santuario de Loyola se plasmó una hoja de ruta que afectaba entre otras cosas a la autonomía del País Vasco o la anexión de Navarra, tolerada por los socialistas en el fondo, aunque matizada en la forma y en los tiempos. A diferencia de lo ocurrido en Argel o Santo Domingo, aquí el Gobierno sí negoció políticamente una hoja de ruta con ETA. La gravedad de los acuerdos y sus contenidos políticos, fue lo que puso en marcha la famosa “rebelión cívica”: las manifestaciones de Madrid y sobre todo de Pamplona, donde miles marcharon en la mayor manifestación de la historia. Ofrecer a ETA un pacto para la reforma política de la Constitución, el Estatuto de Autonomía vasco y el Amejoramiento del Fuero navarro era entonces la forma más rápida de atraer a la banda y lograr su conformidad con mayores garantías. Para el PSE, relevado Redondo Terreros de su Secretaría General, no suponía ningún trauma. Más bien al contrario: el propio Jesús Egiguren ha dejado claro, ante quien quiera escucharle, su posición en temas fundamentales[vii].

Pero llevaba un doble riesgo. Primero, el derivado de ofrecer a la opinión pública unos acuerdos que serían considerados como una cesión, como así ocurrió, porque las declaraciones de los miembros del PSE y la complicidad del socialismo navarro del PSN encendieron todas las alarmas; era el momento en el que la izquierda española celebraba que Otegi hablaba de Iruña, la Jerusalem de los vascos. Y segundo, el gran problema en el trato con el totalitarismo etarra: ¿cómo satisfacer unos objetivos que iban bastante más lejos que un simple estatuto a la catalana, por muy generoso que fuese? Gran parte de los problemas vinieron del hecho de que los etarras querían soluciones drásticas ya; y los socialistas sólo les prometían soluciones futuras a largo plazo. Demasiado para el que lleva cientos de cadáveres a las espaldas y vive en la clandestinidad por el sueño de la independencia.

En el momento actual, los objetivos políticos etarras –territorialidad, independencia- han pasado a un segundo plano. Ni los socialistas pueden ofrecerlas ya, ni ETA está fuerte para exigirlas. Así que ambas partes parecen haber convenido en que no se trata del cambio político, sino sobre de las condiciones que harán posible ese cambio político: principalmente la construcción de una nueva mayoría “progresista” en el País Vasco, semejante a la emanada durante los años de tripartito desde Cataluña. Lo que se adivina en el horizonte es la ruptura constitucional “a la catalana”: la alianza de socialistas y nacionalistas radicales destinada a la ruptura constitucional y estatutaria, en clave vasca, lo que implicará cambios aún más profundos que los del Estatuto, y más amplios, al incluir a Navarra. En un acuerdo semejante, repiten los negociadores del PSE y no pocos de sus interlocutores en la órbita etarra, únicamente se interpone la existencia de ETA. El alto el fuego de la banda o su promesa de desmovilizacion, respaldaría doblemente el pacto entre ambas partes: vendría respaldada y legitimada por la consecución de la paz; y supuestamente contaría con legitimidad democrática al estar ya Bildu dentro de las instituciones.

De ahí la insistencia socialista en que los comunicados etarras son “insuficientes”: sólo el fin de ETA será suficiente para una nueva mayoría en la sociedad vasca, con Batasuna pero sin el Partido Popular. El triunfo espectacular de Bildu en las elecciones del 22 de marzo, que parece haber asustado a algunos socialistas, cambia la relación de fuerzas, porque el brazo político de ETA queda menos a merced del PSOE que el PSOE a merced de Bildu. Pero en lo sustancial, no afecta a la cuestión de fondo: conformar un nuevo “Gobierno de progreso” en el País Vasco, Gobierno sólo frenado en Navarra por el ultimátum del PP acerca de los deseos socialistas de pactar con el despotismo nacionalista de Nafarroa Bai o de Bildu[viii].

4. ¿Frente al Partido Popular?

En cuarto lugar, el anterior proceso negociador vino después de los exitosos años de lucha antiterrorista del Partido Popular, que culminaron con la Ley de Partidos y el Pacto Antiterrorista. No es del todo cierto que éste surgiese por iniciativa de Zapatero en materia antiterrorista; más bien fue la iniciativa del socialista de sumar a su partido a una política que -pese a sus dudas y aún oposiciones en temas como la reforma de la Ley del Menor, el Código Penal o la Ley de Partidos- estaba conduciendo al gobierno de Aznar a terminar con ETA[ix]. En verdad, los antecedentes no eran buenos, porque según sabemos, los socialistas negociaban ya con ETA al tiempo que mantenían formalmente el frente común contra la banda. Conociendo éste aspecto, no sorprende que la negociación se llevase a cabo frente a la tradicional firmeza del Partido Popular en política antiterrorista. Los pactos con ETA exigían desarmar buena parte de esa política –el endurecimiento de penas se frenó, como también se frenó la ilegalización de LAB, sindicato de la banda-, y la puesta en marcha de comportamientos escandalosos y delictivos –como la falsificación de los informes de verificación de las Fuerzas de Seguridad o el caso Faisán de chivatazo a ETA por parte de destacados miembros del Ministerio del Interior- Eso motivó que el gran partido de la derecha participase en las enormes movilizaciones de las víctimas y colectivos cívicos que hicieron descarrilar el proceso negociador. La conclusión entonces era que sin el apoyo activo o al menos pasivo del PP era imposible cualquier negociación con ETA.

