Un poco tarde, pero el Presidente al fin se dio cuenta de que la prohibición no va a resolver el consumo y la adicción a las drogas ni en México ni en Estados Unidos. Porque en este negocio, el Estado nunca podrá ganarle al mercado: mientras haya una gran demanda, siempre habrá oferta, sobre todo en una empresa tan rentable como es la venta de drogas ilegales. Por eso, aunque se haya tardado, celebro que Calderón cambie de postura. Ahora, en lugar de hablar de corresponsabilidad en el combate al narcotráfico entre ambas naciones, el Presidente propone que Estados Unidos implemente “alternativas de mercado”.

En 2007, Calderón se reunió con George W. Bush en Mérida. Recién comenzaba su sexenio. Ya había anunciado una guerra contra el crimen organizado y solicitaba el apoyo de Estados Unidos. Surgió el concepto de “corresponsabilidad” de ambas naciones para combatir la producción, distribución y consumo de drogas ilegales. De acuerdo al “comunicado conjunto” de aquella reunión: “Los Presidentes reconocieron la constante amenaza que, para ambas naciones, representan el crimen organizado y el tráfico de drogas, en especial su violencia asociada, que no respetan fronteras. Ambos subrayaron que los importantes esfuerzos del gobierno mexicano para combatir al crimen organizado, entendidos como una de las más importantes prioridades de su propia agenda, podrían beneficiarse con mayores niveles de apoyo y cooperación de Estados Unidos”.

De esa reunión surgió la Iniciativa Mérida: “México y Estados Unidos establecerán como una prioridad combatir el poder y la impunidad de las organizaciones criminales y del narcotráfico, que amenazan la salud y la seguridad pública de sus ciudadanos, así como la estabilidad y la seguridad en la región”. Bush solicitó a su Congreso 500 millones de dólares para financiar la cooperación con México. La colaboración comenzó a llegar en equipos para la Policía Federal y las Fuerzas Armadas.

¿Sirvió este esfuerzo de corresponsabilidad? Los resultados demuestran que no. El consumo de drogas en Estados Unidos, lejos de disminuir, creció. Y la violencia asociada con el narcotráfico en México, también.

Ante esta realidad, Calderón por fin cambió el discurso relacionado con el consumo de drogas en Estados Unidos. Esto dijo el viernes: “Es mi deber hacer un llamado a la sociedad, al Congreso y al gobierno de los Estados Unidos. Les pido que reflexionen acerca de la tragedia que estamos viviendo México y muchos países latinoamericanos, a consecuencia, en gran parte, del consumo insaciable de drogas en el que participan millones y millones de norteamericanos. El poder económico y de fuego de las organizaciones criminales que operan en México y en América Latina, tiene que ver con esta interminable demanda de drogas de los Estados Unidos. México ya no puede ser la puerta de acceso, ni tampoco pagar las consecuencias que ese mercado genera y que se traduce, no sólo en cientos de miles de millones de dólares ilícitos, provenientes del mercado negro, sino, también, en miles de muertos, a consecuencia de la violencia que ejercen las bandas criminales abocadas a ese negocio. Ese consumo de drogas debe reducirse drásticamente […] Si están decididos y resignados a consumir drogas, busquen, entonces, alternativas de mercado que cancelen las estratosféricas ganancias de los criminales, o establezcan puntos de acceso claros, distintos a la frontera con México. Pero esa situación ya no puede seguir igual”.

Tiene razón el Presidente: la solución al consumo estadunidense de drogas es una alternativa de mercado: venderlas legalmente y regularlas, como se hace con el alcohol y el tabaco. Lástima que Calderón se haya dado cuenta demasiado tarde. No obstante, hay que celebrar este cambio. El Presidente, al parecer, se está uniendo al club de ex mandatarios mexicanos, como Zedillo y Fox, que están a favor de la legalización de las drogas.

Twitter: @leozuckermann