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30/06/2007 | Gran Bretaña - El Islam vs ''sir'' Rushdie

Leonardo Boix

“Muerte a Salman Rushdie”, “Muerte al blasfemo”, gritaba enfurecido Shahid Gilani, presidente del grupo juvenil musulmán Shabab-e-Milli. Se encontraba en las calles del centro de Lahore, en el este de Pakistán, y lo acompañaban por lo menos otras 200 personas que profesan la religión islámica.

 

Los manifestantes protestaban porque, el pasado 16 de junio, la reina Isabel II de Inglaterra condecoró en Londres al escritor anglo-indio Salman Rushdie con el título honorífico de Caballero (Sir).

Tal evento –realizado como parte de los festejos oficiales por el cumpleaños 81 de la reina-- molestó a los islamistas. Y es que, Rushdie, de 60 años, es el autor de Los versos satánicos (1988), polémico libro por el que fue condenado a muerte en virtud de una fatwa (edicto religioso) emitida por el ayatolá de Irán, Rubollah Jomeini, el 14 de febrero de 1989.

“Queremos que Rushdie sea entregado a un país musulmán donde pueda ser juzgado por la Sharia (ley islámica). La pena para un blasfemo es la muerte”, decía Gilani, cuyo grupo está vinculado al partido radical Jamaat-e-Islami, que pidió asesinar al dibujante danés Kare Bluitgen, quien publicó, el 30 de agosto de 2005, caricaturas del profeta Mahoma en el periódico Jyllands-Posten de Copenhague.

Las protestas

La condecoración a Rushdie no sólo molestó a activistas radicales del Islam. Los gobiernos de Irán y Pakistán presentaron a Londres su formal protesta.

En respuesta, la ministra de Exteriores británica, Margaret Beckett, defendió la decisión de su gobierno y de la reina Isabel II. “Lamentamos haber causado enojo”, dijo el pasado 20 de junio, acompañada por el canciller iraquí, Hoshyar Zebari, con quien se había reunido para dialogar sobre la situación de violencia en Irak.

El ministro del Interior británico y máximo aliado del primer ministro Tony Blair, el escocés John Reid, la secundó: fue un “honor” otorgado a Rushdie y “sirve para valorar su grandeza literaria”, dijo.

Reid consideró que Gran Bretaña “tiene un sistema de honores que distingue a figuras literarias, incluso cuando éstas no están de acuerdo con las posturas del gobierno”, y por ello “es un sistema que debe ser defendido”.

Reid no es una figura querida dentro de la comunidad musulmana en Gran Bretaña. Se le considera el autor de las medidas antiterroristas que han afectado a esa comunidad en este país.

Consultado por Apro, un vocero oficial del Consejo Musulmán Británico (MCB) --coalición que aglutina a los principales organismos islámicos del país-- afirmó que la obra de Rushdie “describe de forma maligna a la religión musulmana”.

“Salman Rushdie se ganó notoriedad a través del mundo musulmán por su insultante forma de satanizar a figuras islámicas. El hecho de otorgarle el título de Caballero sólo agrega más daño al ya realizado por este país, cuya imagen en el mundo musulmán se ha deteriorado”, dijo el vocero.

“El MCB considera que esta decisión es otro ejemplo insensible hacia la opinión musulmana, que sólo provocará más alienación. Frente a semejante provocación, nuestro organismo insta a todos los musulmanes a ejercitar la calma y la paz. La mejor forma de honrar a nuestro querido profeta (Mahoma) es recordándolo, y contarles a otros seres humanos de su amor, compasión y bondad", añadió el vocero del MCB desde su sede en una mezquita ubicada en el este de Londres.

A pesar de su pedido de calma, la polémica provocó cada vez más furia en el mundo musulmán.

En Malasia, unos 20 miembros del principal partido de oposición, el Grupo Islámico Pan-Malasio, convocó, el pasado 20 de junio, a una manifestación afuera de la sede del Alto Comisionado Británico en Kuala Lumpur.

