Los partidarios de la "Teoría Monetaria Moderna" creen que pueden financiar la deuda pública imprimiendo billetes. En EE. UU. es muy criticada, pero también cuenta con el apoyo de políticos influyentes.
Todo podría ser tan fácil, piensa Larry Randall Wray.
Durante 25 años, el economista estadounidense ha estado investigando una
fórmula para combatir el desempleo, la recesión y la desigualdad social. Su
enfoque se basa en la Teoría Monetaria Moderna, (TMM). Esta, a su vez, se
remonta a la "Teoría estatal del dinero" de 100 años de antigüedad,
del economista alemán Georg Friedrich Knapp. Es decir, deuda pública sin
límites y sin remordimientos.
Mientras un Estado esté endeudado en su propia moneda, no
puede declararse en quiebra. Si los ingresos son escasos, argumentan los
economistas, siempre pueden ser financiados por el Banco Central. Los Estados
deberían poder gastar tanto dinero como quieran. Según Wray, la Segunda Guerra
Mundial mostró que los "milagros económicos" pueden surgir: "Las
deudas públicas fueron la base de la edad de oro del capitalismo", según
Wray.
¿Economía vudú?
Sin embargo, entre los grandes opositores de dicha
teoría, se encuentran los prestigiosos economistas del mundo, como Paul
Krugmann, Nobel de Economía y columnista del "New York Times”, o Kenneth
Rogoff, antiguo jefe economista del Fondo Monetario Internacional (FMI), quien
tildó la TMM de estupidez y charlatanería.
Incluso los partidarios de los demócratas, que están
bastante abiertos a una mayor deuda pública, dudan de la teoría. Lawrence H.
Summers, exasesor económico de Barack Obama y ministro de Finanzas bajo Bill
Clinton, la tildó de "economía vudú” y "camino hacia la catástrofe”.
Políticas similares a la TMM son responsables de la hiperinflación en países
latinoamericanos como en Venezuela. Según el FMI, los precios han aumentado
allí diez millones por ciento en los últimos años.
Sin embargo, Summers está de acuerdo con los partidarios
de la TMM en un punto: la política fiscal debe volver a estar en el centro del
gobierno estadounidense. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aprobó
una reforma tributaria integral a principios de 2018. Mientras las empresas se
beneficiaron, el alivio prometido llega con lentitud a los ciudadanos.
En cambio, aparecen los efectos secundarios, porque el
Estado carece de ingresos. El déficit presupuestario del país es casi de 1
millón de millones de dólares, el nivel más alto en siete años. Los expertos
dicen que los recortes de impuestos masivos, con el aumento del gasto social,
habrían supuesto una carga masiva en el presupuesto de Estados Unidos.
Saliendo de la crisis con las deudas
La base del concepto es una nueva repartición de roles
entre la política financiera y monetaria. Mientras que los Estados se financia
a través de impuestos y el Banco Central previene la inflación, la política
monetaria moderna propaga condiciones inversas. El Banco Central asume el papel
del prestamista: financia al Gobierno y crea capital donde falta dinero. Sería
capaz de pagar deudas casi ilimitadas para impulsar la inversión en el país y
evitar recesiones.
Esta nueva teoría es popular, sobre todo, en el ala
izquierda del Partido Demócrata estadounidense, que se ha fortalecido desde la
victoria electoral de Donald Trump. Tanto el senador Bernie Sanders como
Alexandria Ocasio-Cortez, la miembro más joven de la Cámara de Representantes
del país, abogan por la Teoría Monetaria Moderna.
Esta debería proporcionar la base económica para los
costosos programas sociales de los políticos: amplias garantías laborales, el
"Green New Deal” y la introducción de un seguro de salud estatal que
costaría varios millones de millones de dólares al año. En todo caso, habría un
déficit público mayor.
Scott Sumner, catedrático en la George Mason University,
advierte sobre los " efectos secundarios" de la TMM: "Endeudarse
para financiar proyectos políticos es una mala idea", dice este hombre de
64 años. El déficit de hoy se convertiría en una carga para las generaciones
futuras. Mejor es un impuesto progresivo sobre el consumo para apoyar la
economía estadounidense.
No es que los partidarios de la TMM sean ciegos ante los
posible peligros que pueden acarrear su propia teoría. "Sabemos que existe
un riesgo de inflación", dice el líder del pensamiento, Wray. En caso de
que la inflación aumentase, "habría que aumentar los impuestos”, explica.
"Sin compensación, simplemente aumentaríamos, más adelante, los derechos
de pensión en la vejez y mejoraríamos la seguridad social". Todo esto se
financiaría a través de la deuda pública, naturalmente.