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11/11/2006 | Sun Zi y ''El arte de la guerra''

Oscar Elía Mañú

La historia del pensamiento estratégico parece moverse entre dos principios antitéticos pero necesarios; el de la universalidad del conocimiento de los principios militares y el de la particularidad en que son escritos los tratados y los manuales.

 

El analista corre el peligro de convertir lo particular en universal, y lo universal en particular. Corre el peligro de enumerar principios abstractos que en nada valen al comandante en el campo de batalla; o puede agotar su conocimiento en las circunstancias particulares de una determinada batalla. Lograr el equilibrio entre teoría y práctica, es algo que muy pocos escritores militares han logrado en la historia de la humanidad.

La trascendencia de la propia historia en que fueron pensados y escritos es lo que diferencia a “El arte de la guerra”, “Del arte de la guerra” y “De la Guerra”, es decir, a Sun Tzu, Maquiavelo y Clausewitz, de otros autores que a lo largo de la historia han escrito tratados estratégicos. Hoy, La Esfera de los Libros presenta “El arte de la guerra de Sun Zi. Versión restaurada a partir del manuscrito de Yinqueshan”, una muy cuidada edición, preparada por el profesor Laureano Ramírez Bellerín, que se convierte en la más extensa y pormenorizada de las ediciones en castellano del clásico chino.

¿Por qué recurrir a Sun Zi -o Sun Tzu- hoy día? Huyamos de sentimentalismos y modas culturales asiáticas. El interés será estratégico o será simple snobismo cultural. En las últimas décadas, empresarios y escuelas de e-business han recurrido a Sun Zi como inspiración empresarial, en busca de una racionalidad práctica que el pensamiento cientificista actual ha hecho desaparecer, convirtiendo la vida del hombre en burocracia y técnica. Tal interés empresarial nos pone sobre la pista fundamental; el tratado de Sun Zi es una obra eminentemente práctica, alejada de cualquier pretensión puramente científica, para adentrarse en la guerra considerada como un arte, es decir, como una práctica humana. Y en cuanto tal, tan cierta antes como hoy.

Cuando Sun Zi escribe su tratado, la Caballería no había hecho acto de aparición en la estrategia china; hoy cuenta con vehículos blindados y helicópteros de apoyo. Siglos después de las luchas Mohamed Atta estrella un Boeing contra el World Trade Center, los predator norteamericanos patrullan sin piloto las montañas afganas y terroristas y servicios de inteligencia juegan en internet al ratón y al gato. El siglo XXI parece demasiado alejado de la China milenaria, pero entre uno y otra se extiende la existencia de la guerra como un choque violento entre seres humanos; y en cuanto tal, posee una naturaleza eterna.

Naturaleza de la guerra que Sun Zi, Maquiavelo o Clausewitz constatan; éste último no hace sino dar fe del cambio que la era moderna introduce en las hostilidades; parece equivocarse el autor del excelente prólogo, Laureano Martínez, cuando examina al autor prusiano desde unas premisas distintas a las del tratadista chino. Sea con arcabuces, lanzas o armas nucleares, el enfrentamiento de voluntades es lo que caracteriza a la guerra, y Sun Zi descubre tal naturaleza para pasar a enumerar las consecuencias que de ello se deducen; sin conocer la obra del chino, Clausewitz hará lo mismo en la edad moderna, donde la guerra total es, en Verdún o en Manhattan, real. Hoy, el conflicto que amenaza el futuro del Iraq democrático parece mostrar que la guerra total del prusiano y la guerra silenciosa del chino van de la mano en el estudio de la guerra.

La guerra es un choque material, pero la importancia que se desprende de la obra de Sun Zi es el reconocimiento de que es un enfrentamiento psicológico. Si ello es así, el conocimiento del enemigo, de sus intenciones y de sus posibilidades es la necesidad estratégica primaria. Adelantado por Sun Zi, este principio será reconocido tanto por Clausewitz o Maquiavelo; ¿con qué fuerzas cuenta el enemigo?¿qué capacidad de maniobra, de control del campo de batalla?¿quiénes son sus comandantes y qué carácter tienen? El conocimiento del enemigo, el estudio atento de sus oponentes es la primera necesidad del estratega. No por evidente, tal principio es menos concebido en el campo de batalla; peligro permanente en la guerra contra el terrorismo es perder la cara a los intereses, ideología y carácter de los dirigentes y los terroristas alqaedistas. Conocer al enemigo es aún hoy una necesidad estratégica y táctica básica.

