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17/10/2007 | Narcotráfico - Un capo cinematográfico

Semana (Co) Staff

Juan Carlos Ramírez Abadía, 'Chupeta', está desesperado por dos cosas: ir a juicio a Estados Unidos y concretar una película como el nuevo 'Padrino' de la mafia. SEMANA lo entrevistó en la cárcel de máxima seguridad en Brasil.

 

Mientras la justicia estadounidense espera los secretos que le va a revelar el narcotraficante Juan Carlos Ramírez Abadía, los cineastas norteamericanos ya lo tienen personificado como el nuevo 'Padrino'. Su ascenso por los escalafones de la mafia hasta ganarse el respeto, la manera como logró amasar su inmensa fortuna y el temor que impuso con su violencia en el Norte del Valle serán llevados a la pantalla por la productora de cine Miramax, que ya le ofreció a 'Chupeta' 15 millones de dólares por los derechos exclusivos sobre su vida.

Aún no se sabe quién será el actor que personificará el retrato magistral del capo durante las últimas tres décadas de su vida en el crimen organizado. Al mejor estilo de los filmes mafiosos, las escenas serán de violentas sociedades secretas que se han logrado sostener por sus contactos en los poderes político, policial y judicial. Y como en toda película del hampa que se respete, el capo se verá obligado a testificar contra sus enemigos y a delatar a sus traidores, a los corruptos, a los asesinos y a sus rivales.

Pero por ahora estos son sólo planes de Hollywood porque la realidad es muy distinta. El capo no quiere hablar. Sólo quiere hacerlo ante la justicia norteamericana porque, según él, Colombia no es un Estado serio para negociar.

En entrevista con SEMANA en la cárcel de máxima seguridad de Campo Grande, capital del Estado de Mato Grosso do Soul, en Brasil, a Ramírez Abadía se le sentía desesperado, se le veía visiblemente nervioso y con signos de un estado depresivo. Cuando se le enseñó su contabilidad, que revela la inmensa fortuna que posee, se limitó a decir: "Eso que hay ahí no es cierto. Yo soy un hombre pobre". No disimuló su soberbia y renegó todo el tiempo por las acusaciones que le hace la justicia. Como si fuera su salvoconducto, se negó a hablar de los millonarios sobornos a policías, miembros de la Armada, jueces, fiscales, registradores, periodistas y funcionarios del Inpec, por temor a que su familia sea víctima de venganzas. (ver entrevista).

La vida de 'Chupeta' en esta prisión, a la que se llega después de ocho horas de vuelo en avión desde Bogotá y de media hora por carretera, es particularmente desesperante. Hay que atravesar 10 puertas y cuatro controles de seguridad y 'Chupeta' permanece siempre esposado y vigilado por ocho agentes federales. Después de vivir rodeado de lujos en una inmensa mansión, de disfrutar a sus anchas de sus haciendas y de su yate de un millón de dólares, ahora el capo sufre de claustrofobia en una celda de seis metros cuadrados. Soporta una temperatura de 37 grados centígrados y sólo disfruta de cinco minutos de agua al día. No tiene derecho a hacer llamadas telefónicas y sólo puede recibir visitas una vez por semana. El liderazgo que ejerció en las cárceles colombianas ya forma parte de su pasado.

Sus siete hijos, sus cuatro esposas y sus padres ya fueron a despedirse de él antes de ser extraditado a Estados Unidos. También recibió la visita de un agente de la DEA, quien se limitó a preguntarle por el ex presidente Ernesto Samper, y de dos funcionarias de la Fiscalía colombiana, Aydeé López y Marilú Méndez, directoras de Lavado de Activos y del CTI, que indagaron por su fortuna. Con todos se negó a hablar. El capo sabe que le va mejor en los estrados norteamericanos y para defenderse, le dio el poder al prestigioso abogado Jefrey Lichtman, quien se hizo famoso por sacar de la cárcel a John Gotti Jr., heredero de la fortuna del extinto John Gotti, el último de los mafiosos clásicos neoyorquinos .

Aunque ya está muy avanzado el proceso de extradición de 'Chupeta', su situación jurídica en Brasil aún no está definida. Ante el juez federal Fausto de Sanctis, Ramírez Abadía se presentó la semana pasada a la primera audiencia para responder por cinco delitos que cometió durante los tres años en que se ocultó como "un nuevo rico" en São Paulo: lavado de activos, corrupción, falsedad en documento público y conformación de grupos ilegales, por los cuales podría ser condenado hasta 27 años de prisión. "Si él pretende tener beneficios por parte de la justicia brasileña, tiene que hablar. Tiene que revelar todo lo que él sabe. Van a ser varios días en que voy a escucharlo", le dijo De Sanctis a SEMANA.

