La batalla por el electorado latino es resultado de la decisión de varios estados con grandes poblaciones latinas de cambiar sus elecciones primarias para principios de 2008, incluidos California, Florida y Nueva York. Aproximadamente dos terceras partes de los habitantes hispanos del país viven en nueve de los estados que llevarán a cabo las primarias demócratas o reuniones electorales el 5 de febrero o antes.

Los estrategas dicen que es probable que la influencia de los votantes hispanos aumente mucho el año entrante debido a una respuesta a la política migratoria inusualmente intensa en muchas comunidades hispanas. Los republicanos conservadores, con la ayuda de algunos demócratas de inclinación izquierdista, se agruparon hace dos semanas para detener la iniciativa de ley sobre inmigración en el Senado. La semana pasada se decidió retomar el debate migratorio, pero aún así, la incapacidad de los legisladores por llegar a un acuerdo fue muy mal vista por el potencial electorado hispano.

Es en los estados donde se adelantarán las primarias en los que los demócratas esperan que rindan frutos los esfuerzos por acercarse al electorado. En las elecciones presidenciales de 2004, los votantes hispanos representaron una parte significativa del total del electorado demócrata en las primarias de California (16 por ciento), Nueva York (11 por ciento), Arizona (17 por ciento) y Florida (nueve por ciento), lugares que llevarán a cabo sus primarias el 5 de febrero.

Sergio Bendixen, un encuestador contratado por el equipo de campaña de la senadora Hillary Rodham Clinton para estudiar las tendencias del voto latino, dijo: “El voto hispano nunca había sido tan importante en el proceso presidencial de las primarias en Estados Unidos. Pero eso cambiará en 2008”.

En esta etapa temprana, Clinton, una demócrata de Nueva York, parece mejor posicionada para beneficiarse del papel más importante de los hispanos en el proceso de las primarias. Ya obtuvo un apoyo valioso, el del alcalde de Los Ángeles, Antonio R. Villaraigosa, uno de los políticos hispanos más prominentes del país.

Clinton también es bien conocida y querida entre muchos hispanos, y varias encuestas nacionales de opinión realizadas por el New York Times y CBS News en los últimos meses muestran que alrededor de 60 por ciento del electorado hispano registrado que se identifica como demócrata tiene una opinión favorable de Clinton, mientras que una cuarta parte opina lo contrario.

Entre tanto, según muestran las encuestas, 40 por ciento de los hispanos aún no tiene ninguna opinión sobre el senador demócrata por Illinois Barack Obama. Sin embargo, su biografía en cuanto a sus aspiraciones podría resultar una atracción conforme más votantes hispanos lleguen a conocerlo.

El ex senador John Edwards es aún menos conocido entre los votantes hispanos demócratas. Mientras que una tercera parte tiene un punto de vista positivo sobre Edwards y menos de 10 por ciento lo tiene negativo, seis de cada 10 no pueden proporcionar ninguna opinión.

El único hispano en la contienda, el gobernador de Nuevo México Bill Richardson, un demócrata, está trabajando para construir una base y establecer una identidad política más allá del suroeste.

Muchos demócratas estuvieron tan preocupados por la iniciativa de ley sobre inmigración del Senado como lo estuvieron los republicanos, pero indudablemente que por razones diferentes. Clinton expresó inquietudes respecto a la legislación, en particular por una disposición que dificulta aún más que los inmigrantes legales en Estados Unidos traigan familiares del extranjero. Obama dijo que habría apoyado la iniciativa, pero que él también tenía inquietudes parecidas en cuanto a esa norma, según sus asesores.

Por el lado republicano, dos de los principales candidatos, el ex alcalde de Nueva York Rudolph W. Giuliani y el ex gobernador de Massachusetts Mitt Romney, se opusieron a la iniciativa, mientras que el senador John McCain jugó un papel importante en su elaboración, sólo para enfrentar una gran repercusión negativa entre los republicanos conservadores que corrieron la voz de alarma respecto a lo que llamaron una inundación de inmigrantes.