En la situación actual, cualquier pacto con ETA debe contar con el apoyo o al menos la no oposición de este partido. Por eso en el presente proceso, está siendo obligado para el Gobierno neutralizar la posición del Partido Popular: bien manteniéndolo en la oscuridad desinformado de sus actuaciones; bien convenciéndole de lo inevitable de los pactos con la banda, amenazándole con dejarle al margen del resultado; o bien apelando a otras cuestiones, de las cuales las relaciones personales no son menores. La insistencia de Rubalcaba en recordar que mantiene informado al PP busca neutralizar la natural oposición de este partido a los tratos que los socialistas llevan a cabo con la banda terrorista.

En este sentido, la actitud mantenida por Mariano Rajoy en relación a la presencia de Bildu en las elecciones de mayo de 2011, o en relación con la sentencia del Tribunal Constitucional, apuntan a la neutralización progresiva de su partido. La entrada de los candidatos de Bildu en los ayuntamientos y los ataques sufridos por concejales del Partido Popular ha generado en el partido una reacción desordenada[x]: mientras por un lado algunos manifestaban su hostilidad a la gestión socialista del tema, otros –con Rajoy a la cabeza- obviaban el tema, y otros históricos del partido, como María San Gil, se empleaban con la contundencia habitual de un partido al que ya no pertenecen y que no muestra la misma actitud. Salvo sorpresas, la oposición por parte de la actual dirección actual del Partido Popular a la negociación con ETA parece efectivamente neutralizada. También en esto el éxito del Gobierno es considerable.

5. Las víctimas, víctimas

En quinto lugar, a partir del año 2005 fueron las víctimas y los movimientos cívicos los que se lanzaron a la calle en 2005 (enero, junio, septiembre) y 2006 (febrero, junio, noviembre). Las masivas manifestaciones tuvieron éxito: contaron con la participación y apoyo de colectivos cívicos y partidos políticos y personalidades de todo tipo. Fue lo que se llamó la “rebelión cívica”: el levantamiento pacífico y legal de cientos de miles de personas en defensa de la dignidad de las víctimas del terrorismo, contra los tratos del Gobierno de Zapatero con ETA, y en defensa de la España constitucional.

Las movilizaciones fueron un éxito, porque aunque no consiguieron hacer ceder al Gobierno, que siguió negociando durante 2007 y después, sí le obligaron a no cumplir todo lo pactado con los etarras en el plazo de tiempo acordado. Salta a la vista que las víctimas, junto con el Partido Popular, eran el primer y más importante obstáculo social a los pactos actuales. Es obligado para el Gobierno en esta ocasión neutralizar los movimientos cívicos, ya sea en términos operativos o de movilización y legitimidad social. También aquí ha cosechado el Gobierno un éxito indudable: las víctimas se hayan divididas como nunca lo han estado, con enfrentamientos tan absurdos como intensos y una actitud ambigua respecto al Gobierno[xi]. Las distintas manifestaciones convocadas por Voces contra el Terrorismo y Asociación de Víctimas del Terrorismo han tenido un indudable mérito, pero se han quedado demasiado lejos de las celebradas en la anterior legislatura, y demasiado lejos del éxito capaz de hacer descarrilar los pactos actuales.

Los movimientos cívicos en sentido más genérico se encuentran también desaparecidos, con graves dificultades económicas, más desunidos que antes y con menor capacidad de acceso a la sociedad. Salvo contadas excepciones –como el caso de Hazte Oír- han experimentado desde 2008 un considerable retraimiento, coincidiendo además con el cambio ocurrido en el Partido Popular en relación con su base social y con el centro-derecha en general.

Hostigados por el Gobierno, menospreciados por buena parte de los medios de comunicación y por el Partido Popular, víctimas y movimientos cívicos han sido en buena medida desactivados, salvo que los acontecimientos puedan provocar una reacción considerable. Las excarcelaciones y los beneficios de presos, que hace apenas cuatro años hubiesen lanzado a millones a la calle, han sido insuficientes para poner siquiera de acuerdo a unos y otros. Será más difícil para todos ellos –afortunadamente no imposible- levantar otra rebelión ciudadana a la que se le acaba el tiempo.

6. El carácter instrumental de las FSE

En sexto lugar, en el anterior proceso de paz las Fuerzas de Seguridad denunciaron presiones y directrices del Ministerio del Interior para dejar respirar a ETA y no actuar contra ella: la encarnación de esto fue el “caso Faisán”. En aquellas fechas, el Ministerio del Interior presentaba estadísticas sobre la detención de etarras y la eficacia policial, lo que no impedía las negociaciones. Al “caso Faisán” acompañaban el escándalo de los informes de verificación, en los que las Fuerzas de Seguridad afirmaban que ETA continuaba actuando, pero que en manos del ministro Rubalcaba decían justo lo contrario[xii]. En verdad, la existencia o no de negociaciones es independiente de la existencia de negociaciones, y la presión policial de unos o la amenaza de atentados de los otros son utilizados usualmente como instrumentos para la mesa de negociación.

