No se crea, el resurgimiento exponencial de la discriminación alentada por el presidente de Estados Unidos sí va a votar el tres de noviembre.
La variable económica siempre cuenta, y mucho, pero
posiblemente esta vez no va a ser suficiente para definir el resultado de las
elecciones presidenciales.
Un mexicoamericano que ha ganado mucho dinero con su
empresa de tecnología que archiva información en una nube, y siempre ha votado
por candidatos republicanos, me dijo que ahora “no podré votar por un loco,
sería como darle un tiro al país que me ha dado mucho y a todo lo que yo creo.
Votaré por ‘el otro’”.
La ejecutiva que me abrió la cuenta bancaria esquivó mi
pregunta (hay mucha reserva entre la gente) con un ambiguo “tal vez no vaya a
votar”. Al despedirnos me soltó con delicadeza: “suerte en su trabajo… y creo
que ‘el otro’ es un poco más sensato que el actual”.
Coronavirus y violencia policial hacia los negros han
puesto los reflectores en problemas estructurales de este país, cuya población
no es tan insensible como se le estigmatiza. O eso parece.
Por Covid mueren 45.2 blancos por cien mil habitantes.
Los afroamericanos, el doble: 92.3.
Un espléndido reportaje de Andrew Van Dam en The
Washington Post indica que en mortalidad infantil la brecha de la desigualdad
es mayor ahora que durante la esclavitud.
Antes de cumplir un año, en la actualidad mueren 4.9
niños blancos por cada mil nacidos vivos. Y niños negros mueren 11.4. En 1850
morían 340 niños negros y 217 blancos. La comparación nos dice que la brecha ha
aumentado 1.6 veces más. Increíble.
Las madres latinas, de acuerdo con el Centro para la
Prevención de Enfermedades, con cifras enero-10 de agosto, representan casi la
mitad de las mujeres embarazadas con Covid.
No es un asunto genético, sino que por disposición del
presidente Trump los latinos que buscan obtener el grado de residentes
permanentes en Estados Unidos pierden puntos si utilizan los sistemas de salud
pública.
Las reporteras Samantha Smith y Rebecca Tann ejemplifican
lo anterior con lo que sucede, a manera de ejemplo, en un suburbio de
Washington, en el condado de Montgomery, donde 20 por ciento de la población es
de origen hispano y representa 70 por ciento de los infectados por Covid.
En el condado con más contagios en el estado de Virginia,
Fairfax, los latinos son el 17 por ciento de la población y suman 59 por ciento
de los contagiados.
Regresemos a los datos de Van Dam en el WP, que ilustran
la discriminación hacia los negros:
El ingreso de una familia blanca cuyo jefe terminó high
school, es diez veces mayor a la riqueza de una familia negra con la misma
educación.
La tasa de desempleo de los negros es aproximadamente 100
por ciento superior al desempleo de los blancos.
También hay discriminación en el crédito: sólo el uno por
ciento del capital de riesgo se destina a empresas fundadas por empresarios
negros.
Los negros son el 12 por ciento de la población de este
país, y constituyen 33 por ciento de la población encarcelada.
Esto es lo que ha hecho eclosión en Estados Unidos.
Y el detonante ha sido el racismo del presidente que se
niega a condenar los abusos policiacos contra los ciudadanos negros. En cambio,
la amplia mayoría de la población sí los reprueba.
Eso le va a estallar electoralmente: 88 por ciento de los
afroamericanos votará por Biden y sólo el 8 por ciento dice que lo hará por
Trump (encuesta Wall Street Journal y NBC).
Como nunca antes habrá diferenciación en el voto de
género: las mujeres, por lo general más sensibles ante los temas importantes,
votarán por Biden de manera abrumadora: 57 por ciento, y 36 por ciento Trump.
Entre hispanos (o lo que eso quiera decir) la ventaja de
Biden era de 26 puntos sobre el presidente (57-31).
La población mayor de 65 años, que votó por Trump hace
cuatro años, ahora le va a pasar la factura del mal manejo del coronavirus y
las mentiras dichas para ocultar la gravedad de la pandemia.
“Es la economía, estúpido”, dijo James Carville,
estratega electoral de Bill Clinton, para sintetizar lo que determina el voto
de un ciudadano.
Por esta ocasión también juegan el racismo alentado por
el presidente y el desastre sanitario que los tiene en el liderazgo mundial en
muertes por Covid.
Una vergüenza para el país más rico del mundo, con más
científicos, hospitales, médicos, tecnología.
La economía influye, ha ido bien durante el gobierno de
Trump, pero se juegan temas adicionales, inherentes a la civilización
occidental contemporánea: democracia, medio ambiente, derechos humanos,
globalización vs. nacionalismos excluyentes.
Y eso de que la economía va bien es entre comillas.
El mercado de valores ha ganado. Pero, como escribió
recientemente el Nobel de Economía, Paul Krugman: “Más de la mitad de las
acciones son propiedad de sólo el uno por ciento de los estadounidenses. La
mitad inferior (por ingresos) de la población posee sólo 0.7 por ciento del
mercado”.
Lo que está en juego en la elección de Estados Unidos son
valores. Avances civilizatorios. Es crucial para el mundo, y señaladamente para
México.
https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/pablo-hiriart/es-la-civilizacion-estupido