Pero sobre todo, Sun Zi ha sido considerado el maestro de la subversión y el engaño. El tratadista chino propone la utilización del disimulo, el espionaje, la estrategia indirecta que popularizó Liddel Hart en el siglo XX. Tales características entusiasmaron a Mao Tse Tung que con el legado de Lenin las aplicó a la guerra revolucionaria, al terrorismo y la subversión. Pero la guerra revolucionaria en su versión asiática y rural debe más al materialismo dialéctico que a la tradición militar china y asiática, y las bombas en los cafés de Saigón son más bien expresión de una ideología que de una táctica milenaria. Y es que Sun Zi jamás pensó nada semejante, pero recalcó algo que constituirá más adelante el corpus de la obra de Clausewitz y del pensamiento revolucionario; la importancia de las fuerzas morales, tanto del enemigo como del propio Ejército. Ello es posible por el carácter eminentemente práctico del conocimiento estratégico; su interés se vuelca en la actitud del comandante, hacia la batalla, hacia el enemigo, hacia sus propios hombres. “El arte de la guerra” es un libro eminentemente práctico, dirigido, como “El Príncipe”, a aquellos que efectivamente comandan tropas o hacen política. De ahí la importancia del elemento psicológico: la necesidad de la unión del propio Ejército tanto como de la desunión del enemigo. El comandante, aquel que improvisa en el campo de batalla, buscará armar moralmente a los suyos tanto como desmoralizar al enemigo.

Destaca dos elementos materiales, el espacio y el número, que serán constantes en la historia militar Europea, y de las que se desprenden consecuencias materiales (la logística y el aprovisionamiento, que ya aparecen esbozados por Sun Zi) y morales; la medida espacial, el cálculo de efectivos y suministros. Los elementos morales son tres; el cálculo espacial, el cálculo de las cantidades, las comparaciones con el enemigo y las posibilidades de victoria. Entre todos ellos, el comandante victorioso establecerá un equilibrio teórico-práctico, que se traducirá en la victoria.

Y es que, como afirma Laureano Martínez, la concepción militar de Sun Zi es una dialéctica entre diversos factores, ninguno de los cuales es determinante; el jefe militar, que la Ilustración romántica denominará “genio”, es aquel capaz de sopesar, en el caos de la batalla, los distintos factores; y después, organizar y reorganizar las tropas. Reconocimiento de la situación, reorganización de los soldados y relectura de la batalla se suceden en un movimiento dialéctico. Tal movimiento depende del espacio, del campo de batalla tanto como del número, de la moral de los ejércitos; éste a su vez depende tanto del conocimiento del adversario como de su desconocimiento, de la creencia en la posibilidad de victoria como en la ignorancia hacia la derrota. Factores todos ellos que el comandante domina y encauza en la dirección adecuada.

“El arte de la guerra” es una obra estratégica y táctica. Más allá de ello, la importancia de la guerra para el estado, considerada como un asunto de vida o muerte que afecta a la totalidad de la vida social, no impide la búsqueda del menor derramamiento de sangre posible. Parece arriesgado calificar “El arte de la guerra” como una obra pacifista; no obstante, Sun Zi es uno de los primeros exponentes del belicismo relativo: sólo mediante el reconocimiento de la guerra como una realidad humana es posible aprehenderla, pensarla y enumerar principios y valores de comportamiento. Sun Zi reconoce la guerra, reconoce sus efectos y elabora unas pautas de lucha que desaparecen con la victoria de uno de los contendientes. Y ello solamente cuando los intereses de la nación están en juego, tal y como Maquiavelo recordará más adelante.

Cuando la supervivencia está en peligro, se pone en marcha el arte de la guerra, también hoy. El componente moral y psicológico de la guerra es el punto central de la obra de Sun Zi; ahora, en la era de la CNN, de Al-Jazeera y de los cibercafés de Toronto o El Cairo, sabemos que el terrorismo es esencialmente una actividad psicológica, en donde la destrucción material palidece ante la devastación moral. El 11S ha dado nombre a una era, en la que las libertades y la seguridad de medio mundo comenzaron a morir delante del televisor. Ben Laden no parece haber leído a Sun Zi; pero lleva a cabo un pulso moral contra unas sociedades que no parecen saber realmente de qué va la cosa, renuncian al sentido común y al legado de Sun Zi. Las disculpas en la yihad de las viñetas, el acoso al filósofo Radeker, la desaparición de la escuadra mora de Alcoy muestran cómo, pese al PIB, a los carros de combate y a la libertad de prensa, la guerra se empieza a ganar y a perder en las mentes y en los corazones europeos. Enseñanza sencilla que “El arte de la guerra” proporciona a los lectores del siglo XXI ante una amenaza silenciosa y psicológicamente implacable.

De la lectura de la edición de Laureano Martínez se deduce cómo cuando Europa aún gateaba construyendo su civilización, China recorría la historia humana, y con ella la historia política y militar; hoy, el solar europeo representa el escenario de paz y libertad con igual brillantez con la oscuridad con la que China representa el colectivismo totalitario del siglo XX, donde los campos de reeducación se construyen sobre las cenizas de la China Imperial. Por suerte, la obra de Sun Zi transciende los límites de la gran muralla y del dogmatismo estratégico-político de los herederos de Mao Tse Tung, para constituir uno de los grandes libros estratégico-tácticos de la historia de la humanidad, de interesante lectura en la era del terror.

Óscar Elía es Analista Adjunto del GEES en el Área de Pensamiento Político.

(Del libro "El Arte de la Guerra", Sun Zi, Editorial La Esfera de los Libros 2006)

Grupo de Estudios Estratégicos (España)

 



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