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19/03/2007 | Brasil, ''La Meca'' de los biocombustibles

La Nacion Staff (Cl)

El gigante sudamericano experimenta con ricino, aceite de palma y sebo bovino para afianzarse como líder en el sector del biodiesel. Uno de los temores es que la demanda internacional impulse a plantar caña de azúcar en la Amazonia.

 

El pinhao manso (Jatropha curcas) es un pequeño árbol débil y feo. Sus frutos, aparentemente, no sirven para nada. En verano, ni sirve para dar sombra: sus hojas se caen. Su madera apenas arde. Y sin embargo, unas cinco mil familias de pequeños agricultores del interior del estado de Río Grande do Norte (nordeste de Brasil) han comenzado a cultivarlo. Y subvencionado ni más ni menos que por la gigante petrolera Petrobras. ¿La razón?

El pinhao manso contiene un 38% de un aceite utilizado en la elaboración de una sustancia estratégica del gobierno del Presidente Luíz Inácio Lula da Silva: biodiesel. “Tenemos el petróleo que todo el mundo sueña tener en su jardín. Además, es un pozo inagotable. Da hasta dos cosechas al año”, asegura Livania Frizon, de la agroaldea de Canudos, una hacienda de propiedad colectiva situada en Ceará Mirim (Río Grande do Norte). Como Livania, miles de personas están plantando pinhao manso entre banano, papaya o mandioca.

La demanda de aceite de origen vegetal (que junto con etanol produce biodiesel) se está disparando. Y el gobierno de Brasil tiene una meta clarísima: afianzarse como líder indiscutible en la producción de etanol y de biocombustibles. Por ello, está potenciando el Programa Nacional de Producción y Uso del Biodiesel, que va desde la investigación hasta el lanzamiento de una marca.

Brasil está encontrando especies alternativas a la soja o el girasol para la producción de biodiesel. “Estamos investigando con el ricino y el pinhao manso, adaptados al clima tropical. Pero también con aceite de palma y con sebo bovino”, asegura Paulo Morelli, supervisor de los programas de biodiesel del Ministerio de Agricultura de Brasil.

Por el momento, el diesel del petróleo se mezcla en Brasil con un 2% de biodiesel. Será obligatorio por ley. Y en poco tiempo (inicialmente se prevé el 2013) el porcentaje obligatorio de biodiesel subirá a un 5%.

En el 2007, Brasil consumirá 840 millones de litros de biodiesel. Y la demanda mundial crecerá hasta límites insospechados. El brasileño Expedito Parente, inventor en la década de los setenta del biodiesel, afirmó en el diario “O Globo” que Brasil será “la Arabia Saudita” de los biocombustibles. “Sin duda Brasil se convertirá en un país competidor con los productores de petróleo”, aseguró. “Mientras el petróleo está cayendo, el biodiesel está subiendo”. Por eso, el Gobierno ha apostado rápidamente por un combustible que contamina hasta un 78% menos que su derivado fósil.

PRODUCCIÓN EN ALZA

Es el método utilizado para obtener el biocombustible lo que convierte Brasil en líder indiscutible. En Brasil, el etanol se consigue a partir de caña de azúcar, mientras que en EEUU se usa la soja o el maíz. Desde que el Gobierno brasileño lanzó el programa Proálcool, hace más de 30 años, para reducir la dependencia del petróleo, la producción de etanol se ha disparado: en 1975 fueron 700 millones de litros, mientras que en el 2005 se llegó a 15.000 millones. Además, el costo de producción del etanol en Brasil, según el Banco Mundial, es el más bajo del mundo: 0,83 dólares por galón (3,785 litros), frente a los 1,09 dólares de EEUU o los 1,20 de Europa.

ROMANCE LULA-BUSH

No es de extrañar que el Gobierno del Presidente de Estados Unidos, George W. Bush, quiera convertir a Brasil, el primer productor mundial de etanol, en su principal socio para una especie de OPEP de los combustibles renovables.

La semana pasada, Bush y Lula firmaron en Sao Paulo un acuerdo destinado a dar un gran impulso mundial al etanol y reducir la dependencia del petróleo, mejorar el medio ambiente y ofrecer una nueva oportunidad de desarrollo a las economías latinoamericanas.

Entre Estados Unidos y Brasil producen el 70% del etanol mundial. A pesar de las restricciones arancelarias impuestas por el gobierno de Bush, las exportaciones de etanol brasileño a EEUU pasaron de 765 millones de dólares en el 2005 a 1.600 millones en el 2006.

Además de esta suerte de OPEP, Brasil y EEUU, junto con China, Sudáfrica, India y la Unión Europea (UE), han lanzado el Foro Internacional sobre Biocombustibles, con el objetivo de aumentar la eficiencia de la producción y distribución de éste.

Un estudio del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) confirma el inmenso potencial de Brasil en el mercado del etanol. El gigante sudamericano puede contribuir decisivamente a que el mundo sustituya un 10% de la gasolina (220.000 millones de litros).

Sin embargo, para ello Brasil debería multiplicar por siete su producción anual de etanol y alcanzar los 110.000 millones de litros. Brasil necesita 100 nuevas usinas (ahora tiene 248) y aumentar en el 2010 su producción en 8.000 millones de litros. Además, la producción de caña de azúcar, que está en 425 millones de toneladas, deberá alcanzar 685 millones en el 2012-2013.

CRÍTICAS ECOLOGISTAS

Y con este aumento de la superficie cultivable llegan los primeros cuestionamientos ecologistas. La caña de azúcar, según el Instituto Brasileño de Geoestadística, ya ocupa una extensión de 7,04 millones de hectáreas (un crecimiento de un 125% en el último año).

“El gran riesgo de Brasil es que la frontera agrícola continúe avanzando en la Amazonia, además, practicando una agricultura no sostenible. Las quemadas, y la liberación de emisiones de dióxido de carbono consiguientes, son muy habituales en la recolección de la caña de azúcar”, asegura Marcelo Furtado, director de campaña de Greenpeace.

Por su parte, Plácido Junior, coordinador de la Comisión Pastoral de la Tierra, afirma que “históricamente, la producción de azúcar está asociada con el trabajo esclavo de indios y negros”. Además, matiza Plácido, se va a agudizar el proceso de concentración de tierras: “En Pernambuco, 18 familias controlan toda la producción de caña. Juntas, acumulan 4.000 millones de dólares de deuda pública”. A su vez, Achim Steiner, del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, acaba de lanzar una crítica importante: teme que para atender la demanda internacional se usen áreas de la Amazonia para plantar caña de azúcar.

La Nacion (Cl) (Chile)

 


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