Los milagros existen, y Donald Trump podrá contarle a sus nietos que, además de presidente de Estados Unidos, fue el autor de uno, y no menor: unió a todas las fracciones demócratas… en su contra.
Personalidades que van desde la derecha profunda, el
centro y la izquierda, hasta hace poco enfrentados, cerraron filas en la
Convención Demócrata para apoyar a Joe Biden con una finalidad concreta: evitar
que Donald Trump se reelija en la Casa Blanca.
Michelle Obama se llevó –merecidamente– los elogios en
medios de comunicación y redes sociales durante la apertura de la Convención,
pero los votos que necesita Biden para ganar se los puso sobre la mesa su rival
interno Bernie Sanders.
También puso razones: en esta elección “se trata de
preservar nuestra democracia”, que es mucho más importante que los proyectos e
ideologías personales.
Lo dijo este senador de 78 años, de ideas consideradas
socialistas, a quien Trump llama “el loquito Sanders”, que tiene arrastre en la
población joven y enojada con el sistema, la misma que hace cuatro años no
salió a votar por Hillary Clinton y su abstención facilitó el triunfo del
actual mandatario.
En un país polarizado desde la presidencia, Sanders pidió
unidad “de conservadores, liberales, gente de izquierda y no”. Porque el 3 de
noviembre “habremos de elegir entre la democracia y la confrontación”.
Llamó a sus seguidores a votar por Biden, a no quedarse
en sus casas porque “es la lucha por la democracia en América”, la salud y la
economía. “Amigos míos, el precio del fracaso es demasiado grande”.
Del otro lado del tablero ideológico, el exgobernador de
Ohio, John Kasich, republicano de cepa, antisindicalista, que llegó a la final
contra Trump por la candidatura presidencial de su partido hace cuatro años, se
presentó (mediante grabación, pues todo fue virtual) en la Convención Demócrata
con un discurso dirigido a los republicanos:
La situación creada por Trump es tan grave, que “es la
hora de que Estados Unidos se quite el sombrero partidista”, dijo, y llamó a
votar por Biden pues él es un factor de unión en un país dividido.
“Joe no se va ir a la izquierda, nos va a unir”, fue su
mensaje para los republicanos y conservadores inconformes con Trump.
Por ahí están los votos que Biden necesita para ganar y
que le faltaron a Hillary cuando perdió en el colegio electoral ante Trump, a
pesar de haberlo derrotado en las urnas.
Le faltaron votos en el Colegio Electoral pues no tuvo lo
que ahora tiene Biden: la madurez de Sanders a su lado, por ejemplo, que en
2016 dividió a los demócratas que perdieron estados clave, como Pennsylvania y
Wisconsin por menos de un punto, y Michigan por apenas dos.
Ahora los demócratas tienen Michigan, con una ventaja de
6.5 por ciento en la carrera presidencial, en buena medida como producto de la
popularidad de la gobernadora Gretchen Whitmer, demócrata, que se ha llevado
las palmas por su trabajo contra el coronavirus.
Vamos, llevan ventaja en cinco de los seis estados que
son considerados 'campos de batalla', pues suelen cambiar de preferencia de una
elección a otra, y definirla.
Biden tiene a su favor el desencanto hacia un presidente
que prometió recuperar la grandeza de América y no supo manejar una pandemia,
16.5 millones de estadounidenses se fueron al desempleo, y polarizó a su
nación.
Sus críticos le atribuyen ignorancia y desprecio a la
ciencia que ha costado, en siete meses, tres veces más muertes de
estadounidenses que en 20 años de la guerra de Vietnam.
Trump no ha perdido, pero ante la sombra de la derrota
echó mano de la retórica del fraude y amagó con desconocer el resultado
electoral si no le favorecía.
Todo lo anterior provocó el milagro: la unión de sus
opositores en aras de un fin superior, como dijo Sanders, como dijo Kasich.
O como lo escribió ayer Thomas Friedman (periodista con
tres premios Pullitzer y autor de un libro extraordinario, ampliamente
recomendable para los creyentes del caballo y el trapiche como motores de la
'economía popular', La Tierra es plana) en The New York Times:
“En los golpes de Trump a la democracia y a la normalidad
de las siguientes elecciones están “las semillas de otra Guerra Civil… La
amenaza es real… Entonces, personalmente, caminaré, trotaré, saltaré, gatearé,
deslizaré, andaré en bicicleta, haré autostop, conduciré, montaré, correré, volaré,
rodaré, rodaré, me llevarán, caminaré, entrenaré, trotaré, caminaré, flotaré,
navegaré, divagaré, deambularé, marcharé, viajaré en autobús, tomaré un taxi,
usaré Uber, Lyft, scooter, patineta o motocicleta, y usaré una máscara facial,
un protector facial, guantes, gafas, un traje de materiales peligrosos, un
traje espacial o un traje de neopreno, pero finalmente llegaré a la mesa de
votación de mi vecindario para ver que mi voto por Joe Biden y Kamala Harris
sea emitido y contado el 3 de noviembre”.
Que Tom Friedman haya escrito eso quiere decir que la
situación política y social de Estados Unidos está bastante más deteriorada de
lo que parece.
https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/pablo-hiriart/polarizacion-y-el-fantasma-de-una-nueva-guerra-civil