Para Rosseau la democracia debía ser tan directa y participativa como posible. Locke y los liberales ingleses del siglo XVIII, asustados con lo que visualizaban como la "tiranía de la mayoría", preferían enfatizar el contrabalance de poderes y la defensa de las minorías.

La democracia norteamericana se transformó en perfecta expresión de esta segunda vertiente. El resultado de este proceso vino a ser una democracia controlada por las minorías a expensas del sentir o de los intereses de la mayoría.

Desde la presencia intermediadora de los colegios electorales hasta la acción todopoderosa de los "lobbies", los comités de acción política y los grupos de presión, pasando por los llamados "triángulos de hierro", el sistema norteamericano se asienta en hacer prevalecer el poder de los "pocos" por sobre el de los "muchos". La mayor parte de las veces ese poder no es otro que el del dinero.

Los europeos, y en particular los franceses, han sido menos temerosos de las manifestaciones de democracia directa, habiendo recurrido con frecuencia a las fórmulas refrendarias. Sin embargo, también ellos ven con desconfianza el que la voluntad de la mayoría se imponga por sobre la visión "ilustrada" de los pocos. Perfecto ejemplo de esto último lo encontramos en el Tratado de Lisboa, aprobado la semana pasada por los gobiernos de la Unión Europea.

Hace un par de años atrás la Unión Europea lanzó con bombos y platillos un flamante proyecto de Constitución, destinado a ser aprobado por vía refrendaria por las poblaciones de sus países miembros.

Luego del rechazo a esa Constitución por vía de sendos referenda en Holanda y Francia, las "minorías ilustradas" lo pensaron mejor. La nueva estrategia consistió en empaquetar el contenido del proyecto constitucional en un Tratado de difícil lectura y comprensión para el ciudadano común.

La razón de ello era simple: más allá de la densidad misma del nuevo texto, la ratificación de un Tratado no pasa por la vía de referéndum sino que se basta con la simple aprobación legislativa.

En síntesis, se mandaba al diablo la voluntad de las mayorías para hacer prevalecer el de las minorías. Ello a pesar de que encuesta tras encuesta evidencian que el europeo común desea ser consultado directamente sobre un tema tan fundamental para su futuro como lo es éste.

Mientras todo lo anterior ocurre, Venezuela entera debate en estos momentos el Proyecto de Reforma Constitucional, que habrá de ser decidido por vía de referéndum en un mes. El propio Presidente de la República había presentado como parte fundamental de su propuesta electoral, en ocasión de su reelección, lo esencial de este proyecto, sometiéndolo así a la voluntad del electorado.

Desde luego, el referéndum de diciembre será el proceso comicial número catorce en nueve años, incluyendo allí desde luego el Referéndum Revocatorio del 2004, evento inédito en el mundo.

¿Cuál de los dos modelos citados resulta mas democrático?

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