“Vete al infierno Gran Bretaña”; “Vete al infierno Rushdie”, gritaban los manifestantes, que quemaron efigies de Isabel II, del escritor anglo-indio y la bandera británica Union Jack.

Un día después, los gobiernos de Pakistán e Irán convocaron a los embajadores británicos acreditados en sus respectivos países para manifestarles su protesta por la medida de la reina.

Robert Brinkley, alto comisionado de Gran Bretaña en Pakistán, subrayó que la condecoración de “Sir” a Rushdie “es una reflexión de la contribución que ha hecho a la literatura a través de su distinguida y larga carrera, la cual ha sido reconocida internacionalmente por su obra substancial”. Afirmó que es simplemente “falso” decir que el título de Caballero tuvo la intención de “insultar” al Islam o al profeta Mahoma.

El pasado 17 de junio, el ministro para Asuntos Religiosos de Pakistán, Ijaz-ul-Haq, advirtió que el título otorgado a Rushdie justificaría ataques suicidas de musulmanes. Y anunció que tiene previsto viajar el próximo mes a Gran Bretaña para debatir estos temas en el mismo país donde comenzó la controversia.

Abdul Rashid Ghazi, uno de los dirigentes de la Mezquita Roja en Islamabad, apoyó las declaraciones del ministro paquistaní, y amenazó: “Salman Rushdie merece ser asesinado y cualquier persona que tenga el poder debe matarlo”.

El pasado 19 de junio hubo una nueva manifestación en Islamabad frente al edificio del Parlamento pakistaní: unas 300 mujeres que utilizaban burkas (velo islámico) acusaron a Londres de “incitar” a la violencia.

“Él no es un escritor famoso, ¿Por qué entonces se le ha otorgado este título? Ésta es realmente una medida contra los musulmanes", comentó Samia Raheel Qazi, parlamentaria pakistaní y presidenta del área de mujeres del partido fundamentalista Jamaat-e-Islami.

Ese mismo día, otras 300 personas se reunieron en la ciudad de Karachi (sur de Pakistán), y más de 500 en la ciudad de Multan, en el centro del país, para quemar efigies de Rushdie y de la insignia británica. Luego, el Senado pakistaní emitió un comunicado, en el que pidió a Londres retirarle al escritor anglo-indio su flamante título de Caballero inglés.

El comunicado agregó: “Esta cámara expresa su enojo por la falta total de respeto a los sentimientos de musulmanes por parte del gobierno británico, al condecorar a Salman Rushdie, quien cometió actos blasfemos contra el Profeta Sagrado (Mahoma)”.

Un día antes –18 de junio-- en Afganistán, Yousuf Ahmadi, portavoz del movimiento ultra-islámico talibán, condenó las acciones de Gran Bretaña, a la que consideró “enemiga del Islam y los musulmanes”.

“Beligerante”

Rushdie ha pasado los últimos 18 años de su vida “bajo las sombras” de la fatua, que hasta ahora no ha sido revocada. Una Bonyad (fundación religiosa iraní) llegó incluso a ofrecer en febrero de 1989 una recompensa de 2.8 millones de dólares por la cabeza del escritor.

Desde que el ayatolá Jomeini emitió la fatwa contra Rushdie, Scotland Yard otorga protección al escritor. Según la Policía británica, Rushdie llegó a vivir en una docena de casas, cambiando de domicilio y de localidad en Inglaterra para evitar ser atacado.

Los que no corrieron con la misma suerte fueron los traductores de Los versos satánicos: el japonés Hitoshi Igarashi y el italiano Ettore Capriolo, así como el editor noruego Wiliam Nygaard, quienes fueron brutalmente agredidos, en distintas lugares, por fanáticos musulmanes.

En 1991, Iharashi murió en Tokio a raíz de las heridas infligidas con cuchillo en un ataque.

