El presidente boliviano, Evo Morales, y la oposición parecen decididos a llegar a una confrontación violenta para resolver el virtual empate de fuerzas, pese a las advertencias reiteradas de prelados católicos, analistas y parte de la prensa.

Un empate evidente el 2005, cuando Morales ganó la presidencia con 53,7% de los votos, pero los bolivianos eligieron al tiempo a gobernadores opositores en seis de los nueve departamentos. También dieron mayoría a Morales en la Cámara Baja y a la oposición en el Senado, lo que bloqueó así cualquier posibilidad de que el Gobierno saque adelante una agenda legislativa.

Y en los comicios del 2006 para la Asamblea Constituyente el oficialismo sólo tuvo el 50,7% de los votos, cuando las decisiones deben adoptarse por dos tercios (170 de los 255 miembros).

Todo ha llevado a la parálisis del Congreso y la Asamblea, y a una crispación rampante que algunos analistas califican de ´empate catastrófico´.

´La situación general del país y los acontecimientos de las últimas horas muestran una creciente escalada de confrontación y violencia´, reiteró ayer la Conferencia Episcopal en un comunicado emitido tras casi 12 horas de disturbios en Sucre.

´Están en juego la convivencia pacífica y el proceso democrático. Lecciones aprendidas de nuestra reciente historia advierten que no podemos dejar que las cosas lleguen a un punto de descontrol´, agregaron. Los prelados exigieron a Morales ´asumir su responsabilidad, no como \'mediador\', sino como principal responsable y garante de las libertades ciudadanas y de la paz social para todos los bolivianos´.

Aludieron a que los disturbios de Sucre, con un centenar de heridos y lesionados, tuvieron origen en la decisión del partido de Morales, el Movimiento al Socialismo (MAS), de retirar de la agenda de la Asamblea el reclamo de esa ciudad sureña de ser capital efectiva y no sólo oficial.

Los sucrenses dicen que no batallan con La Paz, sino con el Gobierno y el MAS, porque impiden que la Asamblea estudie su demanda, y que no desistirán hasta que se vuelva a discutir este asunto en ese foro, que en 13 meses de sesiones no ha redactado ni una línea de la nueva Carta Magna. Morales, en cambio, presenta la crisis como una disputa entre dos ciudades y juega el rol de ´mediador´, al citar a paceños y sucrenses a dialogar en terceras poblaciones.

El primer intento de ´mediación´ fracasó el lunes en Cochabamba, pero ayer el Gobierno anunció otra para este viernes en Potosí. Los sucrenses ya advirtieron que la nueva cita va a ser igual de inútil que la anterior, a la que sólo acudieron partidarios de Morales y sus aliados.

´A los líderes sociales y políticos en conflicto, les instamos a deponer actitudes intransigentes, medidas de presión y recursos violentos´, clamaron también los jerarcas, poco después de que los seis departamentos díscolos anunciaran huelgas de hambre y otras protestas en apoyo a Sucre.

Morales reitera que el reclamo de Sucre es parte de una ´conspiración´ contra él, orquestada por una oposición ´discriminadora y racista´, al repetir una fórmula que hace racistas a todos sus críticos.