Hoy no hay parálisis de las Fuerzas de Seguridad; como no la había en sentido absoluto en 2006. Simplemente, el Gobierno y Rubalcaba golpean sistemáticamente a los reacios a negociar dentro de la banda, favoreciendo a los más proclives con beneficios penitenciarios o políticos. El trato condescendiente con los considerados “posibilistas” se complementa con el trato inmisericorde otorgado a los “duros”. Este uso selectivo de los instrumentos policiales, judiciales y penitenciarios no sólo no implica una fortaleza del Estado de Derecho, sino precisamente su debilidad: en vez de la aplicación universal de la ley, asistimos al uso selectivo de sus instrumentos. Lo cual tiene dos consecuencias importantes para la negociación. Primero, como hemos visto, fuerza a la banda a negociar a la baja y elimina a aquellos menos dispuestos a llegar a acuerdos con los socialistas. Y segundo,la acción policial sirve al gobierno para calmar a los más despistados, ofreciendo pruebas de que la acción policial sigue en marcha. La estrategia le está funcionando bien, favoreciendo a los terroristas más proclives y desactivando la oposición de PP, víctimas y medios de comunicación.

Hay más aspectos, evidentemente, que diferencian esta negociación, o esta fase de la negociación, de la de 2006, pero baste este texto para remarcar al menos estos seis: Esconder a Zapatero y salvaguardar al PSOE en los contactos; no romper el marco jurídico inmediatamente, sino “a la catalana”; neutralizar a la oposición y desactivar los colectivos cívicos; utilizar, pero selectivamente, a la policía y la justicia. Las seis variaciones, importantes y de indudable alcance, surgen del aprendizaje gubernamental de los errores que impidieron su éxito entonces. En términos generales van funcionando, y el proceso sigue avanzando hacia la segunda fase sin demasiados problemas. En el momento en que ETA y el Gobierno lleguen al acuerdo definitivo y ambos deban cumplir con lo pactado, veremos si tienen éxito definitivo y si alguien puede parar un proceso más taimado que el anterior. Notas

[i] Una versión breve de este análisis fue publicada en la revista Época de Intereconomía el 15 de enero de 2011 (http://www.gees.org/articulos/negociacion_con_eta_fases_y_diferencias_8400)

[ii] “Zapatero anuncia el inicio del diálogo con ETA”, http://www.elmundo.es/elmundo/2006/06/29/espana/1151579293.html. En verdad el diálogo había empezado hacía ya tiempo.

[iii] “El PSOE asumió que hay un conflicto político en 25 reuniones con Batasuna antes de la tregua”, (GARA, 18 mayo 2007, http://www.gara.net/paperezkoa/20070518/18797/es/El/PSOE/asumio/que/hay/conflicto/politico/25/reuniones/Batasuna/antes/tregua)

[iv] ABC, 29 de marzo de 2011 (http://www.abc.es/20110329/espana/abci-actas-201103290919.html)

[v] EL PAÍS, 8 de septiembre de 2010 (http://www.elpais.com/articulo/espana/ETA/dispuesta/negociar/mediadores/internacionales/elpepuesp/20100918elpepunac_6/Tes)

[vi] Es el caso de Brian Currin, que hace suyo la totalidad del punto de vista etarra (LE MONDE DIPLOMATIQUE, junio 2011, http://www.monde-diplomatique.fr/2011/06/CURRIN/20683 )

[vii]ELÍA, ÓSCAR, “Rodríguez Zapatero, el PSE y la anexión de Navarra”, en GEES

http://www.gees.org/articulos/rodriguez_zapatero-_el_pse_y_la_anexion_de_navarra_3739

[viii] “El PP avisa al PSOE: su coqueteo con Bildu en Navarra amenaza al pacto vasco”, LA RAZON, 8 junio 2011 ( http://www.larazon.es/noticia/1124-el-pp-avisa-al-psoe-su-coqueteo-con-bildu-en-navarra-amenaza-al-pacto-vasco)

[ix] Lo tratamos IGNACIO COSIDÓ y yo mismo en “España, camino de libertad” (Gota a Gota 2010) [x] “Rubalcaba ve 'un disparate' el 'doble juego' del PP en la lucha contra ETA”, (EL MUNDO, 15 abril 2011 http://www.elmundo.es/elmundo/2011/04/15/espana/1302875003.html)

[xi] “La AVT da un «aprobado» a Rubalcaba en materia antiterrorista” (LA RAZÓN, 6 junio 2010 http://www.larazon.es/noticia/2814-la-avt-da-un-aprobado-a-rubalcaba-en-materia-antiterrorista )

[xii] GEES, “Los otros faisanes de Rubalcaba”, 26 octubre 2010 http://www.libertaddigital.com/opinion/gees/los-otros-faisanes-de-rubalcaba-51534/

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