Pero la prensa brasileña se ha ocupado más de un hecho insólito ocurrido alrededor del narcotraficante colombiano. Sin saber que se trataba de Juan Carlos Ramírez Abadía, 10 policías de antinarcóticos le seguían sus pasos, mas no para capturarlo, sino para sacarle parte de su fortuna. Y lo lograron. Le secuestraron a dos de sus amigos y mientras los mantenían en cautiverio en las mismas instalaciones de la Policía, negociaron con 'Chupeta' su liberación. El capo se vio obligado a entregarles 1,8 millones de dólares, un jet ski y una camioneta. El escándalo en Brasil ha ocupado las primeras páginas de los periódicos y ha sido el tema de informes especiales de la cadena de televisión TV Globo.

Sin embargo, 'Chupeta' lo niega todo en la entrevista. En cambio, su abogado, Sergio Alambert, un reconocido penalista brasileño experto en negociaciones con la justicia norteamericana, lo ha reconocido. "Los policías llegaron hasta ofrecerle que les pagara con cocaína por su liberación", le dijo el jurista a SEMANA. Y aunque Ramírez Abadía se niega a hablar, está cada día más acorralado por las revelaciones que han hecho las 13 personas que fueron capturadas, junto con él, hace dos meses en Brasil.

Su estrategia es muy clara. Sentarse a hablar con la justicia norteamericana es para él la mejor solución y él mismo lo reconoce. "Habría sido mejor solucionar este problema con Estados Unidos hace muchos años que creer y perder tiempo con el gobierno colombiano", concluye resignado.

“Colombia no es un país serio para negociar”

En entrevista con SEMANA, el poderoso capo Juan Carlos Ramírez Abadía renegó de la justicia y dijo que le tenían que demostrar que el dinero de las caletas era de él y que son muchos los que se tienen que arrepentir de haberle hecho tanto daño al país.

SEMANA: ¿Qué relación tiene usted con el empresario Ricardo Morales?

Juan Carlos Ramírez: Ninguna. No sé quién es Ricardo Morales y no tengo ninguna relación con él

SEMANA: Él aparece como propietario de una isla en Barú que usted disfrutó durante mucho tiempo.

 

J.C.R.: Mire, yo he comprado muchos bienes de personas que nunca saben que yo soy el comprador. Yo he vendido muchos bienes de los que tampoco saben que soy el dueño. Porque esas operaciones inmobiliarias se hacen siempre a través de un comisionista y yo jamás estoy interesado en que nadie sepa que yo estoy comprando una propiedad o la estoy vendiendo, porque nadie va a querer comprarla. Entonces puede haber personas que se llaman terceros de buena fe, no son testaferros.

SEMANA: ¿Hasta cuándo tuvo usted esa isla?

J.C.R.: No me acuerdo bien, pero hace mucho tiempo que la vendí. Ahora les tocará a estas personas demostrar que son terceros de buena fe.

SEMANA: ¿Y cómo es que aparece Ricardo Morales en su contabilidad con el seudónimo de 'Rímax'? ¿Por qué esa coincidencia?

J.C.R.: No sé explicarle ni sé quién es 'Rímax' y eso de la contabilidad hay que verlo porque una contabilidad cualquiera la puede construir. Eso habrá que demostrarlo.

SEMANA: Esa contabilidad refleja que usted es uno de los hombres más ricos y poderosos de la mafia de los últimos años. ¿Qué fortuna tiene usted?

J.C.R.: No tengo fortuna.

SEMANA: No me puede salir ahora con que usted es un hombre pobre.

J.C.R.: Yo he tenido muchos problemas en la vida y la plata me la he gastado arreglando los problemas o me la han quitado.

SEMANA: ¿Entonces qué piensa entregarle a Estados Unidos? ¿No le va a entregar parte de su fortuna o qué negociación es la que va a hacer con la justicia norteamericana?

J.C.R.: Yo quiero ser extraditado porque tengo que enfrentar el problema ahora, o en cinco años o en ocho años, entonces lo enfrento de una vez y he contratado a un abogado para ir a juicio. No tengo más remedio, además tengo mucha familia. Y cómo cree que voy a estar negociando si estoy en Brasil, y para negociar tengo que estar allá. Ni siquiera tengo mi situación clara en Brasil.

