Actualmente, Servicios de Empleo ofrece becas de trabajo por mil 500 pesos mensuales, para quienes se encuentren en la búsqueda de empleo. Además, el Sistema DIF e incluso el Consejo de Desarrollo Social reparte despensas mensuales a familias de escasos recursos en las que se les hace entrega de un litro de aceite, dos kilos de harina, arroz, frijol y uno de azúcar. A las personas de la tercera edad se les depositan 500 pesos mensuales como apoyo para sobrevivir.

Desafortunadamente para ellos, esa cantidad de dinero y de alimento resulta insuficiente para casi todos los beneficiados, quienes laboran como albañiles, garroteros, mensajeros e, incluso, como empleados de los servicios de limpieza.

Colonias como Nuevo Almaguer, Crispín Treviño, El Pozo, La Fe, Cañada Blanca y La Independencia, por ejemplo, es el hogar de la gran mayoría de los tapados, zonas con alta densidad poblacional, pero con baja calidad de vida.

Ahí conviven familias de más de ocho miembros, en casas de madera. Algunas de estas colonias, carecen de los mínimos servicios básicos, como luz, agua, drenaje, pavimento y alumbrado público.

En este contexto, ganchar a un miembro de la familia equivale a que el resto de la familia pueda agregarse, alcanzando los mismos beneficios del primero, una despensa por cada persona, así como una mochila surtida con libretas, cuadernos para colorear, lápices, juegos de geometría y hasta diccionarios.

En las primeras marchas, los tapados, denominación que recibieron por mantener el rostro cubierto con pañuelos, bufandas e incluso sudaderas o camisas, eran grupos formados principalmente por hombres de entre 14 y 25 años, con aspecto de pandilleros. Al aprovechar la confusión de los primeros bloqueos, se dedicaban a robar a los automovilistas, tras despojarlos de sus teléfonos celulares, dinero y artículos personales.

A partir del quinto bloqueo, a principios e esta semana, las barricadas humanas se conformaron en su mayoría por mujeres, niños desde seis meses de nacidos y en brazos de su madre, hasta menores de entre diez y 14 años. Eran el escudo humano perfecto para que las autoridades evitaran retirarlas a la fuerza, y con ello, se mantenía el bloqueo y el congestionamiento vial.

Luego de ser contactados en alguna de las colonias marginadas del municipio de Guadalupe que tiene más de 600 colonias en pobreza los líderes de los tapados citan a sus reclutas en un centro comercial en López Mateos o en el Boulevard Miguel de la Madrid, donde ya esperan camiones urbanos para trasladarlos a sus destinos.

Los camiones urbanos son contratados por desconocidos, pero cuando llevan a bordo a los tapados se mantienen bajo la custodia de varias camionetas tipo pick up de reciente modelo, con vidrios oscuros y sin placas de circulación.

Al llegar al lugar adecuado, el convoy se mantiene estacionado a unas cuadras fuera del alcance de los elementos policiacos, a fin de poder emprender la huida sin mayor problema.

Hasta el momento, la policía regia logró la detención de 25 personas, entre ellas, 15 menores que salieron con el firme compromiso de no volverse a involucrar en esa situación; mientras el resto pagó una fianza de 500 pesos por faltas al reglamento de policía y buen gobierno.

En el séptimo bloqueo fueron capturadas 50 personas, entre ellas, tres hombres y 17 menores. Todos recobraron su libertad 24 horas, después de ingresar a las celdas municipales.

Los bloqueos en las principales vialidades de la mancha urbana de Nuevo León pueden generar un movimiento subversivo en el país, alertó el presidente del Colegio de Licenciados en Criminología de la República Mexicana A.C., Ramiro Ramírez Pérez, quien afirmó que los bloqueos realizados por los tapados es un fenómeno alentado por la delincuencia organizada que ya se advertía desde hacía algunos años.

“Desgraciadamente es algo ya cantado, en donde van a seguir una serie de pasos en donde van a involucrar a gente inocente para hacer frente al problema que están viviendo de acoso por parte de las autoridades”, dijo.

Además, agregó, este fenómeno puede desencadenar en el corto plazo en una alianza entre grupos inconformes políticamente que se alíen con esta gente que ostenta poder económico, y puede llegar a desencadenar en una revuelta o una guerrilla. El especialista sostuvo que en países sudamericanos ya se han registrado situaciones similares, en las que el crimen organizado se aprovecha de la pobreza de la población para tejer sus redes sociales de apoyo.