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31/01/2007 | ''Etanopolítica''

Ramón Cota Meza

La decisión del gobierno de Estados Unidos de casi quintuplicar la producción de etanol y reducir el consumo de gasolina 20% los próximos 10 años parece confirmar las peores expectativas inflacionarias para el precio del maíz y sus derivados.

 

Antes de este anuncio, la meta de Estados Unidos era producir 7 mil 500 millones de galones de etanol en 2012. Voceros de la industria afirman ahora que la alcanzarán en 2008. Para productores, distribuidores y expendedores de maíz es una gran noticia; para los consumidores es extremadamente mala.

Por el momento, los inversionistas están dando bandazos. Una vez que se supo que Bush daría buenas noticias, las acciones de las empresas relacionadas con el etanol se dispararon, pero después del anuncio cayeron. Hubo decepción porque Bush no anunció medidas para introducir más etanol como aditivo, ni aumento del precio de la gasolina, condiciones para aumentar la demanda del biocombustible. Una alternativa es aumentar la oferta de automóviles híbridos (flex-fuel), pero exige cuantiosas inversiones y tiempo.

Por otro lado, la producción máxima de etanol con maíz en Estados Unidos sería 15 mil millones de galones anuales. La meta de producir 35 mil millones de galones en 2017 no podrá alcanzarse sin la tecnología de biomasa celulosa (fibra de madera, rastrojo de maíz, paja de trigo y otras materias). Una planta piloto ya está operando en China; Estados Unidos, Canadá y España tendrán las primeras plantas comerciales este año, todas ellas con tecnología de Estados Unidos (corregimos así nuestra afirmación de que esta tecnología tardaría 10 años).

Como quiera que sea, la presión de esta política sobre el precio del maíz seguirá creciendo. Aunque los costos de usar el grano para producir etanol son insostenibles, una vez que la tecnología se ha establecido los políticos seguirán apoyándola con cargo al erario. Con más razón ahora que el Partido Demócrata tiene mayoría en el Congreso. Sus representantes buscarán ganar el apoyo político del cinturón del maíz (base tradicional del Partido Republicano), aprobando mayores subsidios para productores y refinadores.

El auge del etanol está modificando la configuración política de Estados Unidos. Por tradición, los republicanos han sido aliados de las compañías petroleras, mientras que los demócratas han promovido fuentes alternativas. El etanol los ha hecho encontrar una base común. Los republicanos promueven ahora las fuentes alternativas, siempre y cuando los demócratas no impongan mayores gravámenes al big oil. Esta parece ser la razón de que Bush haya anunciado ambiciosas metas de energía alternativa sin imponer gravámenes al consumo de gasolina.

La vacilación momentánea de los inversionistas en maíz y etanol parece reflejar la ambigüedad de los políticos. Aunque los primeros no dudan que su país tendrá que diversificar sus fuentes de energía, en el corto plazo se atienen al precio del petróleo, mientras pagan por ver el futuro de la tecnología del etanol. Habrá que estar pendientes del pronunciamiento del Congreso en la materia el 1 de febrero. Es probable que decida aumentar el subsidio a las materias primas del etanol y deje incólume o grave levemente el consumo de gasolina.

Ya que el precio del maíz está determinado por la demanda global del grano para producir etanol, las presiones sobre el alimento principal de los mexicanos seguramente aumentarán. Mayores importaciones de maíz no resuelven el problema, pues éste se sigue pagando al precio del mercado internacional. Lo que se espera del gobierno es una firme determinación para aumentar la producción y la productividad nacional. El solo anuncio de medidas en este sentido quitaría presión al precio inmediatamente, aunque no disminuiría su nivel actual.

Los hechos emplazan al gobierno a tomar este asunto con la mayor seriedad. No puede tomarlo como asunto de oferta y demanda, pues el gobierno de Estados Unidos no lo está tomando así. Lo está tomando como asunto de seguridad nacional. Padecemos los efectos colaterales de una política de Estado de nuestro socio. Éste no consultó a México sobre las consecuencias de su política energética sobre el consumo de los mexicanos. No tenemos por qué propiciar su buena opinión.

blascota@prodigy.net.mx  

Analista político

El Universal (Mexico)

 


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