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08/03/2007 | Venezuela - Petroestado y democracia

Julio César Pineda

Mientras mayor riqueza petrolera exista más grande es la tentación totalitaria

 

La petropolítica, la diplomacia del petróleo y la geopolítica de los hidrocarburos es fundamental para la comprensión del hecho internacional en el siglo XXI.

Todo comenzó en 1859 con el primer pozo petrolero, Edwin Drake en Pensilvania. De las lámparas de combustible, el petróleo abrió el camino al consumo, cuando se inventó el motor a combustión interna con gasolina. Hoy el petróleo está en todo, fundamentalmente en el transporte, pero también en la calefacción, la electricidad, la producción de plástico y objetos variados. El transporte terrestre, aéreo, marítimo, consume el 58% del petróleo como carburante; la calefacción y la electricidad absorben el 36% de la energía. La petroquímica demanda grandes cantidades con la producción de los más variados objetos. Pero también el petróleo se utiliza en la agricultura, en maquinarias agrícolas con motores de combustión, sistemas de irrigación, pesticidas y abono. Además de combustible o carburante, también en los lubricantes, los aceites, y la esencia para los plásticos de fibra sintética, lo que equivale al 10% del consumo.

La petroquímica empezó a desarrollarse a partir de los años 1920, después fue la fabricación del caucho y posteriormente a partir del 60 las materias sintéticas que sustituyen la madera, el metal y la piedra. Este proceso ocurre porque el petróleo bruto es una mezcla de hidrocarburos y otras moléculas. Transformando el petróleo se crean productos, así con la destilación se originan gas, nafta y gasolina, kerosene y diesel. Los productos pesados se transforman en ligeros con vapor de agua para la industria plástica, farmacéutica, electrónica, textil.

La OPEP aglutina el 60% del petróleo mundial y comercializa el 40%. El mayor productor es Arabia Saudita con un 12.7%, seguido de Estados Unidos con un 10.8%, Rusia 8.4%, Irán 5.4%, México 5.1%, Venezuela 4.9%, China 4.6%, Noruega 4.3%, Reino Unido 3.8%.

Los grandes productores y exportadores, constituyen lo que hoy se llama los Petroestados, quienes están determinando la geoestrategia y la geopolítica del mundo de hoy, tanto por la incidencia de los altos precios de los hidrocarburos, como por la dependencia obligada de los consumidores. Es el caso de Venezuela en América Latina y de Irán en el Medio Oriente.

El petróleo se sitúa en el primer lugar de las materias primas, su valor representa la cuarta parte de los intercambios internacionales de mercancías, se distingue de otros por su estructura de comercialización y por la concentración de su producción y de sus reservas en la geografía.

Hasta 1960 la producción y los precios estaban determinados por las grandes compañías norteamericanas y europeas. Con la creación de la OPEP en ese año los petroestados comenzaron a tener control sobre la oferta para mejorar los precios, como ocurrió en 1963 con la guerra de Kipur; el 16 de octubre de 1973 la "Petropolítica" hizo pasar el barril de 2.9 dólares a 5.10 dólares y aplicaron un embargo contra los Estados que apoyaban a Israel. Esta crisis condujo el precio del petróleo a 12 dólares y originó una recesión con el consecuente daño a los consumidores por el precio de la gasolina.

La revolución iraní en 1979 y la guerra de Irak e Irán (1980-88) generó el segundo choque petrolero por la disminución de la oferta de la OPEP en 5 millones de barriles por día, con el aumento del barril a 35 dólares. Esto produjo la inversión de muchos países a precios más elevados para encontrar petróleo, como fue el caso del Mar del Norte, Alaska y África.

Estamos ante la tercera ola de crisis en el mundo petrolero, esta vez más permanente y con precios nunca esperados, ya los mismos no dependen del control de la oferta, sino fundamentalmente de la excesiva demanda y del agotamiento de este recurso no renovable, además de variables políticas y estratégicas. Es el tiempo de la petropolítica y de la preocupación de la relación entre el petróleo y la libertad.

La petropolítica se preocupa del binomio petróleo-democracia, como lo señala Thomas Friedman, premio Pulitzer, cuando afirma que el precio del petróleo y la democracia parecieran ir en direcciones opuestas, mientras genera más dinero, es mayor la tentación autoritaria de los petroestados y mayor el deterioro de la gobernabilidad y libre expresión. Es la misma apreciación del padre de la OPEP, Juan Pablo Pérez Alfonzo, cuando se refería al petróleo como el estiércol del diablo, profetizaba sobre el uso depravado por gobiernos populistas de este recurso no renovable. Tal vez por esto, mientras más riqueza petrolera en países como Irán, Venezuela, Nigeria, Rusia y otros, más grande es la tentación totalitaria.

Jcpineda01@gmail.com

El Universal (Ve) (Venezuela)

 



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