Estar sin estar es lo que el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula Da Silva, va a hacer hoy cuando se abran las urnas para elegir a su reemplazo, renovar la totalidad del Congreso, la mitad del Senado, los 27 gobernadores y un sinfín de cargos legislativos provinciales. Lula no figura en ninguna papeleta pero participa de esta campaña como si fuera un candidato más.
En rigor, el presidente que dejará el poder con mayor respaldo popular de la historia –en torno al 80 por ciento- , ha protagonizado más actos públicos con Dilma Rousseff, su favorita y la candidata oficial de la coalición del PT (Partido de los Trabajadores), que en las dos últimas elecciones -2002 y 2006- en las que él mismo se jugaba la Presidencia. El resultado, a falta de que transcurra la jornada de hoy, se puede considerar un éxito rotundo.
«Ella, sin él, no es nadie»
Según todos los sondeos, su ex jefa de la Casa Civil, equivalente a "número dos" del Ejecutivo, acaricia la posibilidad de lograr la mitad más uno de los votos que evitaría un cansino recuento y un segundo tiempo de campaña para ambos. Lo curioso de esta carrera electoral al Palacio de Planalto (sede del Gobierno) es que Dilma, prácticamente, ha estado a la sombra de Lula. “En términos electorales ella, sin él, no es nadie”, observa Antonio Carlos Pereira, subdirector de opinión de O Estado de Sao Paulo, uno de los diarios más influyentes de Brasil. Márcia Cavallari, directora ejecutiva de la consultora Ibope, añade: Dilma era una página en blanco para la mayoría de los brasileños pero con Lula de padrino todo han sido beneficios ".
Pese a la duda sobre si habrá una segunda vuelta donde la candidata se enfrentaría, cara a cara, con el socialdemócrata José Serra, no hay sondeo que anticipe la derrota de una mujer que ha respondido, como un soldado, frente a un Lula sobre el que muchos se preguntan si seguirá ejerciendo de comandante en jefe en la sombra después de su “retiro”.
Lula seguirá ahí
“Él no estará ni tan cerca que parezca que la domina ni tan lejos que pueda hacer pensar que no tiene influencia”. La expresión de Fernando Abrucio, catedrático de Ciencias Políticas y fino analista de la Fundación Getulio Vargas, tiene una segunda parte: “Lula no se retira de la noche a la mañana. Va a ser importante en la primera etapa de Gobierno. El Gabinete lo van a seleccionar entre los dos y responderá al discurso de campaña: continuidad de programas pero también de personas”, asegura.
Retos importantes a los que se enfrenta
Los desafíos de Dilma no serán pocos. Empezando por el propio partido donde se la ve como una advenediza. “Hay dos facciones en lucha encabezadas por José Dirceu y Antonio Palocci –ambos históricos- Ella tendrá que decidir con quién se casa para poder gobernar”, grafica Pereira. También existe cierta susceptibilidad entre los inversores sobre ella: “Busca mayor participación del Estado en la economía”, advierte Thomas Zanotto, director de relaciones exteriores de Fiesp (Federación de Industrias del Estado de Sao Paulo).A diferencia suya Abrucio piensa que , “se concentrará en los temas económicos pero no habrá mayor intervención en las empresas semipublicas porque de eso se ha encargado ya Lula. El último ejemplo lo tenemos en la petrolera Petrobras: El estado ha realizado la mayor capitalización de la historia y aumentado extraordinariamente su participación”.
La idea de una Dilma dominada por Lula e incapaz de dejar su impronta en la futura Administración la descarta Fernando Abrucio,“tendrá peso propio dentro de la continuidad", asegura. Además, recuerda, "su personalidad es fuerte aunque su perfil resulte menos político. Ha sabido convivir con él y ejecutar los programas de Gobierno”.
“No me voy a París ni a Harvard”. El todavía jefe del Estado pronunció esta frase frente a un grupo de militantes, obreros y campesinos, sin apreciar que la prensa sería testigo de su confesión posterior: ”Seguiré en el Gobierno”, afirmó Lula.
