“La situación es tal que, a causa del precio del etanol está en el nivel en que se encuentra, y a causa de la moneda y de los costos locales, no es ideal para expandir”, dijo Alberto Weisser, director presidente del gigante de commodities Bunge, que produce etanol en Brasil. Otra productora americana de etanol, Archer Daniels Midland, cuando era consultada recientemente como veía las actuales condiciones del mercado de biocombustibles de Brasil, dijo que “actualmente está recogiendo opciones para nuestros activos brasileños de etanol”. So where does this leave the future of Brazil's ethanol industry?

“La visión del gobierno en relación al etanol cambió porque ellos ahora tiene yacimientos petroleros por explorar”, dijo Michael McDougall, vicepresidente senior de Newedge. "Todo el [incentivo al] etanol comenzó porque ellos estaban importando grandes cantidades de combustible. Esa expansión ahora paró".

Necesidad y posibilidades

Hasta 2020, la producción mundial de alimentos tendrá que aumentar un 20% para atender a la creciente demanda, venida principalmente de la expansión de las clases medias de las economías emergentes, según estimativas de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). Gran parte de ese aumento vendrá de Brasil, cuya producción tendrá que aumentar un 40% en la década, más que el doble de las proyecciones para la agricultura de Australia (un 17%), EUA y Canadá (un 15%) y Unión Europea (un 4%). Pero, para consolidar su liderazgo mundial en la producción de granos y de carnes, el país tendrá que superar diversos obstáculos - como la deficiente infraestructura, barreras comerciales de países importadores y fallos en la planificación.

"El dato de la OCDE demuestra que la posición de liderazgo de Brasil es un factor que ha sido considerado por organizaciones internacionales, pero para que lleguemos a eso necesitaremos hacer nuestra lección de casa", afirmó el coordinador del Centro de Agronegócios de FGV, Roberto Rodrigues. Para el secretario-ejecutivo del Ministerio de la Agricultura, José Carlos Vaz, el sector necesita mejorar su gestión. "El productor necesita tener una contabilidad clara, tener los costes de producción y comercialización bien definidos y necesita capitalizarse, para usar la cosecha con éxito como financiación para la próxima cosecha, lo que reduce la necesidad de ir al banco", dijo.

Otro desafío será superar las barreras logísticas. En diez años, sólo en maíz y soja el país producirá 100 millones de toneladas de más que el volumen actual de 130 millones toneladas, lo que creará presiones sobre la infraestructura. Para transportar la producción del cultivo hasta el puerto, productores de soja gastan 85 dólares por tonelada, cuatro veces más que sus concurrentes en Argentina y en los Estados Unidos. Tuvieran una logística eficiente, los brasileños podrían embolsar hasta  6 reales de más por saca de la oleaginosa. Un tren de azúcar que parte de Ribeirão Preto Santos lleva hasta tres días en el recorrido, por cuenta de la falta de separación entre trenes de pasajeros y de cargas en la llegada al puerto.

"Cabe decir que parte de la producción de maíz de la próxima cosecha ya se quedará a cielo abierto, por cuenta de la falta de estructura de almacenamiento", destacó André Pessôa, socio consultor de Agroconsult. Se estima que cerca de 45 millones de toneladas de granos producidas en las regiones Norte, Nordeste y Centro-Oeste son desplazadas, principalmente, por carreteras a puertos de la región Sur y Sudeste, por falta de opciones logísticas próximas a las regiones productoras.

Para el director de la oficina de São Paulo del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), Frederick Giles, Brasil continuará como un player importante en el escenario mundial en una década en que las cotizaciones de las commodities agrícolas deberán permanecer bajo presión. Él resaltó que gran parte del aumento de producción mundial vendrá de mejores ingresos, o sea, de la aplicación de nuevas tecnologías. Con por lo menos 50 millones de hectáreas disponibles para ampliar su liderazgo en la agricultura mundial, Brasil tendrá que continuar aumentando su productividad, con inversiones en tecnología. Entre 1990 y 2010, el país elevó en un 173% su producción de alimentos, con un aumento de sólo un 36% de área y del 100% en productividad. "Eso creó una economía de 52 millones de hectáreas que fueron preservados. Nuestra producción es sustentable, podríamos usar eso con fuerza en la Conferencia Río+20, pero necesitamos de estrategia, para no cometer errores como en la producción de etanol", dijo Rodrigues.

Brasil tiene en el etanol el biocombustible más competitivo del mundo. Mientras el etanol de caña reduce un 61% de las emisiones de gases estufa, los combustibles a partir de remolacha (Europa) y de maíz (Estados Unidos) disminuyen un 20%. El combustible brasileño es 4,5 veces más energético que el producido de remolacha o trigo y casi siete veces más eficiente que lo que viene del maíz. Para atender al mercado nacional, Brasil tendrá que importar este año 1,8 billón de litros de etanol de maíz de los Estados Unidos. El problema es la política de precios de la gasolina, sin reajuste desde 2008, que reduce la competitividad del etanol en las bombas y enyesa las inversiones de las fábricas, según Rodrigues. Analistas estiman que, para atender a la demanda interna y externa, la producción sucroalcooleira tendría más que duplicarse.

China e India, por ejemplo, tienen una relación inferior a tres vehículos por cien habitantes, mientras en Japón y Estados Unidos esa relación supera 60 vehículos. "En biocombustible, tenemos un escenario fantástico, China e India son potenciales compradores. Podríamos ser el catalizador de la economía verde en el mundo, pero el gobierno y la iniciativa privada no tienen estrategia. Necesitamos atacar eso, porque inmediatamente podremos que tenga importar biodiesel también", dijo Rodrigues.

Vaz, del Ministerio de la Agricultura, destacó que otro desafío es apostar en la cualificación de la producción agrícola, con enfoque principalmente en el sector de carnes. Según él, se trata de un "pre-sal", que podrá rendir billones. "Es preciso invertir en la calidad de la carne producida aquí, así como trabajar en la genética del rebaño", afirmó. Ese trabajo tiene que ser acompañado de una mirada para la sostenibilidad, con inversiones en el rastreo del rebaño y en el análisis del ciclo de vida del producto, además de certificaciones de origen.

Otro frente de trabajo debe ser la mejoría en el sistema de informaciones públicas sobre el sector. La estimativa del número de cabezas ganaderas está entre 180 millones y 210 millones. Esa diferencia de 30 millones representa el rebaño de Argentina. "Imagine como algunos recursos pueden estar siendo apenas empleados por cuenta de esa información borrosa", dijo Pessôa. Cualificación de la mano de obra fue otro punto citado por el especialista. "Si una nueva hacienda abre las puertas, se quita un operario de la propiedad vecina y se aumentan los salarios. Creo que los empresarios poco están haciendo para calificar la mano de obra, y ese será un desafío arduo de la década", afirmó