SEMANA: Usted dice que es un hombre pobre. Pero con las caletas que le encontraron, usted el dinero o lo entierra, o lo esconde en bancos. ¿En qué momento pensó en enterrar los 100 millones de dólares de las caletas?

J.C.R.: Hay que probar que ese dinero es mío.

SEMANA: ¿Por qué, es que parte de esas caletas eran de Víctor Patiño Fómeque?

J.C.R.: No le puedo contestar esa pregunta. Pero todo eso lo voy a aclarar si soy extraditado.

SEMANA: ¿Por qué cree que su amigo José Orlando Alzate Alzate lo traicionó al entregarle las caletas a la Policía, y su contabilidad a la DEA?

J.C.R.: Yo sí lo conozco. Pero cuando yo estaba en Colombia, él no tenía funciones de contabilidad, ni de trabajo. Yo no sé de dónde saca esas cosas él.

SEMANA: Pero él formó parte de su organización

J.C.R.: Formó parte no. Yo lo conocí en la cárcel y fue de la Armada, pero él no formó parte delictiva. Él nos ayudaba en la cárcel en lo de la Universidad, pero nada más.

SEMANA: ¿Le dolió la muerte de Laureano Rentería?

J.C.R.: ¿Me dolió la muerte de Laureano Rentería? Él era amigo de mucha gente. Claro que me dolió mucho.

SEMANA: ¿Quién lo mató?

J.C.R.: Él se suicidó. Eso es lo que todo el mundo dice.

SEMANA: Por resarcir el daño que le ha hecho al país, ¿usted no estaría dispuesto a hablar sobre la corrupción en Colombia?

J.C.R.: No. Sobre la corrupción no tengo nada que decir.

SEMANA: En este momento se le va a abrir de nuevo el proceso por el 8.000 al ex presidente Ernesto Samper por el aporte que ustedes dieron para aprobar la extradición sin retroactividad. Usted formó parte de esa organización que puso ese dinero.

J.C.R.: Yo no sé nada de ese dinero. No participé ni sé nada sobre ese asunto.

SEMANA: ¿Usted considera que Colombia es un país muy fácil de corromper?

J.C.R.: Me parece un país de falta de seriedad por parte del Estado. Yo tuve la oportunidad de someterme a la justicia. Dejé de delinquir totalmente, entregué mi organización, bienes, dinero y después vino la presión de los norteamericanos. Al principio yo era del cartel de Cali. Después pasé a ser del Norte del Valle y, en pocas palabras, era mucho mejor para nosotros arreglar el problema con Estados Unidos a habernos puesto a creer y perder tiempo en Colombia. El Estado colombiano no es un Estado serio para negociar.

SEMANA: ¿A usted hay que tenerle miedo?

J.C.R.: No, ¿miedo por qué?

SEMANA: Porque de usted se dice que es un hombre sanguinario y peligroso. Pero también dicen que es inteligente. ¿Cómo deja que secuestren a tres amigos suyos y se deja extorsionar por un grupo de policías brasileños?

J.C.R.: Ellos tendrán que explicar su situación. Yo aquí dije que no conocía nada de esos hechos.

SEMANA: Usted mismo negoció el secuestro. Usted les dio un jet ski, una camioneta. Usted les dio más de un millón de dólares por la liberación. A usted incluso le ofreció la misma Policía pagar el rescate con coca.

J.C.R.: No es así.

SEMANA: ¿Usted se arrepiente de todo el daño que le hizo a Colombia?

J.C.R.: Me arrepiento, pero tenemos que arrepentirnos muchos. Parece que fuera yo la única persona que le ha causado daño al país, y usted sabe que somos muchísimos.

SEMANA: ¿Usted quiere ser extraditado antes que Diego Montoya?

J.C.R.: ¿Por qué voy a querer ser extraditado antes que Diego Montoya?

SEMANA: Porque usted se puede ver acorralado con la información que él les dé a las autoridades norteamericanas antes que usted.

J.C.R.: Yo no tengo ninguna información que dar de Diego Montoya.

SEMANA: ¿Usted le pide perdón al país?

J.C.R.: Le pido perdón.

SEMANA: ¿Es sincero?

J.C.R.: ¿Usted qué cree... que no?

Revista Semana (Colombia)

 



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