Los rumores de la separación de Nicolás y Cecilia Sarkozy dejaron de serlo tras conocerse este jueves el comunicado del Elíseo en el que los esposos “anuncian su separación por consentimiento mutuo. No harán ningún comentario”. De esta manera dieron a conocer a la prensa la ruptura de una relación que no estuvo exenta de cuestionamientos por considerársele una “fachada”. La noticia le ha dado la vuelta al mundo, ya que la situación no sólo tiene importancia por la estabilidad de la intimidad del mandatario, sino por la relevancia política que cobra.

Cecilia Sarkozy ha sido “rebelde” para muchos, pero una “mujer con ideas propias”, para otros. Ante la negativa de aparecer en público, el desprecio por el protocolo, la injerencia en el caso de la liberación de los búlgaros detenidos y el marcado afán de independencia, ha merecido un amplio espacio en la prensa que le dan una imagen que dista de ser la de la tradicional Primera Dama decorativa.

La ausencia de Cecilia Sarkozy en la vida del Presidente de Francia suscita dudas sobre el futuro de la gestión del mandatario. En este futuro, lógicamente, se vería afectada la significativa injerencia que ha tenido en los acercamientos del gobierno colombiano y las Farc para un eventual acuerdo humanitario. ¿Por qué?

Los medios franceses señalan la influencia que ella ha ejercido en la carrera política de su marido, cuando el hoy Primer Mandatario se instaló en 2002, en el Ministerio de Interior y en 2004 en el de Finanzas, y ella tenía un despacho al lado de él.

El ejemplo más reciente es el de julio cuando ella fue protagonista en la liberación de las enfermeras búlgaras y el médico que estaban detenidos en Libia acusados de infectar a varios niños con VIH. Su esposo le encomendó la responsabilidad de ser su “emisaria personal”. Su injerencia en la liberación fue determinante. De esta manera Nicolás Sarkozy ganó una imagen de mediador, que incluso lo ha puesto a favor de la posibilidad de un acuerdo humanitario en Colombia. Pero en la que siempre estuvo como su sombra la Primera Dama.

El nombre de Cecilia Sarkozy también fue mencionado cuando Patricia Poleo anunció que Ingrid Betancourt sería liberada en Venezuela, y que sólo faltaba un encuentro entre Hugo Chávez y la esposa del Presidente francés. Aunque la noticia resultó mentirosa y el gobierno francés desmintió tal encuentro, la fama de Cecilia como figura importante de la diplomacia francesa y negociadora, era refrendada.

La pareja ya había sufrido una ruptura en 2005 cuando ella se fue con Richard Attias a Nueva York, momentos de crisis en los que Sarkozy andaba con la periodista Anne Fulda, y según sus allegados le afectaron para la conquista del Elíseo. Le Nouvel Observateur habló de la “locura” de Sarkozy que “dedicó tanta energía a reconquistarla como en conquistar el poder".

A pesar de las desavenencias, de los rumores e incertidumbres, en la campaña presidencial aparecieron reconciliados ante las cámaras. Pero, para la segunda vuelta de la elección, Cecilia Sarkozy no fue a votar, lo que despertó la curiosidad de la prensa. En mayo apareció en la celebración del triunfo de su esposo, considerada por muchos una presencia para guardar las apariencias. El Presidente siempre reconoció la importancia de ella en su vida, aunque luego de su posesión, dijo que su esposa tendría un papel por definir.

Ella en una ocasión ya había manifestado su desdén ante la posibilidad de ocupar la horma de primera dama. “No me veo como primera dama. Me da lata. Soy políticamente incorrecta”, dijo. Desde el 14 de julio dejó de aparecer en público al lado de su marido. Ese día, el presidente anunció que se trasladarían al Elíseo, sin embargo, este nunca se produjo, pues ella no quería vivir en la residencia presidencial.

Luego dejó plantado al matrimonio Bush en un picnic al que no asistió con el argumento de que estaba indispuesta y que después resultó ser injustificado. Pero su ausencia en la visita del Presidente a Bulgaria, donde la Primera Dama sería galardonada por su gesto humanitario en el que logró la liberación del equipo médico, fue lo que terminó por levantar la polvareda mediática que no ha parado hasta el día de hoy.

La separación ocurre en un momento de tensión, pues la noticia coincidió con la primera huelga que le toca afrontar a Sarkozy. La movilización de los transportistas radica en el rechazo a medidas reformistas que pretenden eliminar algunos “regímenes especiales” en las pensiones de los trabajadores.

Este oscuro panorama ha sido razón de cubrimiento especial por parte de la prensa europea. Los analistas coinciden en que depende de su capacidad para lidiar con sus problemas personales le deparará su futuro político. Para algunos es el declive de su carrera por lo que significa su esposa para él, para otros es una oportunidad de recuperar la imagen que se debilitaba, si logra ganar un “suplemento de ternura”. Lo cierto es que la situación no es nada fácil. Están en juego los problemas internos que afronta su país, la liberación de los secuestrados en Colombia, especialmente el de Betancourt, como bandera de su gestión, las querellas en su propio partido y su equilibrio emocional.