Para muchos, el problema central del caso reside en el contenido del polémico libro y cuarta novela del autor nacionalizado británico, cuyo título hace referencia a una sección del Corán, que habla sobre el profeta Mahoma. La novela cuenta la historia de los personajes de ficción Gibreel Farishta y Saladin Chamcha, dos actores de origen hindú. El primero, una estrella de Bollywood (como se conoce al cine popular hindú) especializado en papeles religiosos con un fuerte complejo de superioridad; el segundo, un inmigrante que busca romper con su pasado e identidad hindú.

La historia comienza cuando ambos personajes caen del cielo tras la explosión del avión en el que viajan, el Bostan 706, que iba de India a Inglaterra. Ambos personajes sobreviven milagrosamente. En la novela Farishta aparece con una aureola angelical y Chamcha con unos cuernos en la frente, lo que simboliza, respectivamente, las figuras del arcángel Gabriel y Shaitan. Ambos tratarán de sobrevivir a la persecución por ser acusados de inmigrantes ilegales.

Durante la historia, Rushdie intercala visiones soñadas por Gibreel Farishta, que lo representan como el mensajero de Dios. Uno de estos sueños, la secuencia de Jahilia, es el más problemático para los islámicos, ya que se describen partes de la vida de Mahoma, su exilio y su eventual regreso triunfante a La Meca preislámica y politeísta. Allí, Rushdie hace alusión a los versos satánicos, cuando Mahoma se enfrenta físicamente con el arcángel, que es en realidad Satanás.

En su fatwa, el ayatolá Jomeini señaló, además, que en una parte del libro narra los avatares de un Imán exiliado, que aparece como un fanático líder religioso, manipulando al arcángel Gibreel, a través de la fuerza y la violencia.

“Literato beligerante”

Más allá del libro, lo cierto es que Rushdie es un personaje polémico.

Nació en el seno de una familia musulmana en Bombay, India, el 19 de junio de 1947. Cuando tenía 14 años de edad, se trasladó junto con su familia a Pakistán, antes de viajar a Inglaterra, donde estudió en la selecta Rugby School y, más tarde, en la Universidad de Cambridge, donde se graduó en Historia.

Después de trabajar brevemente en la televisión de Pakistán, Rushdie regresó a Inglaterra y comenzó a desempeñarse como editor de una compañía de publicidad en Londres.

Fue, sin embargo, la literatura su destino elegido, y tras volcarse de lleno a escribir, publicó en 1975 su primera novela Grimas. En 1980 saltó a la fama con su segundo libro Hijos de la medianoche, al que siguió una docena más, entre novelas y ensayos. Empero, fue conocido internacionalmente por la polémica que generó su cuarta obra Los versos satánicos.

En 1999 apoyó públicamente el bombardeo de la OTAN a Yugoslavia, lo que le causó críticas de escritores británicos de prestigio, entre ellos Tariq Ali, Martin Amis y Christopher Hitchens, quienes lo calificaron como “literato beligerante”.

El 11 de octubre de 2006, Rushdie irritó nuevamente al mundo conservador musulmán. Apoyó los comentarios del líder de la Cámara de los Comunes británico y excanciller, Jack Straw, quien se mostró en contra de dialogar con mujeres que vistieran el velo islámico por no poderles ver la cara.

El escritor llegó a calificar el velo como “un asco”, y dijo que ninguna de sus tres hermanas lo viste, “ya que ellas batallan contra las limitaciones islámicas para las mujeres”.

Ante las críticas, Rushdie ha respondido: “Si uno tiene el gran privilegio de vivir en una de las pocas sociedades libres del mundo, hay que aprovechar la libertad. El punto acerca de la libertad es utilizarla. No es decir, por ejemplo, ‘bueno, es bonito tener libertad, pero no nos preocupemos en usarla porque eso daría algo de miedo’. La libertad da miedo, y no es pacífica. Es turbulenta. Les diría con fuerza: ‘Hablen en voz alta y no tengan miedo’".

Revista Proceso (Mexico)

 


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