De momento no se pronuncia sobre su candidatura para las presidenciales de 2012: «Me veo apoyando a un candidato único». Pero sí sobre uno de los males que más le duele de Venezuela es la pobreza: «No hay justificación para que existan tantos pobres cuando tenemos tanta riqueza petrolera».

 

Este es un adelanto de la entrevista con Ledezma que publicará ABC.

 

—Se acaba de reunir con el ex presidente Felipe González. Mañana lo hará con Mariano Rajoy y con Alberto Ruiz-Gallardón. ¿Qué mensaje les está transmitiendo sobre la situación en Venezuela?

 

—Le he pedido a Felipe González que se comprometa en la defensa de los derechos humanos de Venezuela y del mundo. Conocí a Felipe González hace muchos años. Él es de la corriente socialista, yo de la socialdemócrata. Le he relatado que en Venezuela se está resquebrajando el Estado de Derecho, que la democracia está en entredicho porque no hay separación de poderes y en ninguna parte puede decirse que hay democracia si el Congreso no es autónomo, si el Poder Judicial tampoco lo es. Nada de eso acontece en nuestro país. Por el contrario, el presidente maneja los tribunales. Además se ataca constantemente la libertad de expresión, han quitado señales de televisión, licencias a emisoras de radio, más de cuarenta han sido confiscadas en los últimos días. Y hay una amenaza constante a quienes ejercen el periodismo. En Venezuela también hay presos políticos. Le acabo de hablar del presidente de Alianza Bravo Pueblo (ABP, partido fundado por el alcalde), Richard Blanco, preso en el retén de Yare sin ninguna justificación. Hay gente que se ha tenido que ir al exilio, como el periodista Rafael Poleo.

 

—¿Aspira a ocupar el vacío que ha dejado el ex alcalde de Maracaibo y líder de la oposición, Manuel Rosales, asilado en Perú?

 

—En Venezuela hay un liderazgo colectivo. Lo que ha vivido Manuel Rosales, que es víctima de una persecución política, nos obliga a fortalecer el concepto de liderazgo colectivo. Porque mientras haya más cabezas nunca van a dejar sin rostro a la oposición. Si el Gobierno insiste en reprimirnos, en perseguirnos, en lincharnos, quitándonos la cabeza, esas cabezas van a retoñar porque no dependemos de una sola figura, sino de un abanico de dirigentes.

 

—¿No teme un destino similar al de Rosales por la cantidad de expedientes abiertos en su contra y al perfilarse como una figura emergente?

 

—Peor es el miedo de perder la libertad y la democracia. Si uno tiene que sacrificarse para librar batalla en beneficio de este objetivo, ese miedo es útil. Yo convierto el miedo en un coraje útil por Venezuela.

 

—Chávez siempre alega que la oposición no tiene propuestas. ¿Cuáles son sus dos principales?

 

—Reunificar Venezuela, la paz para mi país, reconstruir las instituciones públicas y progreso, que no es otra cosa que calidad de vida. No hay justificación para que existan tantos pobres cuando tenemos tanta riqueza petrolera.

 

—También afirma que no hay alternativa, pero cuando surge parece que va a por ella...

 

—Chávez acusa delirios de grandeza, se exhibe como un falso Mesías. Ha llegado a cometer la insolencia de proclamarse como el único capaz de gobernar Venezuela. Pero hay un liderazgo emergente. Si algo tiene mi país además de petróleo es capital humano. Además del deseo de sustituir a Chávez, tenemos una propuesta que representa el poschavismo. Cuando salgamos de Chávez por la vía democrática, Venezuela se va a reencontrar con el crecimiento humano, con el desarrollo social y con la expansión de un país que va a poner al servicio de su propio pueblo y de la comunidad internacional toda su riqueza.

 

—¿Se ve como candidato único para las presidenciales de 2012?

 

—Me veo apoyando a un candidato único. No sé quién será.

 

—¿Usted mismo?

 

[—No quiero adelantarme a los acontecimientos porque eso puede traducirse en obsesión. Podemos tener aspiraciones, pero no obsesiones.

 

—¿Cuál es el papel del alcalde metropolitano de Caracas, con la reciente creación de la Autoridad Única del Distrito Capital (con Jacqueline Farias al frente), que le ha despojado de presupuesto y poderes?

 

—Ella es un instrumento de Chávez, que dice que no es tolerable que sea alcalde de la capital alguien de la oposición. Como si el presidente Zapatero dijera que no tolera que en Madrid sea alcalde Ruiz-Gallardón. Mi papel es defender la legitimidad, a mí me eligieron cerca de 800.000 caraqueños; cumplir contra viento y marea mi gestión, voy a gobernar Caracas, estoy reformando la alcaldía metropolitana, adecuándola a estos nuevos signos que nos impone el presidente Chávez, apelando a la imaginación. Si no tengo recursos financieros, vamos a tener creatividad. Si no tengo presupuesto suficiente dentro de Venezuela, voy a salir a buscar apoyo en la comunidad internacional. Aquí hay un contraste: Chávez sale de Venezuela a repartir el petróleo, a tratar de domesticar a presidentes a cambio del dinero que él les suelta a manos llenas. En cambio, yo salgo de Venezuela sin complejos a decir que tenemos problemas financieros y que necesito de la ayuda solidaria de la comunidad internacional.

 

—Usted ha denunciado la «indiferencia» del Gobierno español ante la deriva de la revolución bolivariana. ¿Qué espera de la próxima presidencia española de la Unión Europea? ¿Ve posible un cambio de estrategia en las relaciones bilaterales?

 

—Yo me siento más cercano a Rodríguez Zapatero y siento que él debería estar más próximo a nosotros, porque no encuentro puntos de coincidencia entre él y Chávez. Zapatero siempre ha defendido los derechos humanos. Chávez violenta los derechos humanos. Zapatero cree en la libertad, la alternancia, la tolerancia. Chávez es todo lo contrario, es autoritario, militarista. Yo lo que pido es que haya más comprensión para Venezuela. Que los gobiernos hagan negocios es natural en todas las partes del mundo. Pero más importante que un pozo de petróleo es la vida de un ciudadano, más importante que un yacimiento petrolero es la paz de un pueblo. Los cancilleres no pueden ser simples agentes de ventas o vendedores a favor de un gobierno determinado. Debe estar en un lugar privilegiado la defensa de los derechos humanos y de valores inalienables e innegociables como la libertad y la democracia.