El revés en la iniciativa - una derrota importante para el presidente Bush - podría complicar los esfuerzos republicanos para persuadir al electorado hispano en rápido crecimiento y ayudar los demócratas a consolidar su arraigo entre estos votantes, un premio electoral que se espera incremente en importancia en las próximas décadas. Las encuestas mostraron que los hispanos fueron una parte reducida del voto republicano en las primarias de 2000, con su mayor influencia en California, donde representaron nueve por ciento del voto.

El debate sobre la inmigración ha incentivado a los líderes y votantes hispanos a movilizarse como lo han hecho pocos temas en los últimos tiempos. La Asociación Nacional de Funcionarios Latinos elegidos se unió con el canal Univisión en una campaña nacional para ayudar a habitantes hispanos a llenar solicitudes de ciudadanía, así como a inscribirse en el padrón electoral a los que ya la tienen.

Stephanie Pillersdorf, una vocera de Univisión, dijo que la cantidad de habitantes hispanos que han presentado solicitud para obtener la ciudadanía aumentó 146 por ciento desde que comenzó la campaña hace varios meses tan solo en el condado de Los Ángeles.

La rebatiña por el apoyo hispano es evidente tanto dentro de las campañas como afuera, en la contienda.

Hace unas semanas, Clinton habló ante líderes hispanos en el Bronx, donde acusó a los republicanos de obstaculizar la inciativa de ley sobre inmigración en el Senado. “En gran medida, es gente que no quiere ninguna reforma sobre la inmigración ni quiere una vía para la legalización la que canceló la iniciativa”, dijo. “Hay un enorme sentimiento contra los inmigrantes que está influenciando el problema en este momento, en particular del lado republicano”, dijo Clinton cuando la iniciativa continuaba estancada en el piso del Senado.

A principios de este mes, Obama viajó a Nevada, un estado con mucha población hispana que cambió su primaria electoral para el 19 de enero, y concedió entrevistas a la televisión y reporteros de medios informativos en español.

Edwards, quien espera que su atractivo populista atraiga el apoyo de los hispanos, envió a su director político David Medina a reunirse con miembros del Consejo Político de los demócratas hispanos de Florida. Richardson alterna el inglés con el español en los actos de campaña. Al senador demócrata por Connecticut , Christopher J. Dodd, también le gusta con frecuencia hacer gala de su fluidez en el español, incluida la ocasión en la que anunció su candidatura en CNN en español.

Los republicanos están haciendo esfuerzos parecidos. La semana pasada, por ejemplo, el equipo de campaña de Romney anunció un comité orientador para atraer el voto hispano.

Los estrategas de varias campañas demócratas dicen que el calendario nuevo ha establecido el escenario para que los votantes hispanos tengan mucha más influencia en la selección de los nominados presidenciales de los partidos de la que tenían cuando estados como Iowa y Nueva Hampshire eran prácticamente los únicos que tenían procesos de nominación tempranos.

De hecho, en la contienda de 2004, el senador John Kerry no reunió un grupo que se acercara a la población y los medios informativos hispanos, sino hasta cerca de cinco meses antes de las elecciones generales.

En contraste, el equipo de campaña de Clinton ya tiene integrado y en acción un equipo de acercamiento con los hispanos que, entre otras cosas, emite con regularidad comunicados de prensa en español, y cuenta con un grupo de sustitutos que asisten en su representación a actos centrados en hispanos. También le ha dado un papel importante a su coordinadora de campaña, Patti Solís Doyle, una mujer de ascendencia mexicana que ha sidouna de las asesoras más confiables de Clinton y amiga desde sus días como primera dama de Arkansas. Doyle, tuvo un papel crucial en la obtención del apoyo de Villaraigosa.

Los demócratas son optimistas en cuanto a las perspectivas de lograr mucho entre los votantes hispanos, conscientes del progreso que tuvieron en las elecciones congresionales de 2006, cuando sólo 26 por ciento de los hispanos votó por los republicanos. Mientras que la popularidad de Bush entre los hispanos fue un factor para atraer grandes cantidades al Partido Republicano, muchos de ellos parecen estar regresando al redil demócrata desde que los esfuerzos conservadores del año pasado tomaron un fuerte impulso para restringir la inmigración y construir un muro a lo largo de la frontera mexicana.