La última portada de la revista «Time» lo dice todo. Una gran busto en perfil de Chris Christie, casi en silueta, a lo Alfred Hitchcock, cubre toda la página. «Un elefante en la habitación» es el título. El mensaje de imagen y texto trata de mostrar lo bien que encaja el reelecto gobernador de Nueva Jersey, de gran cintura, con el emblema del Partido Republicano (el elefante), pero no solo en cuanto al físico. Según «Time», el popular político de 51 años es una candidato perfecto para las presidenciales de 2016, en las que no obstante se augura una gran disputa interna, dada la enconada división entre moderados y conservadores más o menos ligados al Tea Partyque padecen los republicanos.

La rotunda victoria de Christie el martes en el estado de Nueva Jersey (60,5% de los votos, frente al 38,5% de su contrincante demócrata), lo ha colocado como favorito en la carrera republicana a la Casa Blanca. Frente a Hillary Clinton, que todo indica que se presentará y ganará las primarias demócratas, los republicanos necesitan a alguien que resulte atractivo para un amplio espectro social.

Más animal político

Christie, elegido dos veces en un estado de mayoría demócrata, ha demostrado serlo. Sería el candidato más centrado entre los posibles contendientes republicanos que suenan, la mayoría próximos al Tea Party. Otro candidato de su perfil sería Jeb Bush, pero su apellido en estos momentos no le ayuda ante el electorado. Además, Christie es mucho más animal político, con una evidente ambición.

Para no sufrir la misma oposición que Mitt Romney tuvo en las primarias de 2012 por parte de los sectores más conservadores, Christie lleva tiempo definiéndose a sí mismo como conservador. De hecho, es contrario al aborto y al matrimonio homosexual, lo que sirve para etiquetarle como «conservador social» siguiendo la terminología de la política estadounidense. «Soy conservador y he gobernado como un conservador», ha asegurado esta semana viendo venir la campaña de algunos de sus correligionarios.

Matrimonio gay

Sus credenciales conservadoras ciertamente han comenzado a ser cuestionadas por posibles rivales como Rand Paul, Ted Cruz y Marco Rubio. El hecho de que Christie haya asumido, sin plantar batalla, la introducción del matrimonio gay en su estado, por sentencia de los tribunales, ha dado munición. Como la dio que, al día siguiente de las elecciones, pareciera bendecir esas uniones. «Estoy feliz por ellos, si son felices», dijo.

Paul, senador por Kentucky, acogió la victoria de Nueva Jersey como una indicación de que el partido necesita «moderados como Christie» para ganar en estados de tradicional mayoría demócrata, pero precisó que entre los republicanos «los conservadores tienen una mayor fuerza». Ted Cruz, senador por Texas, indicó que lo que se necesita son «líderes que tengan el coraje de defender sus principios». Rubio, senador por Florida y de origen cubano como Cruz, se felicitó de que Christie pueda ganar «en estados como Nueva Jersey». De momento, los tres usaron guantes de seda.

La cuestión es que hoy en el Partido Republicano quien no tenga una postura maximalista en su agenda prioritaria es objeto de un fulminante ataque. El hecho de que la victoria de Christie en Nueva Jersey fuera acompañada el mismo día, en las elecciones a gobernador de Virginia, por una gran movilización del Tea Party hizo que no se consolidara la tesis de la necesidad de moderación para ganar en las urnas. Cada sector lee los resultados a su manera: los moderados, con los que se alinea el «establishment» del partido, constatan que el conservador Ken Cuccinelli perdió en Virginia; los conservadores destacan que su movilización hizo posible quedar a menos de tres puntos de la victoria, cuando las encuestas auguraban una desastrosa derrota.

Las espadas están en alto. Los problemas que está encontrando Obama en la implementación de su reforma sanitaria dan alas a los conservadores, que han hecho del «Obamacare» su gran argumento de colisión contra la Administración. El presidente tuvo que pedir disculpas el jueves por haber prometido hace tres años que la reforma no iba a afectar a aquellos ciudadanos que no quisieran cambiar las condiciones de sus actuales seguros médicos, cuando muchos de ellos han sido ahora avisados por las compañías de que se rescinden sus pólizas. «Lo siento», dijo Obama ante las cámaras.