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13/03/2005 | No hay con quién sostener conversaciones en Chechenia, opina experto

Serguei Markedonov

Con la muerte de Aslán Masjadov ha surgido el mito de las oportunidades desaprovechadas. Los partidarios de él ponen el signo de igualdad entre la desaparición del Masjadov "moderado" y la defunción del proceso negociador entre las autoridades rusas y los separatistas

 

Pero ¿dónde están los criterios del radicalismo o la moderación de los líderes de los separatistas chechenos? ¿"Moderado" en comparación con quién? ¿Con Dzhojar Dudaev, que dirigió la disposición presidencial (número 2) "a todos los musulmanes que residen en Moscú", exhortándolos a convertir la capital "en una zona de calamidades"? ¿O en comparación con los terroristas Shamil Basaev y Salman Raduev? ¿O al "negociador moderado" se debe compararlo con Arbi Baraev, quien exigía que se le pagasen 8 millones de dólares por las cabezas cortadas de los funcionarios de la compañía "Chechentelecom" secuestrados en Grozny: los británicos Piter Kennedy, Darell Hicky, Rudolf Pechy y el neozelandés Stanley Shon? ¿Se puede calificar de "moderado" al jefe del Estado Mayor de las llamadas "Fuerzas Armadas de la República de Chechenia" que estuvo planificando y organizando en persona la resistencia armada a las autoridades federales (o sea actos de sabotaje, atentados y operaciones militares)?

De aceptarse incluso a priori la tesis de la "moderación" de Masjadov, los hechos de la historia contemporánea de Chechenia refutan la idea predilecta de los ombudsmen rusos y europeos de que el difunto pudiese actuar como sujeto de las negociaciones.

Masjadov no oponía barreras a la definición del estatuto de Chechenia como un Estado islámico independiente ni a la introducción del procedimiento judicial basado en el chariat, a pesar de que con ello se infringían los convenios de Jasaviurt de 1996, en cuya firma él participó directamente. En vez de impedirlo, el "moderado" Masjadov empezó a organizar los preparativos de las elecciones presidenciales en la república secesionista, las que ganaría en enero de 1997, habiendo reunido más del 60 por ciento de los votos. Sus rivales principales - Basaev y Yandarbiev - recibieron el 20 y el 10 por ciento, respectivamente.

Pero al desaparecer el enemigo común - las autoridades federales - y la amenaza principal - el Ejército ruso -, la élite separatista se escindió, y al nuevo presidente checheno los jefes troperos lo empezaron a percibir no como a un Jefe de Estado, sino como "al primero entre los iguales".

Según el politólogo y personalidad pública Abdul-Jakim Sultigov, "en realidad Masjadov estaba condenado a desempeñar el papel de "speaker" de unos centros del poder político-militar, que coexistían anárquicamente, balanceando entre la amenaza del estallido de una guerra civil y el conflicto armado directo con Moscú. El gobierno de los jefes troperos era un medio ideal para que en el territorio de Chechenia se cultivaran unas estructuras totalitarias y teocráticas: bases militares, organismos punitivos y centros ideológicos del régimen de extremismo religioso, militarismo y agresión". Mientras que en 1996 Masjadov decía ser partidario de un etnonacionalismo laico, más tarde, presionado por las circunstancias, empezó a transformarse en adepto del "islamismo político".

Por ejemplo, en 1997 el presidente de la Chechenia secesionista habló de la posibilidad de instituir un Estado islámico. Aquel mismo año el parlamento checheno aprobó las respectivas enmiendas a introducir en la Constitución (Artículo 4), resultado de lo cual el islamismo fue proclamado religión oficial de la "República Chechena de Ichkeria". Pero ninguno de los ombudsmen rusos ni extranjeros se acordó en aquel entonces del espíritu y la letra de los convenios concertados en Jasaviurt, ni se fijó en que el "moderado negociador" Masjadov los había infringido por enésima vez.

O sea que el "presidente" Masjadov no podía intervenir como sujeto de las negociaciones ni en el período de 1997 a 1999, en el que la jurisdicción de Rusia de hecho no se extendía al territorio de Chechenia. En su condición de "speaker" de unos grupos armados enemistados entre sí y "presidente de un teip", Masjadov no era una figura política capaz de dar orden de empezar (o cesar) la guerra o las negociaciones, ni controlaba como político los grupos armados que actuaban en Chechenia.

Y menos aún pudo cumplir esa función después de 1999. Pues la llegada de las unidades rusas produjo una definitiva dispersión de la "resistencia" chechena, en la que cada cual lucha no tanto por una Chechenia independiente ni por transformarla en un "Estado islámico", cuanto por tener su diminuto "territorio de guerra", que le permita vivir menospreciando leyes y ganando su pan de cada día de acuerdo con las reglas de una economía incursionista.

Serguei Markedonov es jefe del Departamento de Relaciones Interétnicas del Instituto de Análisis Político y Militar

RIA Novosti (Rusia)

 


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