Decir que la clase media es la base de la democracia es algo que no gusta a muchos estudiosos porque consideran que la democracia puede funcionar en cualquier tipo de sociedad.
Hace poco más de una década, Luis Rubio y Luis de la
Calle publicaron un libro titulado Clasemediero. Pobre no más, desarrollado aún
no. El libro afirmaba que la mayoría de los mexicanos se percibía como clase
media, que es un término muy difícil de definir cuantitativamente. Hubo alguna
polémica alrededor, y el Inegi realizó un trabajo de investigación especial,
considerando diferentes dimensiones (ingreso, educación, vivienda, etcétera)
para llegar a la conclusión de que alrededor de 40 por ciento podría considerarse
en ese estrato social.
La OCDE define la clase media como aquélla cuyo ingreso
está entre 75 y 200 por ciento del ingreso mediano nacional, que en nuestro
caso es de más o menos 10 dólares PPP por persona al día (12 mil pesos
mensuales por hogar). En consecuencia, este grupo incluiría a los hogares cuyo
ingreso es mayor a 8 mil pesos mensuales pero menor a 24 mil. Es la mitad de
los mexicanos (datos de la ENIGH 2018).
Sin embargo, la clase media es más una categoría de
autoasignación. No es sólo cuestión de ingreso, como lo que propone la OCDE, ni
tampoco depende únicamente de otras variables, como calcula Inegi. Si una
persona se considera de clase media, tiene entonces un comportamiento diferente
al que tienen las otras dos, ‘pobres’ y ‘ricos’. Si se mide de esta forma, 60
por ciento de los mexicanos se considera en este espacio, según De las
Heras-Demotecnia (Forbes, 15 de julio de 2019). Sergio Sarmiento cita ayer, en
su espacio de Reforma, a Luis Rubio para afirmar que el porcentaje sería mayor,
hasta 75 por ciento. Tengo la impresión de que muchos ricos –bajo la definición
de la OCDE– se asumen como clase media, porque se comparan con otros países de
mayores ingresos.
Un término con definición tan vaga nos da como resultado
estimaciones de entre 40 y 70 por ciento, digamos, por lo que creo que lo mejor
sería simplificar diciendo que, efectivamente, la mayoría de los mexicanos es
clase media. Ya muchos colegas han comentado la importancia económica de este
segmento, que consume, ahorra, invierte, se instruye. Creo que no se ha hablado
acerca de la importancia política: la clase media es la base de la democracia.
Esto es algo que no gusta a muchos estudiosos, que
consideran que la democracia puede funcionar en cualquier tipo de sociedad. La
historia nos dice lo contrario. Es sólo cuando existe un grupo de personas con
ingresos suficientes para tener tiempo libre, con educación suficiente para
leer y debatir, con vivienda suficientemente cómoda, que la democracia se
convierte en una posibilidad. Es por eso que conforme fue ampliándose ese grupo
tuvo que ampliarse la franquicia electoral. Ya no sólo los hombres mayores de
edad, con propiedades y educación, como fue al inicio.
La clase media es el soporte de la democracia moderna, es
decir, la democracia liberal. Indudablemente puede uno encontrar participación
en otros grupos, pero la defensa de derechos, incluida la libertad y la
propiedad, ocurre sólo con la clase media. Insisto, es un tema que no es
popular, porque confirma que los regímenes colectivistas son incompatibles con
la democracia. No hay tal democracia económica, ni democracia socialista. Hay
democracia liberal, con muchas variantes, siempre sostenida en un grupo social
que puede discutir, puede financiarse tiempo libre y no está totalmente sujeto
a la inmediatez.
Me parece que es eso lo que molesta a algunos políticos,
incluyendo al Presidente. No les gusta la clase media porque no es tan fácil de
subordinar, corporativizar, colectivizar –disculpe las horribles palabras–.
Luego, como dijo la expresidenta de Morena, los que salen de la pobreza y
llegan a la clase media se olvidan de quién los sacó. Se vuelven
aspiracionistas, dice el otro. Pues sí.
https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/macario-schettino/2021/06/15/la-base-de-la-democracia/